Despoblado localizado en torno a la ermita olvegueña de San Marcos, en las estribaciones orientales de la Sierra del Madero. También se conoce al despoblado como San Juan de Campiserrado, Campirredondo, Campiserrado, Campocerrado o Camplielserrado.
Despoblado localizado en torno a la ermita olvegueña de San Marcos, en las estribaciones orientales de la Sierra del Madero, en la ladera sur y oeste de los cerrillos Los Pozos y El Llanillo, y muy cerca del lugar donde se construyó, más que un atalaya, un pequeño castillo; pese a ser frecuentado, es uno de los lugares más bellos y tranquilos de Ólvega para pasear.
También se conoce al despoblado como San Juan de Campiserrado, Campirredondo, Campiserrado, Campocerrado o Camplielserrado. La referencia a San Juan en el nombre del lugar puede estar relacionada con una primitiva advocación de la que sería su parroquia como afirma Manuel Peña García (1).
Se parte desde la carretera N-122, en las inmediaciones del alto del Puerto del Madero. Ya iniciada la bajada hacia Matalebreras, tomaremos la SO-P-2001 que surge a la derecha y se dirige a Ólvega. Después de recorrer unos seis km llegaremos a una pista que atraviesa el asfalto, giraremos a la izquierda encontrándonos allí mismo con la Fuente de Juan Cañón, y en apenas mil metros estaremos ante la actual ermita de San Marcos que en su día fuera la iglesia parroquial de Campicerrado.
DATUM | LATITUD LONGITUD |
ETRS89 | 41.795110, -2.028482 |
ETRS89 | 41º 47´ 42,40´´ N 2º 01´ 42,54´´ W |
UTM 30 | Coord. X Coord. Y |
580.716,88 4.627.484,06 |
Camporredondeños, Campiserradeños.
El análisis del topónimo es de los más fáciles, primero porque es evidente que está formado por el sustantivo “campo” al que se le añadió el adjetivo calificativo “cerrado”, describiendo así lo que sería originalmente el espacio del hoy despoblado, un campo de reducidas dimensiones delimitado o cerrado por montes; y segundo porque la explicación debe tener rango oficial pues así se ofrece en el texto legislativo de carácter urbanístico Aprobación definitiva revisión Normas Subsidiarias de Ólvega (BOPSo. 13/03/2006 página 6) que dice «Campicerrado es un polje o uvala cuyo nombre nos evoca un valle constreñido entre montes».
Como a un kilómetro al sur del despoblado discurre la vía férrea del ferrocarril Soria-Castejón. Durante las obras de excavación de la trinchera aparecieron restos fosilizados de mamíferos grandes y pequeños fechados hace unos quinientos mil años, una información que se ofrece también en las citadas Normas Subsidiarias donde se especifica que «…han aparecido Bos primigenius (toro primitivo), Cervus sp. y numerosos roedores de hace unos 500.000 años».
No lejos del paraje anterior, a unos 1.300 metros siguiendo desde la Fuente de Juan Cañón por la carretera en dirección a Ólvega, en un paraje llamado La Muela y ubicado a escasos cien metros a la derecha de la carretera, aparece un cerrete que ha sido estudiado por Eugenio Sanz Pérez (2), quien lo califica como un castro celtibérico, una gran fortaleza de gruesas murallas y una extensión de 0,8 has. que defendía el paso más vulnerable de la sierra del Madero entre el Ebro y la Meseta. Allí, dice, se han encontrado monedas romanas.
Buena parte del interés económico de estas tierras olvegueñas se debe a la agricultura y a la ganadería, pero parece que a esa riqueza común a toda la provincia se le añadían otros recursos mucho menos frecuentes; la explotación minera de materiales ferruginosos con los que allí mismo o en hornos ubicados en las inmediaciones, se obtenía hierro.
Sabemos que, al menos durante parte del siglo X, esta zona de la provincia estuvo sometida al califato de Córdoba y a esa cultura musulmana se atribuye la construcción de la atalaya del Castillazo.
Tras la conquista de Zaragoza en mayo de 1118 por las huestes cristianas del rey de Aragón y Pamplona Alfonso I El Batallador, el proceso de reconquista avanzó velozmente en lo que hoy más o menos vendría a ser la mitad oriental de la provincia de Soria, que pasó de ser una tierra de nadie, poco o escasamente habitada por cristianos y/o musulmanes, a ser un territorio conquistado por los aragoneses, reivindicado por los castellanos y repoblado por todos ellos, pues para alejar el peligro de un contraataque musulmán y conseguir el asentamiento poblacional, el rey Alfonso I de Aragón primero, y su hijastro Alfonso VII de León después, iniciaron una política encaminada a aumentar la población de aquellas tierras entre las que se incluía Campicerrado.
