Castril

Despoblado cercano a Soto de San Esteban, pero en término municipal de Miño de San Esteban.

Iglesia de Castril en lo alto del cerro.
Iglesia de Castril en lo alto del cerro. Foto Ángel Lorenzo

Fecha de despoblación: Desconocida

Localidad: Miño de San Esteban

Estado actual: Despoblado

Término municipal: Miño de San Esteban

Descripción

Despoblado cercano a Soto de San Esteban pero en término municipal de Miño de San Esteban, situado junto a la vega del río Duero. El consorcio Camino de Cid (1) incluye este lugar en el tramo de El Destierro, al considerar que por aquí pudo discurrir la ruta que hace casi mil años obligó a Rodrigo Díaz de Vivar a abandonar Castilla.

El acceso puede hacerse desde Soto de San Esteban saliendo por la carretera local a Langa de Duero, la SO-P-4009, entre el río Duero a nuestra derecha y el canal de Ines a la izquierda. Recorridos unos seis km veremos a nuestra izquierda un cerro que tiene en lo alto las ruinas de lo que fue la iglesia del despoblado, y un poco más adelante, poco más o menos a la mitad de camino entre el km 11 y el 12, tomaremos una pista que surge a la izquierda. Siguiéndola poco más de cien metros y pasando el puente del canal de Ines, veremos un muro antiguo e intentaremos aparcar en las inmediaciones para subir a pie hasta la iglesia.

DATUM   LATITUD                    LONGITUD
ETRS89 41.58328439979467     -3.3540260726697867
ETRS89 41° 35′ 00″ N                     3° 21′ 14´´W
UTM 30    Coord. X                    Coord. Y
  470.489,58                  4.603.570,45
Altitud   884,355 m

El topónimo Castril parece derivar del latín castrum (fortaleza), de forma directa bajo la forma castellanizada, o de la misma palabra latina pero que evolucionó a la forma árabe Qastal (القسطل‎), con el mismo significado, y que podría indicar la presencia de un pequeño castillo, torre o atalaya de la que no tenemos noticias ni se aprecian restos.

Aunque en ese mismo emplazamiento no conocemos hallazgos arqueológicos que vayan más allá del alto medievo, en poco más de un kilómetro a la redonda encontramos evidencias arqueológicas que indican que el lugar estuvo poblado al menos desde la época del Calcolítico pasando por las del Bronce y Hierro, así como varias villas romanas de época altoimperial y tardorromana, a la que parece seguirle un importante vacío histórico hasta el siglo XII cuando Teresa Angulo Fuertes (2) identifica este lugar con el Castril de Carrias o de Pendones, que confinando con Alcozar fue donado por Rodrigo González de Lara a su hermana María en 1112. Esta autora aún ofrece otra posibilidad pues en la página 377 lo llama Castril de Abajo, un topónimo que persiste en la actualidad para dar nombre a un paraje situado como a un kilómetro al oeste de la ermita en el que se ubican viejos edificios destinados a uso ganadero que, pese a su aspecto deteriorado, no denotan tanta antigüedad como la ermita ni parecen propios de un despoblado que, como veremos, lo está al menos desde mediados del siglo XVIII.

Luciano Serrano (3) no recoge la cita anterior pero sí un documento de 1151 que asegura que el rey Alfonso VII donó al monasterio de San Pedro de Arlanza una heredad llamada Castello albo que se encontraba colindante con los caminos que unían Soto de San Esteban y San Esteban y que, sin justificarlo adecuadamente, identifica con Castril.

Gonzalo Martínez Díez (4) también recoge esa posibilidad pero considera que Castril fue una aldea que perteneció a la Comunidad de Villa y Tierra de San Esteban de Gormaz, algo que corroboran José María Incausa Moros, Teresa García López y Luis C. Pastor (5) que añaden que Castril junto a Cubillas y Oradero, otros dos despoblados cercanos, estuvieron integrados en esa comunidad, aunque pertenecieron al monasterio de La Vid, que surgió en el siglo XII.

En fechas posteriores, Angulo Fuentes (o.c.) recuerda que en 1366 Marina Pérez de Castañeda, viuda de Fernando Díaz de Mendoza, hizo donación al monasterio de Retuerta de una heredad en Castril, “aldea de San Esteban de Gormaz”, en la que como testigos aparecen don Pedro, abad de La Vid, y fray Juan de Soria, religioso del mismo monasterio. Añade que, sin saberse razón, la heredad pasó al Monasterio de La Vid.

