Albocabe

Despoblado del término de Aliud pero prácticamente equidistante con Buberos. Conserva varias manzanas de viviendas muy degradadas, así como restos de la antigua iglesia parroquial, ermita y fuente.

Albocabe Despoblados de Soria
Iglesia y muro del cementerio. Foto Ángel Lorenzo

Fecha de despoblación: Finales década 1960-1970

Localidad: Aliud

Estado actual: Despoblado

Término municipal: Aliud

Descripción

Despoblado del término de Aliud pero prácticamente equidistante con Buberos, localizado a 1.020 metros de altitud. El caserío se encuentra en una zona prácticamente llana, un poco más elevada que el terreno que lo circunda. Sólo la iglesia, algo alejada, se encuentra en una zona un poco más alta desde donde se observa la amplitud de los campos cerealistas.

Parte de los datos obtenidos fueron recabados durante una visita cursada a Albocabe en 1995 por parte de un antiguo residente que acudía de cuando en cuando y que ofreció algunos datos. Lamentablemente olvidamos el nombre.

Prácticamente equidistante entre Aliud y Buberos, localizado a 1.020 metros de altitud, a unos dos kilómetros al este de Aliud por una pista en buen estado, pero también muy accesible en turismo por la carretera SO-340. A la altura de punto kilométrico 3,5 hay un cruce con indicador del que parte un camino que al este va a Buberos y al oeste, tras un kilómetro escaso, llega a Albocabe.

Localización

Datum: ETRS89 Huso UTM: 30
Latitud: 41,6540602920 Coord. X: 564 681,35
Longitud: -2,2231864934 Coord. Y: 4 611 659,53

El caserío se encuentra en una zona prácticamente llana, un poco más elevada que el terreno que lo circunda. Sólo la iglesia, algo alejada, se encuentra en una zona un poco más alta desde donde se observa la amplitud de los campos cerealistas.

José Antonio Pérez-Rioja (1) dice que el gentilicio es albocabeño.

En cuanto a su posible origen histórico, una vez más hay que recurrir en primera instancia al propio topónimo y a su explicación, y una vez más resultan fundamentales los estudios del profesor Eleuterio Carracedo Arroyo (2) quien cree que el topónimo podría derivar de los antropónimos árabes abu-l-káb, al-`Uqab, al que se le admiten acepciones como las de monte o cuesta que no serían válidas en este caso, o las de águila o brocal de pozo. Pérez-Rioja (o. c. página 28) recoge además la opinión de Elías Terés que aunque acepta el mismo origen no lo considera nombre de persona, sino que le da la significación de “brocal de pozo”, una hipótesis a la que volveremos al comentar los recursos hídricos del despoblado.

En base al topónimo algunos autores han apuntado un hipotético origen musulmán del despoblado, algo posible pero no demostrado, igual que la suposición de que donde se encuentra la iglesia pudiera haber una atalaya, algo teóricamente posible pues realmente es un lugar privilegiado desde donde otear buena parte del entorno, pero en tanto no pueda probarse, no deja de ser una hipótesis. Otra más, aunque haya quien se empeñe y afirme que fue fundación musulmana. Probablemente más real y menos romántica, sea otra posibilidad que no nos habla de alquerías ni atalayas, y resulte la de que Albocabe fue el nombre dado por algún musulmán de algún poblado cercano al lugar donde había un pozo, pero no asentamiento humano, algo que quizá no surgió hasta algún momento del siglo XIV.

La ausencia de Albocabe en la relación de aldeas dezmeras de la villa de Soria en 1270, nos lleva a pensar que o no se había fundado como poblado, o existía como un término propiedad de algún señor, algo extraño pero que lo relacionaría con la primera referencia histórica conocida que la ofrece Máximo Diago Hernando (3), quien afirma que hasta 1347 el lugar de Albocabe había pertenecido a Pedro de Vera y a su mujer Elvira García, quienes lo vendieron a María Alfonso, mujer de un caballero de Ariza llamado García de Vera. Añade que finalmente el negocio quedó interrumpido por la muerte del vendedor, pero que no se pudo hacer después efectiva la venta pues el hermano del fallecido, un tal Juan Pérez, se apoderó del lugar a la fuerza.

