Pequeño núcleo poblacional ya totalmente desaparecido que surgió en la vega del Jalón, a los pies del cerro de Medinaceli.
Pequeño núcleo poblacional ya totalmente desaparecido que surgió en la vega del Jalón, a los pies del cerro de Medinaceli, en las ruinas del antiguo monasterio desamortizado y muy cerca de la gran vía de comunicación terrestre que desde hace siglos fue, y sigue siendo, el valle del Jalón por el que discurría el Camino Real, lo que convirtió a este lugar, incluso hasta el día de hoy, en uno de los más concurridos de la península en lo que a afluencia de viajeros y mercancías se refiere.
En otro emplazamiento cercano (pero distinto al que nos ocupa), a unos setecientos metros en dirección nordeste en el paraje hoy denominado Almunia, existió otra venta, fonda o parador llamada de San Francisco, una duplicidad que nos ha generado mucha confusión incluso para poder identificar cada una, pues de los datos demográficos disponibles que conocemos, no tenemos la seguridad sobre si se refieren a una de las dos entidades, a la otra o a las dos en conjunto, como parece indicar el censo de 1888 al determinar el número de edificios (1).
La ubicación de estos dos lugares es la siguiente:
Antiguo monasterio:
DATUM | LATITUD LONGITUD |
ETRS89 | 41.171167 -2.419758 |
ETRS89 | 41º 10´ 16´´ N 2º 25´ 11´´ W |
UTM 30 | Coord. X Coord. Y |
548.672,90 4.557.920,75 | |
Altitud | 1.017,48 m. |
Venta moderna:
DATUM | LATITUD LONGITUD |
ETRS89 | 41,171281 -2,419587 |
ETRS89 | 41º 10´ 17´´ N 2º 25´ 1O´´ W |
UTM 30 | Coord. X Coord. Y |
548.687,18 4.557.933,47 | |
Altitud | 1.013 m. |
El primer emplazamiento correspondía al punto del antiguo camino de Madrid a Zaragoza en su empalme con el camino a Soria, cerca del río Jalón y al pie de la villa ducal, en el lugar que corresponde más o menos con lo que hoy es el solar que hace de aparcamiento invernal de camiones y sirve de helipuerto de emergencias junto al punto limpio de Medinaceli. Actualmente no se aprecia ningún resto en esa ubicación, que fue nivelada y enrasada como consecuencia de los trabajos de construcción del empalme de la autovía A-15 con la A-2, pero aún es posible visitar algunos de ellos en el Parque del Cid de Medinaceli.
El otro elemento localizado que denominamos Venta moderna persiste en la actualidad arruinado y es el viejo caserón que mantiene en pie su fachada a un lado de la N-II pk 151,800.
Históricamente no conocemos indicios más antiguos que los restos arquitectónicos del siglo XVI que comentaremos después, pero parece que las ventajosas condiciones de ese lugar lo harían merecedor, ya desde antiguo, de alguna instalación relacionada con el servicio a los viajeros. Así lo entiende Vicente Alejandre Alcalde (2) que supone la existencia de una pequeña mansio, manzil o venta, en la que descansarían los viajeros y caminantes.
El mismo autor sigue diciendo (página 470) que en 1527 doña María de Silva y Toledo, segunda esposa del IIº duque de Medinaceli, Juan de la Cerda y Bique, mandó construir este convento masculino de frailes franciscanos y deja claro que desde el principio existiría alguna relación entre la instalación religiosa y el propio camino junto al que se construyó. Señala que a partir de mediados del siglo XVIII la guía de Escribano (3) señala el convento de los padres franciscanos como hito del itinerario y recuerda que, como describe un itinerario militar de la época, estaba ubicado en el empalme de la carretera general de Zaragoza con la de Soria.
No disponemos de datos concretos sobre este convento franciscano masculino que por sus escasas dimensiones más que convento quizá tendría la consideración de pequeño colegio u hospicio (4) que la fundadora pudo ordenar construir con el ánimo de que dichos frailes pudieran dar servicio religioso a sus hermanas de religión en el convento de Santa Clara que aún persiste en la villa, una fundación que también corresponde a la misma doña María de Silva (5). Tampoco podemos demostrarlo pero es más que probable que estos viejos muros fueran frecuentados y que en ellos recibiese su primera vocación Julián Martinet Gutiérrez, un muchacho nacido en Medinaceli en 1553 que con el tiempo, y no sin dificultades, acabó formando parte de la orden franciscana donde destacó como ejemplo de sus votos de pobreza y castidad, pero también alabado por su oratoria y sus visiones, y a quien en la actualidad conocemos como el beato fray Julián Martín de Medinaceli.
