Escobosa de Calatañazor

Despoblado del municipio de Rioseco de Soria, del que dista 4 km.

Arco de entrada a la iglesia. Foto Ángel Lorenzo
Arco de entrada a la iglesia. Foto Ángel Lorenzo

Fecha de despoblación: Hacia 1975

Localidad: Rioseco de Soria

Estado actual: Despoblado

Término municipal: Rioseco de Soria

Descripción

Despoblado del municipio de Rioseco de Soria, aunque también hay quien lo ha considerado como un barrio de Boós (Valdenebro) del que dista 4 kilómetros. La mayor parte de los edificios están totalmente arruinados aunque unos pocos todavía se resisten a ello.

Desde Rioseco de Soria se debe salir por la SO-P-4046 en dirección sur hacia Torreandaluz. Tras unos cuatro kilómetros de recorrido y poco antes de llegar al pk 8, hay un cruce bien indicado del que sale una carretera en dirección oeste y que tras unos ochocientos metros llega hasta el despoblado, junto al arroyo de La Merendilla. Poco antes de llegar al despoblado, a pocos metros a la derecha de la carretera, veremos el cementerio, limpio y bien cuidado.

Coordenadas:

DATUM

  LATITUD                    LONGITUD

ETRS89

41.602348                   -2.846708

ETRS89

41° 36′ 08′′ N                    2° 50′ 48′′ W

UTM 30

   Coord. X                    Coord. Y

  513.773,98                 4.605.638,28

Altitud

  1.004 m

Escobosanos. Según José Antonio Pérez-Rioja (1) apodados “los poca cosa”.

El topónimo parece hacer relación a un tipo de hierbas arbustivas tradicionalmente empleadas para la confección de escobas y que crecería por los alrededores, algo que corrobora José Antonio Pérez-Rioja (o. c.) quien matiza que deriva del latín scopa (escoba) al que se le ha añadido el sufijo abundacional -osa, por lo que significaría lugar abundante en escobas.

El complemento “de Calatañazor” indica su pertenencia pasada a la Comunidad de Villa y Tierra de esa Villa, de la que la separan unos catorce kilómetros, y la distingue de la más lejana Escobosa de Almazán. En ocasiones, y de forma extraoficial, también se la ha denominado Escobosa de Rioseco.

Carolina Fuentes Vidarte (2) destaca que todo este terreno que vemos alrededor fue un oasis en el Mioceno y que en las inmediaciones del pueblo se podían localizar fósiles de pequeños mamíferos, anfibios o aves, algunos de gran interés científico para los paleontólogos.

Dentro del término del pueblo se han documentado hallazgos sueltos de fragmentos cerámicos y metálicos de la Edad del Bronce, así como de un pequeño asentamiento Alto Imperial romano, siendo interesante recordar que a poco más de tres kilómetros al norte se encuentra la villa romana de “Los Quintanares” y que posiblemente este territorio de Escobosa estaría bajo su influencia.

La primera referencia documental disponible de Escobosa es el censo de pecheros de 1528 que informa de que en esa fecha lo formaban 25 miembros de esta categoría, lo que supone más de cien personas. No obstante en el censo siguiente, el de 1591, solo figuran 13 vecinos, una drástica reducción que quizá fue provocada por alguna epidemia, pues según afirma en 1788 Juan Loperráez (3) todo el arrabal de Calatañazor se despobló hacia 1590, anejándose sus términos a la villa según una cédula de Felipe II dada en Madrid el 8 de febrero de 1591.

El Catastro de la Ensenada describe Escobosa de Calatañazor como un lugar de señorío perteneciente al ducado de Medinaceli en el que figuraban “veinte vecinos en que entran dos viudas” (recordemos que una viuda contaba como medio vecino) que residían en algunas de las veintiocho casas habitables de las que disponían, amén de existir otras ocho que no lo eran. También tenían seis “taynas” para ganado a las afueras del pueblo.