Francisco Mosquera de Barnuevo (4) nos relata que Albocabe perteneció a Ramiro Yáñez de Barrionuevo en el siglo XV, quien se lo cedió a su hijo Juan de Barrionuevo, que fue quien apoyó a Juan de Luna y contribuyó al asesinato de los San Clemente en 1449, motivo por el que el rey le confiscó sus propiedades. Sin embargo la confiscación no fue definitiva pues sabemos que unos años después (1509) su hija Elvira de Barrionuevo logró del rey que se le restituyera las propiedades de su padre, entre ellas «la torre de Albocabe«, escueta nota que hace pensar en alguna atalaya o torre de señales de las que tanto abundan en la zona y de la que no quedan a simple vista, vestigios, aunque algunos escombros existentes en un alto son como poco un indicio que lleva a la sospecha.

Alberto Gallego Jiménez (5) recoge en su estudio que el Censo de Campoflorido arroja los siguientes datos para la Villa de Albocabe: ningún hidalgo y tres vecinos pecheros también con viudas.

Damos un salto de unos siglos y analizamos el Catastro de La Ensenada que respecto a “la villa de Albocabe” o “Alvocabe” (que de las dos formas se documenta sin saber qué forma elegir pues veremos que los encargados de escribirlo tenía un particular sentido ortográfico contrario al actual en lo que respecta a la “b” y la “v”), recoge una interesante información recopilada el 12 de septiembre de 1751. En aquella época era una villa de la jurisdicción de la ciudad de Soria que pertenecía en señorío «al vezino del lugar de Binuesa» don Joaquín Carrillo, uno de los pocos casos de señorío de poder de una persona sin título nobiliario. En el término había tierras de pastos, dehesa, de sembradura y otras yermas por desidia. Como ahora, no había arbolado pero recogían trigo, avena («abena»), cebada («zevada») y hierba («yerba») disponiendo también de algunos corderos, ganado de tiro para el trabajo del campo, y otros animales de granja como terneras, vacas y cerdos. La habitaban entonces únicamente dos vecinos, labradores de profesión, que residían en las dos casas habitables y se recoge la existencia de otras viviendas derruidas.

Pocos años después el censo de Floridablanca (1787) indica que era pertenencia de Manuel Carrillo y habitado por 33 personas en su mayoría niños menores de siete años y adultos entre 25 y 40, no habiendo personas en el intervalo de 40 a 50 y únicamente una persona mayor de 50 años, casada con alguien menor.

Del siglo XIX conocemos más datos estadísticos pero los datos prácticamente se repiten. Hacia 1829 Sebastián Miñano y Bedoya (6) apunta que tenía nueve vecinos y cuarenta y cinco habitantes, su economía era la habitual de la zona además de disponer de una fábrica de yeso, lo que podría explicar el apodo de “yeseros” con los que hasta hace poco se les llamada a los de Aliud.

En época de Madoz (7) (1850) Albocabe había mejorado algo en cuanto a población y edificios pero nos ofrece una novedad, que a mediados del siglo XIX la iglesia ya amenazaba total ruina:

«v. con ayuntamiento en la provincia adra, de rent. y partido jnd. de Soria (i leg,), audiencia terr. y ciudad g. de Burgos (22), diócesis de Osma (8 1/2): Sit. en la calzada que conduce de Madrid á Pamplona; la baten sin ningún obstáculo todos los vientos; circunstancia que contribuye en gran manera á que disfrute de una atmósfera pura y despejada, y de Cuma saludable. Tiene únicamente 7 Casas de pobre construcción, y como es de suponer sin ningún género de comodidad, y una iglesia parr aneja de la de Aliud, dedicada al Arcángel San Miguel, la cual se halla en tal abandono que amenaza pronta y total ruina; la sirve un cura párroco. Abunda su jurisd. en manantiales de ricas y esquisitas aguas, de las que se abastecen los hab. para sus usos y para el de sus numerosos ganados. Confina el Térm. por N. con el de Aliud, por la parte del E con el de Gómara, por la del S. con el ite Ledesma y Zamajón, y por él del O. con el de Paredes Royas. El Terreno es bastante fértil; se hállala mayor parte cultivado, quedando suficiente porción para pastos que son muy buenos, la que también pudiera roturarse y reducirse á cultivo, si no fuese en perjuicio de los ganados que carecieran de las yerbas necesarias; hay viñedo, olivares, y algún arbolado. Prod.: todo género de cereales, vino, aceite, legumbres y hortalizas, ganado lanar, y vacuno. Pobla.: 8 vecindad: 34 almas: Riq. Imp. 3,873 reales»

Treinta años después y con datos de Manuel Blasco (8), la población se mantenía en el mismo número de vecinos con ocho casas y escuela de pasantía pero sin iglesia ni ayuntamiento, «pero rica en aguas y no desgraciada en producciones agrícolas y ganados», un texto que se repite en la edición de la misma obra de 1909.