Durante casi trescientos años los franciscanos no tendrían cerca otros vecinos ni instalaciones, pero sí un frecuente tránsito de personas y mercancías que discurrían por el valle. Esta circunstancia motivó a que en algún momento del siglo XIX, que Vicente Alejandre estima entre 1830 a 1840 (o.c. pág. 470) a la vez que se trazó la nueva carretera general por Alcolea del Pinar y la cuesta de Esteras, y mientras el monasterio franciscano subsistía ajeno a su inminente final, algún emprendedor decidió construir una nueva instalación dedicada a posada o parador y para ello eligió un emplazamiento cercano al monasterio, a unos 400 metros en dirección Zaragoza. A falta de otra referencia geográfica cercana más adecuada, aquella nueva venta recibiría el nombre de venta o parador de San Francisco, una denominación totalmente pertinente si no fuera porque prácticamente a la vez, el viejo convento del que había tomado nombre, acabó siendo desamortizado, transformado a su vez en fonda, y como no podía ser de otra forma, también fue llamado parador o fonda de San Francisco.
De ese primer parador de San Francisco construido exprofeso para fonda, tenemos noticias confirmadas en 1840 cuando fue el lugar donde el mariscal de campo Manuel de la Concha se hospedó durante algún tiempo mientras se desarrollaban las operaciones militares que le permitieron detener el avance de las tropas carlistas mandadas por Balmaseda y Palacios, por lo que se le premió con la concesión de una de las varias cruces de San Fernando que ganaría a lo largo de su vida militar.
Por su parte el mencionado Vicente Alejandre (o.c.) nos recuerda que tres años después, en 1843, el parador figura en la segunda edición de la Guía del viajero de Francisco Mellado (6).
Del convento franciscano en esos años y según recuerda Rosa Ortega Canadell (7), como consecuencia de las desamortizaciones de Mendizábal cuyos trámites se iniciaron en 1835 y se extendieron durante mucho años, en 1842 el monasterio medinense de San Francisco acabó siendo definitivamente desamortizado, desacralizado y puesto en venta por 54.260 reales. Dice Vicente Alejandre (o. c.) que sus nuevos propietarios sometieron aquellas ya viejas instalaciones a una profunda remodelación que las habilitó como posada, función que se mantuvo activa hasta principios del siglo XX. Entonces, como ahora, el lugar estaba bastante apartado de la población principal, Medinaceli, pero también de la pequeña barriada que vio surgir junto a la parada del ferrocarril, el barrio de la Estación de Salinas, hoy Medinaceli-Estación.
La confirmación de que por aquel entonces existían dos posadas distintas con el mismo nombre nos la ofrece Pascual Madoz (8), quien en la entrada correspondiente a Medinaceli ya habla en pasado de que en “dicha carretera se halla un convento que fue de frailes Franciscanos, en la actualidad de propiedad particular y destinado a fonda; a distancia de unos 300 pasos de este edificio, siguiendo la repetida carretera en dirección este se encuentra un buen parador llamado de San Francisco, …”
Aunque parece que nunca tuvo esa dignidad, en algunos documentos se refiere a la fonda que antes fue monasterio como Venta de la Abadía, un matiz que quizá surgiera ya entonces para identificarla y diferenciarla de la otra que por la documentación manejada, solía recibir la denominación de Parador de San Francisco.
Lo que no deja lugar a dudas es su existencia documentada como unidad poblacional al menos en dos censos distintos y bajo la denominación de Parador y fonda de San Francisco en 1858 (9), cuando según la relación de municipios y lugares de la provincia de Soria y población, el mencionado Parador y fonda de San Francisco era una población con rango de “caserío” del término municipal de Medinaceli, que contaba entonces con cincuenta y siete habitantes, una cifra sorprendente que con el matiz ofrecido en el nombre de unir parador y fonda por medio de la conjunción copulativa, parece dar a entender que se trataba de dos lugares.
Treinta años después, el censo poblacional de 1888 incluye entre las entidades de población dependientes del Ayuntamiento de Medinaceli, un núcleo denominado “Caserío de San Francisco” formado por cinco edificios de los que uno era de una planta, otro de dos y tres de otras tantas o más plantas, que en aquel momento estaba habitado por 45 personas, siendo propietario de la venta de la Abadía, y casi seguro de la otra también, el medinense afincado en Madrid don Pedro Martínez García, que además de la parcela del viejo monasterio poseía una magnífica huerta anexa.
En ambos casos, el final de estas fondas camineras fue la construcción de nuevas instalaciones mucho más funcionales y modernas. Por esa razón, en algún momento estimado en torno al primer cuarto del siglo XX, el parador de San Francisco cerró sus puertas y se puso en venta sin que se le haya conocido un uso concreto mantenido en el tiempo. Hoy el caserón persiste con el tejado caído y el cartel de “Se vende” en un balcón.
