Despoblado tradicional de Cubilla, ubicado al sur de su término municipal.
Despoblado tradicional de Cubilla ubicado al sur de su término municipal entre fincas de cultivo y suaves lomas onduladas.
Se accede por la carretera comarcal SO-P-5018 que parte de la N-234 al lado de la ermita de la Virgen Blanca que va de Muriel Viejo a Cubilla y a Ucero. El despoblado aparece en una curva pronunciada, en el punto kilométrico 13,3.
DATUM |
LATITUD LONGITUD |
ETRS89 |
41.730482 -2.950147 |
ETRS89 |
41° 43′ 50′′ N 2° 27′ 01′′ W |
UTM 30 |
Coord. X Coord. Y |
504.144,58 4.916.853,86 |
|
Altitud |
1.063 m |
Cubillense
Rafael García de Diego (1) sostiene que los topónimos Cubilla, Cubillo o Cubo, implican una idea de agregación o dependencia de otros lugares de los que serían entidad menor. Para Eleuterio Carracedo Arroyo (2), el topónimo puede estar relacionado con la presencia de un antiguo torreón o fortaleza como es el caso de varios topónimos en Soria (3).
Pensamos, no obstante que, en este caso, el nombre puede ser un hidrotopónimo, ya que en el entorno del despoblado de Cubillos son varios los precisamente llamados así, cubillos, y que no son sino “pozos” comunes para abastecimiento de agua, con la particularidad de llegar a la capa freática con una ligera excavación, encontrándose el líquido prácticamente a nivel del terreno y con un entibado (refuerzo de las paredes para que estas no colapsen hacia el interior) que está formado no por mampostería, como en muchos de los pozos que conocemos, sino por una estructura cuadrada de madera de sabina que acaba a nivel del suelo sin formar brocal. Precisamente por este último detalle de carencia de protección ante caídas fortuitas de personas o animales, es fácil pensar que estuvieran mínimamente “cubiertos” con elementos diversos como ramas, maderas, etc.
Es curioso que en muchos de los pueblos de nuestra provincia, y en muchas otras, abundan los lugares e incluso fuentes con la denominación de El Cubillo o Cubillo. No menos interesante es comprobar la abundante toponimia de poblaciones que incluyen la palabra cubillo o cubilla en la geografía española, posiblemente relacionados con el tipo de abastecimiento de agua que aquí comentamos.
En Cubillos hay una fuente con pilón y un lavadero, sin cubierta, de dos pozas, una para el lavado y la otra para el aclarado, aunque en la actualidad no hay agua. Por la fábrica y aspecto caracterizado por un empleo masivo de cemento, podría deducirse que su construcción corresponde a una obra del siglo XX, concretamente de 1933 como veremos más adelante.
Como se dijo anteriormente, en el término municipal existen varios “cubillos”, que se encargaban de abastecer de agua a agricultores y ganaderos, aunque algunos de ellos se secaban en el verano. El cubillo más cercano al pueblo era «el cubillejo», situado a unos 100 metros al norte del caserío, a la derecha de la carretera que lleva a Cubilla, a escasos metros de la misma y a escasa distancia de la acequia próxima, antes de llegar a ella. Este era de los pocos cubillos que no se secaba durante el verano y que tenía agua de muy buena calidad.
La referencia histórica más antigua que hemos localizado es la que ofrece Gonzalo Martínez Díez (4) quien afirma que mientras que la cercana Cubilla perteneció a la Comunidad de Villa y Tierra de Cabrejas, Cubillos perteneció a la Comunidad de Villa y Tierra de Ucero, una situación que no se mantendría durante mucho tiempo pues parece que, relacionado con el paso de la Tierra de Cabrejas a manos del cabildo de Osma primero y luego a las de su obispo, dice que Cubillos también acabó siendo propiedad de Osma, algo que se desarrolló entre 1136 y 1580.
La historia de Ucero en el siglo XIII resulta muy compleja e interesante (5) pero a los efectos de conocer la historia de Cubillos, nos es suficiente saber que a finales de ese siglo era señor de Ucero un noble militar llamado Juan García de Villamayor, que ante la inminencia de su propia muerte se arrepintió de sus pecados, especialmente de los saqueos y sacrilegios cometidos contra la Santa Madre Iglesia, por lo que dispuso en su testamento que sus albaceas debían satisfacerla vendiendo la villa de Ucero y sus trece aldeas al obispo de Osma, Juan de Ascarón, por trescientos mil maravedíes, dinero que sería empleado para compensar y reintegrar parte de lo saqueado, y entre esas trece aldeas Loperráez incluye a Cubillos (6).