El estudio de Andrés Sanz Sánchez (9) lo incluye en la relación de núcleos de población desaparecidos desde 1960 indicando que entonces tenía categoría de lugar, contaba con diecisiete habitantes y cuatro viviendas. Es la última referencia que ofrece datos de población.

Estas fechas coinciden con las ofrecidas por nuestro informante que comentó que sería a finales de la década de 1960 cuando se fueron los últimos vecinos.

Iglesia parroquial de Santa María de la Mayor

En lo alto del poblado, parcialmente arruinado desde hace muchos años pero orgullosamente en pie, aparecen los restos de la antigua iglesia parroquial que, como veremos, están tan desnaturalizados que en un primer vistazo cuesta interpretarlos.

La iglesia está bajo la advocación de Santa María de la Mayor aunque Pascual Madoz (o. c.) la dedicaba al arcángel San Miguel ofreciéndonos el comentario de que a mediados del siglo XIX ya estaba abandonada, parcialmente arruinada y en riesgo de desplome total, una afirmación que convierte en leyenda la tradición local de mi informante que, según le habían contado pero referido a principios del siglo XX, el templo era magnífico con sus siete puertas, relieves esculpidos, cruces de piedra, campanas… pero presentaba algunas grietas por lo que aunque aparentaba solidez y un buen estado de conservación, los curas de Aliud y Gómara –según María Isabel y María Luisa Goig Soler (10) Albocabe no tiene cura propio desde el siglo XVI– llegaron un buen día diciendo que la iglesia amenazaba ruina y lograron convencer a los hombres del pueblo para que derribasen la iglesia y así evitar problemas. La iglesia era más fuerte de lo que parecía y después de haberle causado daños ya irreparables, hubo que dinamitarla para terminar con ella. Los curas dijeron que construirían otro templo, pero ellos mismos se encargaron de malvender la piedra y lo poco que había de valioso. Lo que quedó fue desvalijado o amontonado en lo que parecía un majano próximo. Sólo permaneció algún relieve que fue puesto en la obra nueva y que después analizaremos.

Albocabe Despoblados de Soria
Iglesia parroquial. Foto Ángel Lorenzo

Toda leyenda tiene su dosis de realidad igual que toda certeza su parte de ficción, y conociendo lo poco que se ha valorado el patrimonio histórico artístico en esta provincia y el trato que se les ha dado a algunas obras de arte, no es descabellado pensar que algo así pudo ocurrir pero en una época anterior.

Hoy lo que queda y el visitante puede observar, es una pequeña iglesia alta y estrecha con la inequívoca característica de su espadaña vacía, y que lleva a su lado unas tapias cerradas por una puerta pero que dejan entrever las sepulturas del cementerio.

Un análisis más detallado nos permitirá observar que lo que hoy es cementerio fue antiguamente un templo que quedó arruinado. Tiene una única nave construida con muros de mampostería y algo de sillar, que desarrolla unas dimensiones de unos treinta metros de longitud por unos diez de anchura y está orientada casi a la perfección con respecto al eje tradicional oeste-este, que culmina en un ábside semihexagonal de tres paños cuyas esquinas de sillería comienzan a faltar. Los muros hoy constituyen una simple tapia de unos dos metros y medio de altura pero originalmente sería superior y similar a la de la capilla que se mantiene.

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Restos de la iglesia. Foto Ángel Lorenzo

La nave lleva en el lado norte una pequeña puerta tapiada y semienterrada que tiene forma de arco de medio punto dovelado, pero el acceso principal al templo se realizaba como es habitual por el lado sur a través de una portada de mayor monumentalidad elaborada en piedra de sillería, que se abre a lo que sería el primer tramo del templo desde el coro. Esta puerta principal se resuelve por un arco de medio punto con dovelas decoradas con dobles cajeados rectos o curvos, adaptados a la rosca del sillar, y se cerraría con dos puertas de madera cuyos quicios superiores persisten en la parte interior, ya sin utilidad. Dentro de la nave, junto a la puerta principal y en un vaciado del muro de la epístola, aparece un nicho funerario en arco escarzano que probablemente correspondió a algún mecenas del templo. También persisten basas de pilares y baquetones que sustentarían una cubierta de nervios y plementos que debe ser lo que hoy pisamos, y que constituyen suficientes indicios que hacen suponer a José María Martínez Frías (11) que se cubriría con bóveda de crucería.  Este autor fecha la obra a finales del primer tercio del XVI y considera la citada puerta principal como obra renaciente del mismo siglo.