Vivían de la agricultura y de la ganadería, sembrando fincas de secano y regadío que les proporcionaban trigo común, centeno, cebada, avena, hierba y hortalizas como berzas. Tenían dehesa y monte, y aunque no había plantíos ni frutales disponían de robles, sabinas, estepas, olmos y sauces. Criaban ovejas churras para carne y lana, cabras, cerdos, pollos, abejas que les proporcionaban miel y cera, animales de tiro para el trabajo, y recogían leche, sin especificar de qué animal. Disponían de taberna, panadería y mesón.

El Censo del Conde de Aranda de 1768 nos ofrece datos puntuales de habitantes, distribuidos por género y grupos de edad, apuntando que tenía entonces 97 habitantes, de los que 51 eran varones y 46 hembras (sic), de los que más de la mitad eran menores de siete años, concretamente 44 niños y 9 niñas.

Poco después el Censo de Floridablanca (1785) recoge 132 habitantes, 66 mujeres y otros tantos hombres, de los que el grupo más numeroso era el formado por menores de siete años, 13 niños y 16 niñas. El número de mayores de cincuenta años también estaba igualado: siete hombres y siete mujeres.

No hay más censos disponibles hasta el primer tercio del siglo XIX, cuando vemos una reducción importante. Sebastián Miñano y Bedoya (4) en 1829 apunta que había en Escobosa catorce vecinos, setenta habitantes. En el censo de 1842 contaba con 18 hogares y 70 vecinos.

Poco más tarde, en 1850, Pascual Madoz (5) dice que en Escobosa había 26 casas, escuela y ayuntamiento, que la producción era trigo común, centeno, cebada, avena, yeros y algunas legumbres aunque “de todo en corta cantidad, de modo que no sufragan al consumo del vecindario”, criándose “algo de ganado lanar, vacuno, mular y asnal”. Añade que la principal industria que se ejerce es la agrícola, “pero como no rinde lo suficiente para la subsistencia, se dedican además los vecinos a la arriería, en particular a la conducción de granos para la sierra de Cameros…” Termina diciendo que la población la componen “18 vecinos, 70 almas”.

Por su parte Manuel Blasco (6) en 1880 lo describe como un pueblo modesto habitado por cien almas, compuesto por humildes edificios y de terreno flojo cuyas «producciones agrícolas no exceden la clasificación de elementales, en grado tal que difícilmente bastan para cubrir las necesidades del vecindario; teniendo éste que suplir el déficit con los recursos de la recarguería (se refiere a la arriería) y los rendimientos del ganado lanar, vacuno y de cera». En su obra de 1909 (7) el texto es prácticamente el mismo con la salvedad del incremento en dos de sus cifras, la del número de habitantes, de 100 a 107, y la del incremento de la retribución a la “escuela de ambos sexos”, de 150 pesetas a 500.

El censo de población correspondiente a 1933 informa de que en ese año había 34 edificios destinados a vivienda y 2 a otros usos. De ellos uno era de una planta, 34 de dos y otro de tres. Estaba habitado por 105 vecinos de derecho y 96 de hecho.

Esteban Valtueña Jiménez (8) ofrece como último censo con habitantes el de 1960 con 76 personas inscritas, aunque parece que aún subsistió algunos años pues Isabel Goig Soler (9) dice que la escuela se cerró durante el curso escolar 1970/71.

En todo caso la fecha de abandono definitivo del lugar, según testimonios recogidos en las inmediaciones, coincidentes con las informaciones de algunos reportajes y páginas web, se fechan hacia 1975.

Abrevadero de Escobosa. Foto Ángel Lorenzo
Abrevadero de Escobosa. Foto Ángel Lorenzo

El despoblado se articula urbanísticamente en torno a una calle central de unos doscientos metros de longitud, la calle Real, que se desarrolla en ángulo recto en dirección este y sur. En sus márgenes se disponen unos veinte edificios, algunos agrupados, otros dispersos… pero la mayoría arruinados. De la calle Real parten en dirección este otras dos calles: Eras y Egido.

No dispuso de agua corriente pero sí de electricidad, como así lo indican algunos postes adosados a las paredes, aunque no hemos localizado el típico edificio del transformador, todo un clásico en el paisaje castellano rural de la segunda mitad del siglo XX.

Los edificios más representativos del despoblado son los siguientes:

Iglesia parroquial de San Juan Bautista

Se encuentra en mitad del caserío, donde la calle Real hace un giro de noventa grados y se dirige al sur.