Aquella maniobra consolidó la presencia y fuerza del señorío episcopal frente a los otros señoríos que le rodeaban, lo que entendido en el complejo contexto de la época con otros elementos políticos y familiares que no vienen al caso, obligó a que algunos de estos señores recurrieran y actuaran en contra de los intereses del obispo, como Juan Fernández de Padilla, señor de Calatañazor, quien llegó a enfrentarse en combate contras las huestes del obispo Ascarón. Otros señores menos beligerantes actuaron legalmente y consiguieron que el papa Juan XXII declarara en 1325 la nulidad de aquella venta, aunque al final y por una serie de intrigas, el obispado de Osma acabó consiguiendo el señorío de Ucero.
El Censo de población pechera de 1528 recoge 16 vecinos de esta clase en Cubillos, pero el censo de 1591 sólo lo cita como una de las aldeas de la Tierra de Ucero que entre todas, más la villa, sumaban 227 vecinos. El censo de Aranda (1768) resulta mucho más completo y refiere un total de 81 habitantes.
El 10 de junio de 1752 se redactó el Catastro de la Ensenada relativo a este “lugar” de la jurisdicción de la villa de Ucero y propia del Ilmo. Señor obispo de Osma como “dueño” de la villa y su jurisdicción y a quien abonaban las martiniegas (7). Los de Cubillos cultivaban berzas, prados, cáñamo, trigo, centeno, cebada y avena, disponían de una dehesa boyal para pasto de los animales de todos los vecinos, así como un monte de robles que, además de leña, les proporcionaba bellotas, aunque en el término también había enebros, chopos, sauces y un único peral. En cuanto a animales, además de los de trabajo habituales y algunas colmenas, disponían de rebaños de ovejas, cabras, ganado vacuno y mular. En cuanto a sus vecinos, todos labradores, residían en el propio caserío dieciséis y medio además de «tres viudas que hacen vecino y medio». Habitaban dieciocho casas, a lo que se unían otras dos vacías y siete pajares que no pagaban impuestos por su establecimiento en el suelo.
El Censo de Floridablanca (1785) refiere Cubillos como un anejo de Cantalucia habitado por dieciséis vecinos y tres viudas (cien personas). Catorce de sus vecinos eran labradores, otros dos tratantes de leña y había cuatro pastores.
Cubillos llegó a tener Ayuntamiento propio y, aunque ignoramos desde cuándo, sí conocemos el momento de su extinción, pues según el censo de 1857 (8) en esa fecha ya aparece absorbido por el municipio de Aylagas que, a su vez, acabó siendo englobado en el de Cubilla a cuyo término municipal pertenece en la actualidad.
A través de las entrevistas con sus últimos vecinos, especialmente con Ricardo Gómez (9), el investigador Faustino Calderón (10) aporta una valiosa información sobre el último periodo del poblado, quizá cuando la vida resultaba más fácil, especialmente desde 1947 cuando conocieron la electricidad gracias al tendido de una línea desde Cubilla que costó a sus vecinos 13.500 pesetas, que obtuvieron gracias a una cantidad aportada por cada vecino, a trabajos realizados por los mismos y a la venta de algunas sabinas centenarias propiedad del común. En 2009, Ricardo Gómez recuerda cómo el pago se hizo en la cocina de la casa del alcalde en billetes de 100 pesetas.
Esteban Valtueña Jiménez (11) ofrece como último censo con habitantes el de 1960 con 59 personas inscritas, una cifra que indica ya una merma poblacional que como en el resto de la provincia se transformó en sangría, sólo que en Cubillos no se detuvo y acabó vaciándolo del todo. Faustino Calderón recuerda la historia de siempre, que primero fueron los jóvenes los que se marcharon buscando una mejor calidad de vida y que después les siguieron los mayores. En este caso dice que los puntos de atracción fueron las grandes ciudades como Barcelona o Madrid, y sólo unos pocos se quedaron en la misma provincia. Por fin, dice que fue en el año 1970 cuando las tres últimas familias que quedaban se fueron a vivir a Cubilla desde donde atendían la tierra y el ganado.