Tras arruinarse y desescombrarse parcialmente, la nave se empleó como cementerio que hasta hace unos años no tenía puertas, por lo que podían observarse esos restos arquitectónicos, pero como una mínima parte de los visitantes que acuden a Albocabe adolece de una falta de sentido común y respeto, fue necesario colocar una moderna puerta de hierro que evite el acceso de esos indeseables.

Al sur del templo, en el lado de la epístola y junto a la cabecera, aparece lo que hoy es la iglesia pero que originalmente sería una capilla añadida a la iglesia original, una sólida capilla lateral con muros y contrafuertes de buena piedra de sillería que fue fundada por Pedro de Mira el Río en 1533, un personaje cuyo escudo de armas es bien visible en el muro exterior que se orienta al oeste, y en el interior, en la parte superior del muro frontal de la capilla. Martínez Frías la describe como capilla de planta ligeramente rectangular y cubierta con bóveda de crucería en la que los combados dibujan cuatro arcos conopiales cuyos nervios se entrecruzan en claves decoradas y se sustentan en ménsulas renacentistas unidas por una imposta a modo de friso.

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Escudo en la espadaña de la iglesia. Foto Maribel Zapatero

En el frente de esta capilla aparece un gran arco carpanel que sería el lugar donde se encontraría un retablo y probablemente el sepulcro del fundador cuyo escudo de armas vuelve a aparecer en la parte superior con la fecha de la fundación 1533. Esta capilla se abriría originalmente a la capilla mayor a través de un arco apuntado que se tapiaría en el momento en el que la iglesia se arruinó y se decidió abandonar la antigua nave y usar como templo parroquial sólo esta capilla, una dependencia de escasa capacidad pero ajustada a la treintena de habitantes que como mucho llegó a tener Albocabe, aunque aquel proceso de transformación de capilla a parroquia, precisaba otras reformas.

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Bóveda de la iglesia. Foto Maribel Zapatero

Además de tapiar ese arco apuntado que da a la nave y que sería su único acceso, se construyó una espadaña que sustituyó a la torre que probablemente tuvo la iglesia original. También se dotó de un sencillo coro alto que persiste en la actualidad a los pies del templo sobre la puerta, así como un edificio anexo en mampostería y adobe con dos dependencias abiertas a la capilla. La capilla tiene dos puertas de acceso, una pequeña en el muro frontal abierta en arco deprimido convexo con una interesante ménsula a modo de mocheta, y la principal enfrente, un arco rebajado que constituye el acceso principal al templo.

Todo el interior del templo fue revocado en yeso pintado en ocre y añil, con alguna hornacina y una decoración de líneas que trata de imitar las juntas de los sillares.

El anexo construido en el lado sur es una dependencia también arruinada que haría las veces de sacristía y acceso al coro, pero a diferencia del resto de la capilla se construyó en mampostería y adobe. En su parte frontal, muro oeste, aparece un hueco dejado por el arrancamiento de un curioso relieve que a juicio de Martínez Frías, era una pieza aprovechada de la obra del XVI, que lleva un escudo con las cinco llagas de San Francisco y dos putti alados como tenantes, que al parecer fue retirado por el Ayuntamiento de Aliud para evitar un más que seguro saqueo, como el que aconteció hacia 1993 cuando alguien rompió el sepulcro y se llevó buena parte de sus piezas dejando esparcidos por el suelo los huesos de Pedro Mira el Río. También quisieron llevarse la pila bautismal pero en esta ocasión los saqueadores fueron sorprendidos y detenidos.

Pero aquel no es el único elemento descontextualizado de esa sacristía que además servía de tránsito para acceder al sencillo coro construido sobre la puerta de la capilla. Un examen detallado nos muestra que los peldaños que todavía permiten acceder al coro, son efectivamente escalones de piedra arenisca, pero con una forma característica que corresponde una escalera de caracol, lo que nos lleva a pensar que fueron reutilizados de la iglesia original, que tendría torre y que éstos escalones serían su acceso a las campanas.