Un destino distinto tuvo el viejo convento Venta de la Abadía, que fue decayendo hasta desaparecer como fonda en algún momento cercano al final del siglo XIX, pasando a ser empleado como corral, bodega o almacén de mercancías. De esta fonda que fue un antiguo monasterio, en 1993 algunos ancianos aún recordaban el emplazamiento de las ruinas con algunos elementos arquitectónicos nobles como columnas, dinteles o piezas labradas, pero que nadie valoraba. Estos mismos informantes aseguraban que en algún momento impreciso de mediados del siglo XX, unas personas acudieron con un camión, cargaron muchas piedras y partieron sin que nadie dijera nada.
Cuando aquellas instalaciones se abandonaron ya serían poco más que unas ruinas cubiertas de hierbas. Su emplazamiento concreto se olvidó y aunque se sabía de su existencia aproximada, su aparición fue casi un descubrimiento. En 2009 y con motivo de las obras de la construcción de la autovía A-15 entre Medinaceli y Soria, a unos 400 metros al norte de Medinaceli Estación, en una terraza sobre el río y en una parcela con una extensión de unos 2.500 metros cuadrados, aparecieron las viejas ruinas del convento. Los restos eran líneas de cimentación, pilastras, pilas y el brocal de un pozo. Su aparición detuvo las obras durante varios meses en los que se hicieron trabajos que permitieron averiguar que allí hubo un edificio de planta rectangular construido en torno a un patio central en el que se marcaban perfectamente tres áreas de actividad: un espacio de culto, una zona residencial y un área de servicios. Tenía dos pisos y un patio o claustro con dieciséis arcos dotados de columnas y capiteles. La obra correspondía a la fundación del siglo XVI pero se mostraban indicios de una reforma importante en el XVII.
Una vez analizadas las ruinas los expertos dieron fe de su valor histórico pero no las consideraron tan valiosas como para paralizar o modificar una infraestructura de tan gran interés como la autovía mencionada, por lo que las autoridades acordaron desmantelar las ruinas y trasladarlas a otro emplazamiento donde pudieran contemplarse.
El lugar elegido fue el denominado parque temático de El Cid ubicado en la parte más alta del barrio de la Estación, una instalación construida en 2012 junto a la carretera de Baraona. Hoy podemos recorrer las ruinas a las que se han añadido muros vegetales para imaginar cómo era la vida de aquellos frailes primeros y de los viajeros después, pudiendo contemplar lo que fuera el claustro con algunos restos de columnas, antepechos, algún capitel, parte del pavimento enlosado, la cocina, algunas puertas y el brocal del pozo.
Alberto Arribas con la colaboración de Ángel Lorenzo, Maribel Zapatero, Luis C. Pastor
(1) El hecho de calificar como “despoblado” a una posada, puede llamar a la confusión. Sin embargo, con nuestra mentalidad del siglo XXI, considerar que una antigua granja, algunos molinos arruinados o una venta desaparecida deban calificarse como un despoblado, puede resultar algo extraño pero es que, aparte de los pueblos, villas y aldeas, existen estos otros núcleos de población menores que han disfrutado de esa consideración estadística oficial y que contaban con sus propios habitantes censados. Esa certificación o reconocimiento estadístico ha sido la característica que nos hace identificarlos y calificarlos hoy como núcleo poblado extinto, es decir, como despoblados, una denominación de la que no gozan todos los molinos, granjas o ventas que conocemos en la provincia de Soria.
(2) ALEJANDRE ALCALDE, Vicente (2017): La N-II y sus precedentes camineros Itinerarios históricos y vías de comunicación entre Madrid-Toledo y Zaragoza. De la Antigüedad al siglo XX. Ed. Centro de Estudios Bilbilitanos, Institución “Fernando el Católico”, Calatayud, página 19.
(3) ESCRIBANO, José Matías (1759-1791): Itinerario español o guía de caminos para ir desde Madrid a todas las ciudades y villas más principales de España: y para ir de unas ciudades a otras, y a algunas Cortes de la Europa. Madrid, Imprenta de Miguel Escrivano, 1798.
(4) En 1591 consta que había 22 frailes, un número muy elevado que supondría su momento de auge.
(5) http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/autoridad/7104
(6) MELLADO, Francisco de Paula (1842): Guía del viajero en España. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes.
(7) ORTEGA CANADELL, Rosa (1982): Las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz en Soria. Obra Cultural de la Caja de Ahorros y Préstamos de la provincia de Soria, página 36.
(8) MADOZ, Pascual (1846-50): Diccionario geográfico-estadístico-histórico. Edición facsímil de los textos relativos a la provincia de Soria. Edita Ámbito ediciones SA y Diputación de Soria, 1993. Imprime Gráficas Ortega SA Valladolid, página 165.
(9) ROMERO SALVADOR, Carmelo; GARCÍA ENCABO, Carmelo; CABALLERO DOMÍNGUEZ, Margarita (1985): La provincia de Soria entre la reacción y la revolución (1833-1843). Ediciones de la Excma. Diputación Provincial de Soria, colección Temas Sorianos nº 10, pp 215 a 232.
Asociación de Amigos del Museo Numantino