Divina Aparicio de Andrés (6) nos dice que fue propiedad de estos frailes de La Vid al menos desde principios del siglo X, y que allí contaban con dos ruedas de molino que en 1516, y según se contiene en documentos de apeo y deslinde, apenas si producían cuatro o cinco mil maravedíes anuales, de los cuales había de gastar una buena parte en reparaciones.

Quizá esa escasa rentabilidad, sigue diciendo, fue la causa por la que el 29 de mayo de 1516 los frailes decidieron establecer un censo enfitéutico perpetuo a favor de Gutiérrez Delgadillo (señor de Castrillo de Luis Díez, Cevico Navero, Alcozar…) en el que quedaba incluido el dominio útil de dos ruedas de aceña (molinos) que dicho monasterio poseía en el río Duero, en el término del lugar de Castril, de la jurisdicción de la villa de San Esteban de Gormaz, con todos sus aparejos y con un barco que había en dichas aceñas, tal y como se indica en la carta censal.

En 1528 el Censo de Pecheros lo documenta individualmente y habitado por 39 vecinos pecheros, un número de familias importante, menor que por ejemplo Soto que tenía 60 pero mayor que el de Atauta que contaba con 27. Unos años después, en 1591, vuelve a documentarse como pueblo habitado perteneciente a la Tierra de San Esteban pero sin indicar cifras individualizadas en cada población, siendo esta la última fecha de la que tenemos constancia de que seguía poblado.

El abandono de Castril pudo ser debido a una época de malas cosechas, a alguna enfermedad de las personas o del ganado, pero como recuerda Divina Aparicio (o.c.), la tradición popular lo entiende de una forma mucho más sencilla y justifica la despoblación en base a una plaga de culebras. Y aún añade otra leyenda que asegura que el campanillo de la torre del castillo de Alcozar que da las horas, lo compró el Ayuntamiento a sus últimos habitantes, algo que la propia Divina Aparicio –destacada investigadora de Alcozar- niega con argumentos reales.

No obstante tendremos que esperar a mediados del siglo XVIII para documentar ya oficialmente despoblado a Castril. En 1753 se redactó la correspondiente encuesta del Catastro del Marqués de la Ensenada (1752) que ya lo certifica como un despoblado del señorío de la marquesa de Villena, perteneciente a la jurisdicción de la villa de San Esteban de Gormaz «anejo a la parroquia de Soto», que contenía tierras donde se cultivaba trigo, centeno, cebada y avena, otras yermas e «yncultas», así como una ausencia total de arbolado, si bien debe referirse a los frutales pues más adelante recoge que los vecinos de Miño aprovechan pastos, pero también robles para recoger leña y bellotas. Había también diecinueve colmenas pertenecientes a varios vecinos de Miño.

Al principio del texto citábamos la existencia de un muro antiguo junto al que recomendábamos dejar el coche. Aunque en principio pueda parecer un elemento sin importancia, no son de esa opinión Incausa, García y Pastor, citando a Álvaro García Cabrerizo (7), @sontarvaro en la red social de Twitter, quien en un hilo proponía que este paredón en realidad podría ser la espadaña de una iglesia. Se trataría por tanto de los restos de un templo románico arrasado que presentaba planta basilical, argumentando para ello detalles como el propio grosor del muro, su método constructivo, su orientación y los vestigios de su fábrica, que todavía se intuye sobre los escombros.

Ángel Lorenzo Celorrio (8), abunda en este mismo sentido cuando dice: El lugar de Castril también se denomina “Las Iglesias”, en clara referencia a los dos edificios religiosos (el paredón mencionado y la iglesia románica).

Paredón en la parte llana. Se aprecia al fondo la iglesia románica.
Paredón en la parte llana. Se aprecia al fondo la iglesia románica. Foto Ángel Lorenzo

La duda se disipará cuando se realice, en el muro y sus inmediaciones, alguna prospección arqueológica.

En cualquier caso, el elemento arquitectónico más destacado del despoblado lo constituye la antigua iglesia románica que, en lo alto del cerro y pese a su estado ruinoso, sigue manteniendo un gran interés. No queda, sin embargo, en sus inmediaciones, resto alguno de las viviendas que pudo haber, únicamente persisten algunas construcciones menores que para Incausa, García y Pastor (o. c.), son restos de varios colmenares.