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Detalle de la espadaña de la iglesia. Foto Maribel Zapatero

No se ha podido confirmar si las campanas fueron retiradas o si llegaron a ser saqueadas pero quizá sean las dos que colocadas en el suelo se guardan en la iglesia parroquial de Aliud.

No conocemos qué hay de realidad en aquello de que sus elementos acabaron siendo malvendidos. Las únicas referencias conocidas sobre su patrimonio son un apunte anónimo (12) que destacaba la calidad artística de la cruz parroquial de Albocabe, obra del taller de los artistas plateros del siglo XVIII Juan de Ojeda  y Diego Martínez, y una nota de fray Damián Janáriz Ibáñez (13) quien recoge la existencia de una imagen de Santa María la Mayor de Albocabe, un óleo sobre lienzo de dos metros y medio de alto por uno y medio de ancho, que representa a María sentada y que se conservaba en la capilla de la antigua iglesia.

Pese a su estado de conservación y aunque se supone esté desacralizada, esta iglesia que dispuso de un Arca de Misericordia, sigue integrada en el arciprestazgo de Almazán, Unidad de Acción Pastoral de Gómara.

El templo carece absolutamente de unos mínimos cuidados por parte de la propiedad y se encuentra en un estado de ruina avanzada, pero a falta de análisis en profundidad parece que aún podría ser recuperable. En octubre de 2008 la Asociación “Hispania Nostra” lo incluyó en su lista roja de Patrimonio.

Ermita de San Cristóbal

En un alto a un par de kilómetros al oeste de Albocabe pero mucho más cerca de Aliud, se encuentra el cerro Santo y la ermita de San Cristóbal que ambos pueblos compartieron. Se trata de un sencillo edificio de planta rectangular construido con piedra de mampostería, ladrillo y algún sillarejo, acceso a los pies del templo mediante puerta en arco rebajado realizada en ladrillo, tejado a dos aguas y en el caballete del tejado, un vano vacío que lo mismo podría ser hornacina que espadaña para una campana pequeña, pero que indica que se trata de un edificio religioso pues esta coronado por una pequeña cruz.

Casa tradicional

El caserío de Albocabe está formado por seis conjuntos o manzanas de viviendas agrupadas en un estado de degradación tan avanzado que en muchos casos ya no se pueden identificar más que líneas de cimentación o muros derruidos, aunque dispone de algún edificio moderno para el ganado ovino o guardar aperos agrícolas. Nuestro informador comentó que las casas se iban manteniendo pero que hace años robaron buena parte de las tejas y la decadencia se aceleró acabando con lo que quedaba en pocos años.

La vivienda tipo de Albocabe es una construcción realizada con muros de mampostería rellenos de barro sobre estructura de madera que presenta una planta cuadrangular y consta de planta baja y primera, todo cubierto por tejado a dos aguas. Albocabe no llegó a disponer de agua corriente ni de electricidad.

Basándonos en las pocas fachadas que quedan en pie, son fachadas sencillas, funcionales y carentes de cualquier elemento decorativo o superfluo, con puerta amplia y ventanas pequeñas, una característica al parecer propia de las viviendas más antiguas pues en las más modernas son más anchas y altas. Otro elemento diferenciador es que mientras que en las más antiguas las jambas y dinteles son de piedra y madera, en las más recientes son de ladrillo. Observando el interior desde la calle comprobamos que las paredes estaban revocadas de yeso pintado de tonos azules claros, y que aún conservan alacenas y partes de muebles, puertas y ventanas que como la arquitectura, indican un estilo de vida pragmático y funcional poco dado a lo prescindible. Pocas ventanas llevaron cristales pero es muy común la presencia de sencillas rejas.

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Restos de viviendas. Foto Maribel Zapatero

En algunas la tabiquería interna parece de entramados de madera, en otras el adobe es evidente. No hay elementos suficientes para averiguar si las viviendas llevaban corral, la disposición de la cocina, la forma de la chimenea o si los dormitorios estaban en la planta primera. Alguna ha sido vaciada y sus paredes transformadas en redil para guardar las ovejas.

Por referencias en prensa antigua se puede confirmar que hubo escuela mixta y casa consistorial, pero resulta imposible identificarlas.