Cubillos es uno más de los típicos ejemplos de arquitectura tradicional soriana basada casi exclusivamente en la piedra, la madera y el adobe, elementos constructivos obtenidos del mismo medio al que lentamente regresan deshaciéndose por efecto de la lluvia, los hielos, el abandono y el expolio. Hay algunas construcciones modernas que toleran mejor el paso del tiempo, pero en general todo el despoblado está arruinado y en avanzado estado de desintegración.
El principal edificio del pueblo ha sido el correspondiente a iglesia parroquial, que en este caso se encuentra bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción y que como el resto de los edificios se encuentra arruinado, permaneciendo en pie la “caja” de los muros.
Aunque nunca hay dos iglesias iguales, podríamos decir que la de Cubillos responde al clásico esquema general de los templos parroquiales de muchos pueblos y despoblados sorianos, un patrón que consta de una nave rectangular orientada de pies a cabecera de oeste a este, que en su último tercio culmina en el llamado arco triunfal o de gloria, un arco de medio punto que comunica esa parte de los fieles con el espacio presbiteral, casi siempre de planta cuadrada o ligeramente rectangular, con sacristía adosada en un lateral y testero absidial plano donde iría el retablo mayor del templo.
A los pies, sobre una estructura de madera, se encuentra el coro y justo debajo se disponía el baptisterio desde donde se accedía al campanario, una espadaña de dos vanos alargados en arco de medio punto que hoy aparecen vacíos y que culmina en forma de frontón sobre cuyo vértice se colocó una veleta y una cruz de forja. El templo está construido en piedra de mampostería presentando sillería en vanos, esquinas, cornisas, así como en el arco triunfal y en el de la portada, que en este caso se resuelve con uno de medio punto de gran dovelaje abierto en el muro sur de la nave y cubierto por un sencillo pórtico a punto de derrumbarse. La nave presentaba una cubierta de madera a dos aguas bajo teja árabe; por su parte el tramo presbiteral lo hacía con cubierta a tres aguas, igualmente de teja, que al interior y por los escasos indicios que perduran, parece que llevaría una sencilla bóveda de arista.
En planta la parroquial de Cubillos es de cruz latina al añadir dos capillas laterales simétricas, que forman el crucero. Al norte tiene adosado el cementerio. Todo el interior estaría revocado de yeso, encalado y con enseres religiosos de los que nada queda pues fueron retirados al Museo Diocesano antes de su ruina total. De entre sus obras artísticas destacan unas pinturas sobre tabla ensambladas en marcos platerescos de lo que fue la predela de su retablo mayor que representa a los cuatro evangelistas y también una imagen de su santo patrón San Lucas que se trasladó a la iglesia de Cubilla.
Teófilo Portillo Capilla (12) recoge que en el siglo XVIII fue sede de la cofradía de Todos los Santos.
En cuanto a lo que fue el resto de su arquitectura urbana, una simple observación nos permite contar hasta catorce agrupaciones de edificios, juntos o aislados, que ofrece un total de unos veinticinco inmuebles, todos arruinados en mayor o menor grado.
Los hay de estructura de madera con muros de piedra caliza en mampostería, o con fábricas mixtas que alternan ese sistema constructivo con el adobe y con los entramados de madera lucida en barro tanto para tabiques exteriores como interiores. También se observan algunas construcciones de aspecto más reciente y en mejor estado de conservación, que emplean tanto la piedra como el ladrillo. Por lo general, incluso en las más antiguas, parece que su distribución interior se realizaba con adobes o entramados de madera y barro, con paredes lucidas de yeso, cocinas de hogar bajo con campana pequeña, toscas carpinterías, alguna con horno, cuadra en la parte baja de la casa…
Se conserva el edificio del transformador y algunas conducciones aéreas del cableado eléctrico. Las viviendas no contaron con servicio de agua potable, ni red de evacuación de aguas sucias. También permanece, como ya se mencionó, sin agua, la fuente-pilón construida en 1933 según los datos recabados por Faustino Calderón. El agua llegaba desde el alto de Pradera Redonda, a mil trescientos metros de distancia del pueblo, mediante una canalización subterránea, que se hizo mediante hacendera siendo alcalde D. Frutos Gómez Marina. Esta conducción precisaba de limpieza anual, pues las raíces de la vegetación obstruían la misma, y eran las mujeres, con un palo largo finalizado en un gancho metálico de tres puntas curvas, las encargadas de su limpieza y mantenimiento.