Guillermo García Pérez (9) recoge además de los restos de la iglesia, los de un palomar y de un monolito que conmemora la pasada existencia del pueblo, “todo ello junto a la carretera”. Recuerda también que los naturales de la comarca sostienen que en este lugar hay un vado, junto a los caminos que van desde Miño y Valdanzo hacia Alcozar, un extremo que no hemos recogido pero sí el recuerdo de que a la altura de este lugar hubo una barcaza de sirga para cruzar el río, algo que ya apuntaba Divina Aparicio en su texto, extendiendo su uso hasta la década de los sesenta del siglo pasado y describiéndolo como «un rudimentario artilugio hecho con tablones».

Para Pedro Luis Huerta (10) la iglesia es un templo románico de estructura clásica orientado casi perfectamente de oeste a este, y levantado en una fuerte pendiente, lo que obligó a sus constructores a realizar una profunda excavación de material que fue acopiado en la cabecera para poder nivelar el suelo del ábside al de los pies de la nave.

Vista general de la iglesia de Castril.
Vista general de la iglesia de Castril. Foto Ángel Lorenzo

Consta de nave única de planta rectangular que se uniría a la capilla mayor con un arco triunfal de medio punto que ha sido saqueado, continuado por bóveda de cañón, parcialmente hundida, que continuaba hacia el ábside, de planta semicircular y bóveda de horno. El templo está construido en mampostería y llevaba sillería, pero salvo algunas piezas en el hastial occidental, todos los capiteles, sillares, arcos, portada y vanos, hace mucho que fueron saqueados.

Parte interior del muro correspondiente a la espadaña de la iglesia de Castril.
Parte interior del muro correspondiente a la espadaña de la iglesia de Castril. Foto Ángel Lorenzo

El interior de la capilla mayor mantiene en su superficie parte del lucido original de mortero sobre el que se dibujaron líneas que imitan un despiece de sillería, así como algunas cenefas en dientes de sierra.

Pedro Luis Huerta (o. c.) fecha la obra a finales del siglo XII o principios del XIII y supone que por los huecos que quedan tuvo dos portadas, la principal abierta al sur y otra de menores dimensiones al norte. No comparten la existencia de esta segunda puerta septentrional, Incausa, García y Pastor para quienes dado lo abrupto del terreno al lado norte, la anchura de la propia abertura y el escalón que supone su nivel con respecto al de la nave, el vano correspondería más bien a una ventana baja.

Ábside de la iglesia de Castril.
Ábside de la iglesia de Castril. Foto Ángel Lorenzo

Alberto Arribas con la colaboración de Ángel Lorenzo, Maribel Zapatero, Luis C. Pastor

(1) https://www.caminodelcid.org/servicios/iglesia-antigua-en-el-despoblado-de-castril-1978724/ 

(2) ANGULO FUENTES, Teresa (2015): Tesis doctoral El Monasterio Premostratense de Santa María de la Vid (Burgos). Siglos XII-XV. Departamento de Historia Medieval y Ciencias Técnicas Historiográficas. Facultad de Geografía e Historia de la UNED descargable en:

http://e-spacio.uned.es/fez/eserv/tesisuned:GeoHis-Mtangulo/ANGULO_FUERTES_TERESA.pdf

(3) SERRANO, Luis (1925): Cartulario de San Pedro de Arlanza: Antiguo Monasterio Benedictino. Centro de Estudios Históricos, Madrid página 198.

(4) MARTÍNEZ DÍEZ, Gonzalo (1983): Las Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura castellana. Editora Nacional, Madrid, página 106.

(5) INCAUSA MOROS, José María, GARCÍA LÓPEZ, Teresa y PASTOR, Luis C. (20/11/2021): El despoblado de Castril: el Románico expoliado. Día de Soria, pp. 38 y 39.

(6) APARICIO DE ANDRÉS, Divina (2002): El despoblado de Castril. Casos y cosas de Soria, III. Soria Edita, Imp. Marco Gráfico S. L, página 67.

(7) GARCÍA CABRERIZO, Álvaro: Hilo en Twitter: https://twitter.com/sontarvaro/status/1428014659869806595

(8) LORENZO CELORRIO, Ángel (2003): Compendio de los castillos medievales de la provincia de Soria. Edita Excma. Diputación Provincial de Soria. Colección Temas sorianos nº 44, Soria, página 136.

(9) GARCÍA PÉREZ, Guillermo (1988): Las rutas del Cid. Editorial Tierra de Fuego, página 226.

(10) HUERTA HUERTA, Pedro Luis (2002): Enciclopedia del Románico de Castilla y León. Soria, volumen II, Ediciones de la Fundación Santa María la Real, Centro de Estudios del Románico, páginas 639 y ss.