Fuente

Madoz ya hablaba de la abundancia de las fuentes y manantiales de Albocabe, y al comentar los posibles significados del topónimo recogíamos las tesis de Carracedo y Terés para quienes puede significar “brocal de pozo”. En la actualidad no encontraremos un pozo con su brocal, aunque algunos hallazgos que no están a simple vista podrían indicarnos la posibilidad de que pudo haber eso o al menos una estructura. Vamos a verlo:

Al acceder al despoblado desde la carretera pasaremos por un monumental abrevadero que tiene un murete triangular de unos dos metros de alto que sostiene la conducción por donde brota agua a un primer pilón piedra y aspecto antiguo, de donde pasa a piletas de hormigón para que beban las ovejas.

 

Albocabe Despoblados de Soria
Fuente-pilón-abrevadero. Foto Maribel Zapatero

 

Albocabe Despoblados de Soria
Detalle de la fuente con inscripción. Foto Ángel Lorenzo

 

A las afueras del pueblo, a unos cien metros al sur-sureste de la iglesia, se encuentra otra “fuente” de aspecto mucho más antiguo, oculta bajo una caseta moderna de ladrillo hormigón y tejado de uralita.

Estrictamente no es una fuente sino un pozo. Tiene una profundidad aproximadamente de cuatro metros, de planta cuadrada de cerca de dos metros por lado y presenta, en el fondo, un entibado circular, inscrito en la planta cuadrada, que posiblemente sea una reforma moderna. Los paramentos son de sillería bien tallada y uno de los lados, el del norte, presenta un curioso “retranqueo” vertical de utilidad incierta.

El pozo, en su fábrica original, posiblemente contara con cubierta abovedada y abrevadero anexo del que un muro apenas visible, puede ser un resto de una estructura que pudo ser la que dio nombre y justificó el topónimo.

La entrevista al informador apenas ofreció datos sobre este asunto pues preguntado directamente por las fiestas apenas contestó con evasivas e insistiendo en las celebraciones religiosas de carácter general (Semana Santa, Navidad…) pero sin ningún matiz diferenciador, y sólo ofreció alguna vaga referencia a alguna celebración a finales de septiembre, probablemente relacionadas con la festividad de San Miguel, a la que acudía el cura de Buberos.

Florentino Zamora Lucas (14) incluye a Albocabe entre los pueblos que forman parte de la Concordia de la Virgen de la Llana de Almenar y acudían a su romería. Pese a la cercanía a Almenar, no consta que Albocabe perteneciera a la Concordia de la Virgen de la Llana, pero Ana Abajo del Grado (15) sí lo incluye en la Concordia de la Virgen de la Fuente en Gómara que se celebró por última vez en 1937.

Más que un aforismo, hay un dicho o chascarrillo que se cuenta en buena parte de este sector sur oriental de la provincia, y que cargado de sentido común y sabiduría popular dice: «El cura de Albocabe estaba bueno, y por estar mejor se sangró y se murió”.

Albocabe se encuentra en el corazón del Campo de Gómara, una zona eminentemente agrícola destinada al cereal de secano donde cuesta encontrar un árbol pues está todo roturado, una situación algo distinta de la que Madoz describió con «viñedo, olivares, y algún arbolado». No hay un río cercano, el Rituerto discurre a algo más de kilómetro y medio al norte, pero la tierra sigue siendo muy fértil con abundantes fuentes y manantiales.

Al comienzo de este texto comentábamos que el edificio más destacado de Albocabe era la iglesia, pero en honor de la verdad habría que matizar esa afirmación pues el mal llamado Silo de Aliud -pues se encuentra mucho más cerca de Albocabe que de Aliud, a unos setecientos metros en línea recta- o más bien un macrosilo con capacidad para más de 30.000 toneladas de grano, el de mayor capacidad de la provincia de Soria y el segundo de España. Su figura de más de diez plantas de altura casi constituye una especie de faro en medio del Campo de Gómara.

A su lado se encuentra también la estación del ferrocarril de la línea Santander-Mediterráneo, abierta en 1929 y cerrado al tráfico de pasajeros desde 1985 aunque se mantuvo algún tiempo para transporte de mercancías. Aquella estación que pese a la acción de los bárbaros, resiste en relativo buen estado, fue mucho más que un apeadero y como su nombre indica “Gómara-Almenar-Albocabe” ofreció servicio ferroviario de transporte de viajeros y mercancías a toda la comarca, siendo probablemente lo segundo más que lo primero lo que le dio sentido como el punto de salida de la gran cantidad de grano producido en estas tierras. Antes y después del cierre de la línea, algunos empresarios agrícolas sorianos presentaron una proyecto de viabilidad que garantizaba la rentabilidad de la línea, llegando a solicitar que se les autorizase operar parcialmente en parte de la línea pues entendían que les resultaba provechoso, pero en una decisión nunca razonada del ministro de turno, la autorización les fue denegada.