Cuando el pueblo quedó deshabitado, sin la limpieza anual la conducción quedó obstruida y ni fuente ni lavaderos cuentan con agua. A su lado, dos edificios de piedra y madera con un piso son, el de la izquierda la escuela y el ayuntamiento el de la derecha. No hemos podido observar instalaciones comunales como un juego de pelota o una fragua.
Con los datos recopilados por Ricardo Gómez Andrés y algunas noticias recogidas de la tradición oral del entorno y de la prensa histórica provincial, sabemos que la fiesta más señalada se celebraba los días 18 y 19 de octubre, en honor de San Lucas, patrón de la localidad. Se desarrollaban actos religiosos y profanos habituales, en los que no faltaban las dos sesiones de baile. Por la fotografía de la procesión de 1958, proporcionada por Victoria Moreno Gómez, sabemos que el santo salía a hombros de las mujeres del pueblo, mientras que los hombres iban bailando, delante, mirando al santo. El ayuntamiento contrataba la música, dos gaiteros y un tambor de Fuentearmegil o de Fuentecantales. La primera sesión de baile se celebraba en la placeta de la Carrera, al este del pueblo, mientras que la segunda, después de la cena, lo hacía en la Plaza Mayor frente la escuela y el ayuntamiento. Al ser estas fiestas las últimas del calendario festivo del entorno, eran muy frecuentadas por los habitantes de los pueblos cercanos, que con las de Cubillos cerraban el calendario festivo anual. Como no había bar, los jóvenes foráneos eran acogidos, como si de un familiar se tratase, en las distintas casas del pueblo en las que se compartía mesa y mantel. Los músicos, por orden municipal, eran hospedados en las distintas viviendas.
Como en la mayor parte de los pueblos sorianos, la del Corpus Christi era una de las fiestas más señaladas del calendario festivo, con actos religiosos parecidos a los del resto de la provincia: Ese día se paralizaba toda actividad, al ganado se le atendía por la mañana pronto y se le encerraba en los corrales sobre las 10 de la mañana hasta el día siguiente. Terminados los actos religiosos, Santa Misa y procesión, una persona de cada casa se dirigía al Ayuntamiento para recoger una jarra de vino con la que se convidaba a cada familia. El vino municipal seguía repartiéndose por la tarde, en este caso con porrones, durante el desarrollo de juegos populares en los que participaban todos los vecinos con gran alborozo, y que se extendían hasta después de cenar cuando con músicos locales que tocaban la guitarra y la bandurria, se organizaba una sesión de baile.
Los domingos y días festivos de invierno y primavera en un bajo de la Casa Consistorial se desarrollaba un baile para la juventud, amenizado por dos jóvenes del pueblo que tocaban bandurria y guitarra. Para poder desarrollar esta actividad fue de gran ayuda la llegada de la luz eléctrica, pues durante dos horas al día, los salones se iluminaban con bombillas.
Cubillos formaba parte de la Concordia de la Virgen de la Blanca de Cabrejas del Pinar, a cuya fiesta acudían con sus cruces y estandartes, pero a la par que el número de sus vecinos fue disminuyendo, el de los dispuestos a acudir representando al pueblo fue languideciendo hasta que algunos años antes de la despoblación total ya dejaron de acudir.
El día de Año Nuevo niños y niñas menores de 14 años se reunían e iban casa por casa a pedir el aguinaldo.
Las mozas por San Blas hacían rosquillos y los iban vendiendo por las casas; con lo que obtenían organizaban una merienda en los salones de la escuela o del ayuntamiento.