A partir de 1119 se produciría la repoblación del lugar por un contingente humano que sustituyó o se unió a los posibles habitantes musulmanes o mozárabes que pudiera haber previamente, quizá instalados en el entorno del Castillazo. Aquel poblado acabó abandonando el cerro y se instaló en el llano, a unos quinientos metros al norte en el entorno de la actual ermita de San Marcos que sería su templo parroquial, y que, como veremos, por su estilo arquitectónico parece obra de ese mismo siglo XII. Aquel entorno resultaba mucho más adecuado para el asentamiento humano pero tenía un inconveniente, la falta de agua, la que según un informador local se extraía mediante un pozo y una canalización con cañerías de barro desde el Manantial de Juan Cañón (tres kilómetros al sur, al pie de la ladera con aerogeneradores, un extraño topónimo curiosamente relacionado con el aumentativo de cañería), una afirmación que creíamos poco factible o exagerada, pero que confirma el citado documento Aprobación definitiva (o. c. página 8) que en el apartado hidrológico de Ólvega recoge en Campicerrado un pozo y el agua de la Fuente de Juan Cañón. No hay que confundir, en este caso, manantial con fuente: el primero, el manantial, se encuentra cerca del Alto de Juan Cañón, próximo al término de Pozalmuro, mientras que la “Fuente de Juan Cañón”, junto a la que hemos pasado para llegar a Campicerrado, está al borde de la carretera SO-P-2001.
En la actualidad, a los pies de la ermita, hay una fuente de piedra con abrevadero que parece de factura moderna, probablemente reutilizando materiales de una obra anterior.
Sería en esa primera mitad del siglo XII y bajo el auspicio del rey Alfonso VII, cuando el territorio se organizó y articuló según el sistema de Comunidades de Villa y Tierra, fundándose la de Ágreda de la que Campiserrado formó parte, si bien debemos esperar algunos años para ver su nombre escrito.
Máximo Diago Hernando (3) recuerda que el 17 de junio de 1291 se firma una tregua entre los concejos de Ágreda y Tarazona, castellano y aragonés respectivamente, así como una concordia entre ambos municipios en donde se comprometían a guardarse mutuamente en personas y cosas y a poder perseguir a los ladrones de unos términos a otros. Manuel Peña García (4) dice que gracias a este documento es posible conocer las veintiuna aldeas que componían el Concejo de Ágreda, entre ellas Campiel Ferrado.
Continuamos teniendo noticias de Campicerrado en 1339 que nos sugieren que seguía habitado, como las que ofrece Agustín Rubio Semper (5), quien recoge el protocolo número 83 de 18 de julio de 1339 en el que se trata del arrendamiento de la fonsadera de Ólvega, Campiserrado (Campiel Rado), Cul de gallinas (Cuel de Gallinas), La Mata, la Cueva y Fuentes.
Sin embargo, no tenemos más noticias del lugar, y conociendo las calamidades que soportó todo este territorio en la segunda mitad del siglo XIV a consecuencia de las enfermedades y las guerras, podríamos suponer un abandono de la población en ese periodo. Es fácil llegar a esas conclusiones sabiendo lo que por aquí aconteció, pero hay que reconocer que tampoco podría descartarse un abandono mucho más pragmático por pura comodidad, por el desplazamiento voluntario de sus vecinos hacia poblaciones más grandes donde hubiera más y mejores y servicios, desde donde podrían desplazarse a seguir trabajando las fincas o cuidando de los animales. El problema resultante, el mismo que el de otros casos bien conocidos, es que los aprovechamientos de los pastos, baldíos y montes de un despoblado despertaban el interés de los pueblos vecinos y su ocupación no siempre era pacífica. Máximo Diago Hernando (6) incluye Campicerrado en la relación de términos de despoblados de la Tierra de Ágreda que fueron ocupados por concejos o personas particulares, con la circunstancia de que la ocupación de este lugar fue realizada por los concejos de Ólvega, Fuentes y La Cueva. De ese reparto puede originarse una de las causas de las rivalidades entre los de Ólvega y los de Ágreda, y es que dice una antigua leyenda que los agredeños se llevaron las campanas de esta ermita como única compensación por la pérdida de este término, y que las colocaron en su iglesia de San Juan Bautista que, por cierto, no se corresponden a las que hay en la actualidad.