Es sin duda el edificio más característico del despoblado y, como el resto, se encuentra en estado de ruina avanzada. Está construido con mampostería ordinaria aunque la sacristía, el baptisterio y la parte norte del muro de la nave son de tapial. La espadaña presenta sillería en las esquinas y huecos de las campanas mientras que el arco de gloria está confeccionado en ladrillo, lucido de yeso y policromado.

Restos del interior de la cubierta del presbiterio. Foto Ángel Lorenzo
Restos del interior de la cubierta del presbiterio. Foto Ángel Lorenzo

La construcción se encuentra sobreelevada con respecto al nivel de la calle, por lo que su acceso debe hacerse a través de una escalera en mal estado, que lleva al atrio cerrado por una tapia de mampostería con rejunte resaltado y esquinas y albardilla de piedra tallada. El muro meridional de este atrio se retranqueó a mediados de los años 60 del siglo XX para ensanchar la calle y construir unas aceras de hormigón que todavía se encuentran en buen estado. Al retranquear el muro se extrajeron restos humanos que se llevaron a un osario en el nuevo cementerio, así como la gran cruz monolítica que hoy preside el camposanto y que hasta entonces estaba en este espacio. Delante de la fachada habría en su día un sencillo pórtico pues en el muro permanecen los mechinales donde se sujetaban las vigas de su cubierta.

En el lado oeste del atrio y con acceso desde la nave estaba el bautisterio, hoy totalmente arruinado. En este espacio se encontraba la pila bautismal que según relata Pedro Luis Huerta Huerta (10) cuando describe la de la iglesia de San Juan Bautista de Rioseco de Soria:  La técnica es muy elemental, con una talla plana que se limita al vaciado de las líneas que forman los motivos dejando un relieve poco pronunciado de clara evocación prerrománica. Pese a ello, el resultado final es de un atractivo diseño que no encuentra paralelos cercanos en el románico de la provincia. Sólo en la pila bautismal de Escobosa de Calatañazor, custodiada en el patio del palacio episcopal de El Burgo de Osma, se trató de imitar su decoración, pero la talla con trinchante con que fue ejecutada denota ya una factura claramente gótica, siempre posterior a los años finales del siglo XII que es la cronología que asignamos al ejemplar de Rioseco”.

Como es habitual, consta de nave única orientada canónicamente con los pies al oeste y la cabecera al este. Se accede al interior a través de la portada, orientada al sur y abierta en el primer tramo de la nave del lado de la epístola. Esta portada es similar a la de San Lorenzo de Boíllos y a la ermita de la Virgen del Barrio de Rioseco, si bien modificada y simplificada. Presenta un arco de medio punto sobre jambas de sillería coronadas por impostas y chambrana lisa. No se ha conservado la puerta de madera.

A la izquierda, a los pies del templo, se encuentra lo que fue el coro de la iglesia igualmente desprendido, que se iluminaba por un óculo recercado al exterior en ladrillo. Sobre esta pared del coro se ubica la espadaña de dos vanos sin campanas. A la derecha la nave continúa hacia la capilla mayor que se abre a través de un gran arco triunfal de medio punto sobre impostas que, no obstante a estar confeccionado en ladrillo enfoscado con yeso, presenta sillares dibujados o agramilados.

También los muros de la nave y la capilla estuvieron revocados de yeso que se mantiene en buena medida y que aún muestran una decoración de cenefas rojas con azules de ondas y puntos blancos, además de un sencillo vía crucis pintado sobre las paredes.