En el pueblo no había bar ni tienda, por lo que para adquirir las mercancías propias de estos establecimientos los cubillenses tenían que desplazarse a los pueblos del entorno. Por ello era frecuente la visita de vendedores ambulantes, destacando alguno de la cercana Cubilla. También acudían al mercado semanal de los sábados a El Burgo de Osma, y a San Esteban de Gormaz o Alcubilla del Marqués. El pan lo hacían en los hornos caseros si bien hay memoria de que había algún tipo de horno comunal, quizá uno grande para varias familias. El horno se encendía cada 15 días elaborando hogazas de 3 kg, que se conservaban durante dos semanas. Más hacia nuestros días dejaron de elaborarlo y se desplazaban a Cubilla para comprarlo. No había molino y llevaban el grano a moler a Cantalucia, Talveila o Valdealvillo, como tampoco había cura ni médico que venían de los pueblos vecinos cuando les avisaban. El cartero venia de Cubilla andando o en bicicleta.
Javier Martínez Romera (13) nos da una visión de cómo se encontraba Cubillos en los años 90 del siglo XX, señalando que en 2007 Gonzalo López-Gallego rodó varias escenas de persecuciones frenéticas de la película de suspense `El rey de la montaña´. No ha sido la única película rodada pues el atractivo de este lugar hizo que al año siguiente volviese a ser elegido por el director Lorenzo Soler que en 2008 rodó el documental ”Historia(s) de España”, con la colaboración de Anna Turbau y Montserrat Soler. El reportaje tiene una duración de 30 minutos y en su acto IV la cámara se desplaza a Cubillos para recorrer sus calles vacías, tejados hundidos, ventanas con cristales rotos…
Alberto Arribas con la colaboración de Ángel Lorenzo, Maribel Zapatero, Luis C. Pastor
(1) GARCÍA DE DIEGO, Rafael (1959): “Sobre topónimos sorianos y su historia II”, Celtiberia nº 18, pp.171-193.
(2) CARRACEDO ARROYO, Eleuterio (1996): Toponimia de la Tierra de Soria. Ediciones de la Excma. Diputación Provincial de Soria. Colección Temas sorianos nº 32. Imprenta Provincial de Soria, Soria 1996, página 231.
(3) Cubo de la Solana, el Cubo de Langa de Duero…
(4) MARTÍNEZ DIEZ, Gonzalo (1983): Las Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura castellana. Editora Nacional, Madrid.
(5) Entre los muchos trabajos y obras que tratan sobre este asunto, una muy accesible es la que ofrece Paloma Torrijos en su blog Sobre los señores de Ucero en Soria en el siglo XIII, http://palomatorrijos.blogspot.com/2021/02/sobre-los-senores-de-ucero-en-soria-en.html, consultado el 30/01/2022.
(6) LOPERRÁEZ Y CORVALÁN, Juan (1788): Descripción histórica del Obispado de Osma con el catálogo de sus prelados. Tomo II, Madrid, edición facsímil por Ediciones Turner, Madrid 1978, página 242.
(7) En la Corona de Castilla la martiniega es el impuesto más antiguo, pagado el día de san Martín, el 11 de noviembre, y que quizá proviniese del derecho exigido al campesino que se asentaba en un terreno no cultivado previamente.
(8) Ministerio de Administraciones Públicas. Secretaría General Técnica (2008): Variaciones de los municipios de España desde 1842. Primera edición octubre 2008, disponible en: https://www.hacienda.gob.es/Documentacion/Publico/SGT/CATALOGO_SEFP/100_Variaciones-INTERNET.pdf
(9) GÓMEZ ANDRÉS, Ricardo (2009) Camino del emigrante. Recuerdo de la reunión de 22 de agosto de 2009 en Cubillos. (Obra inédita).[Consulta en: Camino del emigrante, 22 de agosto de 2009]
(10) http://www.lospueblosdeshabitados.net/2010/02/cubillos-soria.html consultada el 22/03/2022.
(11) VALTUEÑA JIMÉNEZ, Esteban (2008): Nomenclátor de todas las entidades de población de la provincia de Soria. Censo de Población de los años 1880, 1920, 1940, 1960, 1966 y 2007 en Revista de Soria IIª época, nº 62, página 50.
(12) PORTILLO CAPILLA, Teófilo (1985): Instituciones del Obispado de Osma-Soria. Edita la obra Cultural de la Caja de Ahorros y Préstamos de la provincia de Soria. Soria, página 268.
(13) MARTÍNEZ ROMERA, Javier (2022): Soria en Seiscientos. Crónicas viajeras de los años noventa. Editorial Círculo Rojo. Alicante. Página 113.
Asociación de Amigos del Museo Numantino