El término continuó despoblado y ya no aparece ni documentado como tal en los censos de 1528 ni en los posteriores, pero su memoria no se perdió pues como despoblado de Ólvega así lo recogen el Catastro de la Ensenada (1752), Pascual Madoz (1850) (7) y Blasco (1890 y 1909) (8) (9).
El Catastro de la Ensenada lo califica como un despoblado de realengo de la jurisdicción de la villa de Ágreda que comprendía tierra de cultivo de secano, monte, así como «tierra yerma por desidia ê ynculta por Naturaleza», que proporcionaban una cosecha anual de trigo, centeno y avena.
A unos 1.025 metros de altitud y en medio de las carrascas del monte inmediato a la ermita al que antes se hacía referencia, aparecen las ruinas de una pequeña fortaleza formada por dos elementos: una torre de planta rectangular de unos 6 x 8 metros y una muralla protectora de la torre que delimita una superficie cuadrada, irregular, de unos veinticinco metros de lado.
Siguiendo las explicaciones de Ángel Lorenzo Celorrio (10), la cerca o muro que rodea la torre está construida con técnica de tapial en mampostería y cal. Su acceso sería a través de una puerta desaparecida que probablemente se encontrara en la zona de la única esquina derruida, y la describe como una construcción que no conserva elementos defensivos tales como almenas, aspilleras, adarve, etc. Tan solo observa unos mechinales en el interior de uno de los muros que más parecen obra posterior, de cuando el recinto se aprovecharía como majada para el ganado. Este muro tiene una altura que en algunos tramos llega a los tres metros y tiene forma de cuadrilátero con sus lados ligeramente desiguales, conteniendo en su interior la torre de defensa que se encuentra parcialmente descentrada.
La torre tiene también una altura similar de unos tres metros, si bien por los escombros existentes queda claro que sería mayor, razón por la que tampoco se observa la puerta de acceso que estaría a un nivel superior a los restos actuales. La obra parece de mampostería concertada y cal, no de tapial como la cerca.
El investigador estima que el conjunto puede fecharse en el siglo X, periodo en el que la zona estuvo bajo la influencia musulmana, y considera que, por su ubicación, más que una fortaleza para la defensa de la población parece un puesto militar de control y vigilancia.
Otros investigadores como Santiago Lázaro Carrascosa (11) suponen que este castillo se construiría sobre una atalaya musulmana de época anterior, y cree que por su altura y situación sólo se podría comunicar con una hipotética atalaya que estaría en el cerro Alto del Otero, término de Ólvega, a 1.122 metros de altitud. Manuel Peña García (o. c) considera más bien que la de Campicerrado se comunicaría visualmente con la de Matalebreras.
Como todas las torres, castillos y fortalezas, este olvidado castillo soriano es uno de los tres BIC (Bien de Interés Cultural) con que cuenta el municipio de Ólvega, según expediente incoado y declarado el 22 de abril de 1949 (BOE de 05/05/1949).
La ermita de San Marcos es un edificio que se presupone fue la antigua iglesia parroquial de Campicerrado; aunque esa sea ahora su advocación, Peña García (o. c.) recoge que en 1770 estaba dedicada a San Juan y recuerda que antiguamente tuvo una imagen dedicada a este santo.
Está construida en piedra de mampostería, salvo esquinas, portada, arco triunfal y espadaña que son de piedra de sillería. Consta de una nave rectangular con perfecta orientación oeste-este de pies a cabecera, estrecho arco triunfal de medio punto sobre impostas, capilla mayor cubierta de presbiterio cuadrado y ábside semicircular que contiene una aspillera románica tapiada en la actualidad. A los pies, llevó un coro hoy desaparecido del que persisten las bases, y al exterior permanecen los restos de una espadaña de dos vanos vacíos que se derrumbó parcialmente hace muchos años. El templo dispone de una curiosa pila bautismal de forma cúbica con cavidad semicircular.
Al interior, las paredes de la nave muestran la piedra sin lucir y el suelo empedrado. La capilla mayor, a la que se accede desde la nave subiendo tres escalones, parece otro templo con el interior lucido de yeso y pintado en tonos cálidos. En el presbiterio, al que también hay que acceder por otros tres escalones, lleva un sencillo retablillo y una imagen moderna del santo titular dispuesta sobre el altar -de grandes piedras de sillería similar a los laterales de la nave-, adosado a la pared absidal al estilo preconciliar, por lo que lleva moderna ara exenta que es donde el sacerdote celebra los rituales conforme a la liturgia moderna.