Según una carta al director publicada en El Avisador Numantino 04/04/1924 página 2, escrita por el párroco de Torreandaluz y su agregado Escobosa de Calatañazor don Felix Nuño, las fuertes lluvias del 27 de marzo de 1924 hicieron estragos en el templo, diciendo en la misiva que «La iglesia de mi anejo Escobosa de Calatañazor, se vino al suelo», buscando con esa comunicación sensibilizar a los lectores y lograr con el apoyo de Felipe Las Heras iniciar una cuestación popular. No se sabe concretamente el resultado de aquella petición, solo que la campaña se extendió algunos meses y que, de cuando en cuando, se publicaban las donaciones importantes, pues no volvemos a encontrar noticias ni de la consideración del derrumbe ni del desarrollo de las obras, salvo la noticia publicada el 16 de enero de 1925 en la que se daba cuenta de la donación de una campana por el hijo del pueblo y próspero emigrante en La Habana, don Abraham Ransanz. El 5 de noviembre de 1925, el mismo periódico ofrece la noticia de la culminación y bendición de las obras, concretamente de «la nueva torre, reedificada desde su base» y como novedad ofrece la de que la campana sustituida se había roto. En la misma noticia nos dice que la nueva torre fue levantada por el maestro de obras y vecino de El Burgo de Osma don Felipe Rocha.

La capilla mayor es una estancia de planta rectangular y testero plano. La cabecera estuvo adornada con tres pequeños retablos, en el centro el mayor y a ambos lados dos pequeños con sus altares. Uno de estos estuvo presidido por la Virgen románica de Escobosa de Calatañazor, hoy en el Museo Diocesano de El Burgo de Osma. El retablo mayor, al ser arrancado, dejó su impronta sobre el yeso del muro. A sus pies, un simple altar de obra recuerda la disposición preconciliar de la iglesia.

Interior de la iglesia con el arco de gloria en primer término. Foto Ángel Lorenzo
Interior de la iglesia con el arco de gloria en primer término. Foto Ángel Lorenzo

Esta dependencia se cubre con una sencilla bóveda de arista encamonada, realizada con estructura de tablillas de madera y plementerías de yeso que ya casi han desaparecido, aunque conserva la clave central, donde figura una roseta hexapétala policromada, símbolo de inmortalidad.

Una puerta lateral en el testero comunica con lo que fue la sacristía, una pequeña dependencia de planta rectangular totalmente arruinada, cuyas paredes se han caído y donde también crece un árbol.

En el muro norte de la nave se conserva una pequeña hornacina que es su día alojaba una pequeña arca que contenía unas reliquias que sacaban al atrio en caso de tormenta, para disipar las nubes tormentosas.

De sus bienes, objetos litúrgicos e imaginería, solo se conoce como destacable la ya referenciada talla románica de la Virgen de Escobosa que ha sido estudiada por Ana Rosa Hernández Álvaro (11) y que atribuye al último cuarto del siglo XIII aunque la policromía la asigna al XIX. Se guarda en el Museo de la Catedral de El Burgo de Osma. También se conserva, en este caso en el patio del Palacio Episcopal de El Burgo de Osma, la pila bautismal del siglo XIII, bellamente decorada y de muy buena factura.

Nos cuentan que las campanas se llevaron a El Burgo de Osma, posiblemente para ser reutilizadas en otras parroquias. Sabemos que la donada por don Abraham Ransanz en 1925 se llevó a la espadaña de la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora de Dombellas (Soria), pues en el estudio realizado por José Ignacio Palacios (12) sobre las campanas de la provincia de Soria, en la descripción de la campana del vano derecho señala que se denomina “SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS”, fundida el año 1924 en la Fundición de Constantino Linares en Carabanchel Bajo, que eran proveedores de la Casa Real. Era cura párroco D. Félix Nuño y fue donada por el mencionado Abraham Ransanz con un nuevo yugo donado por el Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Francisco Pérez González, Obispo de Osma – Soria en el año 1999. De momento desconocemos dónde fue a parar la otra campana. Parece ser que la veleta que presidía la espadaña se llevó a la torre de Torreandaluz y ese mismo año cayó un rayo en la misma que a punto estuvo de provocar un grave incendio.

El muro norte, de tapial, poco a poco se ha ido desprendiendo, resistiendo a duras penas la parte que corresponde a la capilla mayor que se utilizó como frontón. En ese frente presenta un enfoscado de cemento con dos estribos laterales y tiene pintada la fecha de 1973, quizá un recuerdo del último sorteo de mozos.