Sin embargo si algo la hizo célebre fue un suceso acaecido hacia 1930 cuando un tren arrolló a un camión causando dos víctimas mortales, al parecer por un fallo organizativo de la empresa del ferrocarril pero del que se culpó al guardabarreras que fue condenado a penas de cárcel por homicidio involuntario, lo que ocasionó movilizaciones obreras de los ferroviarios sorianos para defender a su compañero.

Alberto Arribas, con la colaboración de Ángel Lorenzo, Maribel Zapatero, Luis C. Pastor

(1) PÉREZ-RIOJA, José Antonio (2005): El alma de Soria en el lenguaje. Colección Temas Sorianos nº 50. Edita Excma. Diputación Provincial de Soria, Soria, página 28.

(2) CARRACEDO ARROYO, Eleuterio (1996) Toponimia de la Tierra de Soria. Ediciones de la Excma. Diputación Provincial de Soria. Colección Temas sorianos nº 32. Imprenta Provincial de Soria, Soria página 36.

(3) DIAGO HERNANDO, Máximo (2001): Evolución de las relaciones de poder en la región soriana durante el siglo XIV, en la publicación El siglo XIV: El alba de una Nueva Era. Colección Monografías Universitarias nº 12. Edita Universidad Internacional Alfonso VIII. Soria, páginas 117 y 118.

(4) MOSQUERA DE BARNUEVO (2000): La Numantina. Impreso en 1613, edición facsímil de Gráficas Ochoa, Soria.

(5) GALLEGO JIMÉNEZ, Alberto (2008): El vecindario de la provincia de Soria a principios del siglo XVII: El Censo de Campoflorido. Revista de Soria IIª época nº 62, pp. 15-32.

(6)  MIÑANO Y BEDOYA, Sebastián (1826-1829): Diccionario geográfico-estadístico de Soria. 1826-1829. Edición de Silvano Andrés de la Morena, Soria Edita, Soria 2.004, página 33.

(7) MADOZ, Pascual (1846-50): Diccionario geográfico-estadístico-histórico. Edición facsímil de los textos relativos a la provincia de Soria. Edita Ámbito ediciones SA y Diputación de Soria, 1993. Imprime Gráficas Ortega SA Valladolid.

(8) BLASCO JIMÉNEZ, Manuel: Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria, 1ª edición, Soria 1880. Imprenta y Librería de la Infancia, página 23.

(9) SANZ SÁNCHEZ, Andrés (2001): Demografía de la Soria rural durante el siglo XX. Celtiberia nº 95, página 130.

(10) GOIG SOLER, María Isabel y GOIG SOLER, María Luisa (1996): Soria pueblo a pueblo, edición de las autoras, Gráficas SIGNO, Barcelona.

(11) MARTÍNEZ FRÍAS, José María (1980): El Gótico en la provincia de Soria. Arquitectura y escultura monumental. Ediciones de la Universidad de Salamanca, Salamanca. Publicaciones de la Diputación provincial de Soria nº 1.

(12) Noticias de cosas curiosas de Soria. Plateros, Herreros y Bordadores (1940): artículo de autor no referenciado en El Avisador Numantino nº 5744, 17/02/1940, página 2

(13) JANÁRIZ IBÁÑEZ, Fray Damián (1940): Historia de las Imágenes y Santuarios de la Santísima Virgen María en la Diócesis de Osma. Manuscrito inédito existente en la biblioteca de Soria. La referencia la hemos tomado del citado trabajo de Ángel Almazán de Gracia (2004) página 17.

(14) ZAMORA LUCAS, Florentino (1980): Reedición de la obra de Manuel Ibo Alfaro La Virgen de la Llana y el Cautivo de Peroniel. Edición realizada por Florentino Zamora Lucas sobre copia del original de mediados del siglo XIX, Imprenta Las Heras, Soria, página 56.

(15) ABAJO DEL GRADO, Ana (2005): Romerías de Soria. Ochoa Impresores, Soria, página 66.