La techumbre de la nave se desprendió hacia 1930, pero debieron de pasar varios lustros hasta que fue de nuevo cubierta en 1998, gracias a la colaboración de la Obra Social y Cultural de Caja Duero, que en su reparación invirtió seis millones de pesetas instalando una nueva cubierta de madera, a dos aguas y teja árabe. La capilla mayor dispone también de cubierta de madera en buen estado de conservación.
En el lado de la epístola, orientada al sur, se dispone la portada resuelta con tres arquivoltas lisas de arcos de medio punto.
En el interior del templo Pedro Luis Huerta Huerta (12) destaca el doble banco de piedra que recorre los muros de la nave hasta enlazar con las gradas que salvan el desnivel existente con la capilla mayor, las dos mesas de altar de piedra de sillería situadas a cada lado del arco triunfal, una curiosa pila de agua benditera con un canecillo a su lado decorado con cabeza antropomorfa, y una pila bautismal cuadrada de 79 cm de anchura por 66 de altura con su interior vaciado de forma esférica que recuerda a la cruciforme de Gormaz.
Huerta no ofrece datación pero parece un ejemplo típico de templo construido según los cánones del románico rural del siglo XII, datación también compartida en la web municipal (13).
La ermita de San Marcos sigue siendo objeto de gran devoción por los olvegueños que por sentimiento religioso o por tradición, acuden a la animada romería que tiene lugar el domingo siguiente al 25 de abril. Allí se celebra la eucaristía organizada bajo un rígido protocolo, seguido de comida campestre y baile. Una costumbre que no puede faltar es comer la típica “culeca”, una masa de pan con manteca que contiene chorizo y huevo duro. Excepcionalmente también se permite jugar a las chapas.
Alberto Arribas con la colaboración de Ángel Lorenzo, Maribel Zapatero, Luis C. Pastor
(1) PEÑA GARCÍA, Manuel (1982): Ólvega. Historia, Arte, Folklore. Tomos I y II. Ayuntamiento de Ólvega.
(2) SANZ PÉREZ, Eugenio (2008): “Vestigios arqueológicos de las guerras celtibéricas en las estribaciones del Moncayo.” Celtiberia nº 102, páginas 269 y ss.
(3) DIAGO HERNANDO, Máximo (1993): Estructuras de poder en Soria a fines de la Edad Media. Colección Estudios de Historia, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, página 37.
(4) PEÑA GARCÍA, Manuel (2004): Historia y Arte de Ágreda. Imprime Monte Carmelo, Burgos, página 49.
(5) RUBIO SEMPER, Agustín (2000): Fuentes Medievales Sorianas: Ágreda. Colección de Archivos Sorianos nº 1. Imprenta de la Diputación Provincial. Soria.
(6) DIAGO HERNANDO, Máximo (1991): “Los términos despoblados en las comunidades de Villa y Tierra del Sistema Ibérico castellano a finales de la Edad Media”. Hispania LI/ 2, 178, página 514.
(7) MADOZ, Pascual (1846-50): Diccionario geográfico-estadístico-histórico. Edición facsímil de los textos relativos a la provincia de Soria. Edita Ámbito ediciones SA y Diputación de Soria, 1993. Imprime Gráficas Ortega SA Valladolid.
(8) BLASCO JIMÉNEZ, Manuel (1880): Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria, 1ª edición, Soria. Imprenta y Librería de la Infancia.
(9) BLASCO JIMÉNEZ, Manuel (1909): Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria. IIª edición, Soria. Ed. Tipografía de Pascual P. Rioja.
(10) LORENZO CELORRIO, Ángel (2003): Compendio de los Castillos medievales de la provincia de Soria. Diputación Provincial de Soria, Colección Temas Sorianos nº 44, Soria.
(11) LÁZARO CARRASCOSA, Santiago (2007): “Aproximación al estudio del sistema defensivo musulmán, en la frontera de la zona oriental soriana (siglos X a XII)”, Revista de Soria IIª época nº 56, página 55.
(12) HUERTA HUERTA, Pedro Luis (2002): Enciclopedia del Románico de Castilla y León. Soria, volumen II, Fundación Santa María la Real, Centro de Estudios del Románico, página 739.
Asociación de Amigos del Museo Numantino