Vista general de la iglesia de Escobosa. Foto Ángel Lorenzo
Vista general de la iglesia de Escobosa. Foto Ángel Lorenzo

Teófilo Portillo Capilla (13) dice que en el siglo XVIII la parroquia fue sede de las cofradías de la Santa Vera Cruz y de la de Nuestra Señora del Rosario, además de serlo de un Arca de Misericordia.

Por el Libro de Fábrica (14) de la iglesia de San Juan Bautista sabemos que en 1831 seguía existiendo el Arca de Misericordia y había dos cofradías: la de la Vera Cruz y la de Nuestra Señora de la Natividad. Esta última contaba con propiedades que se arrendaban a los vecinos (obsérvese la falta de coincidencia, en la segunda cofradía, entre Teófilo Portillo y el Libro de Fábrica).

Por la visita pastoral de 1859 sabemos que la iglesia contaba con una imagen de San Antonio, a la que le faltaban tres dedos de la mano derecha.

Ermita de San Torcuato

Localizada a unos dos kilómetros al norte de Escobosa, prácticamente está equidistante con Rioseco de Soria a quien tradicionalmente pertenece, aunque algunos investigadores como José María Martínez Frías (15) la localizan en Escobosa.

La actual ermita de San Torcuato sería la iglesia parroquial del despoblado de su mismo nombre (véase).

OTRAS CONSTRUCCIONES

Los edificios de Escobosa se caracterizan por un peculiar tono rojizo de sus paredes, consecuencia del uso del barro de la zona que fue empleado como mortero en muros de mampostería, como materia prima de los adobes o como elemento fundamental en los muros de tapial, aunque también hay combinaciones de estos materiales con cemento y ladrillo.

El investigador Faustino Calderón, en un artículo recogido en su web (16), apunta muchos de los datos que a continuación se recogen.

Fuente

Aprovechando un manantial de aguas de gran calidad y mediante hacenderas, los vecinos acondicionaron un bucólico rincón en una pequeña hondonada en medio del pueblo como un lugar donde recoger agua en una sencilla pila.

Pináculo de la fuente donde figura la fecha 1952. Foto Ángel Lorenzo
Pináculo de la fuente donde figura la fecha 1952. Foto Ángel Lorenzo

Lavadero

Está al lado de la fuente y aprovecha el sobrante de sus aguas. Es una construcción de dos pilas con cubierta de teja a dos aguas, paredes revocadas y cerrada por sus lados salvo por el de la galería de acceso de cuatro arcos escarzanos. En la actualidad la cubierta está hundida y el interior anegado por las filtraciones de la fuente.

Estas obras, fuente y lavadero más el abrevadero ubicado entre ambos, consta que se realizaron en el año 1953 (17) aunque en el pináculo decorativo ubicado en la tapia que separa la fuente del abrevadero aparece la fecha de 1952.

Lavadero arruinado de Escobosa. Foto Ángel Lorenzo
Lavadero arruinado de Escobosa. Foto Ángel Lorenzo

Fragua

Se encontraba próxima a la fuente y un poco más al norte. Según se recuerda, era asistida algunos días a la semana por el herrero de Rioseco y posteriormente por el de Tajueco. En la fragua se encontraba uno de los pocos pozos que había en el pueblo.

 

Escuela

En la calle Real y a unos 20 metros de la iglesia de San Juan Bautista se encontraba la escuela, hoy totalmente arruinada. Se conservan restos de la puerta, que a su vez tenía una sobrepuerta baja. El inmueble tenía dos plantas: en la baja y a la derecha se encontraba la casa del maestro y a la izquierda había una estancia a modo de establo. La escuela estaba en la primera planta y era muy amplia. No había calefacción, si bien en los últimos años tenían una estufa de serrín. Asistían unos 15 niños y niñas.

Teleclub

A finales de los años 60 del pasado siglo se construyó entre la escuela y la iglesia un pequeño edificio para teleclub, que en la actualidad utiliza una Sociedad de Cazadores de Guipúzcoa que tienen alquilado el coto de caza menor.

Ayuntamiento

Está ubicado al norte de la iglesia. Tenía dos grandes salones. En uno de ellos se proyectaba cine sobre la pared con sábanas blancas y también se organizaban los bailes durante las fiestas de invierno. Este salón era aprovechado además como peluquería cuando llegaba al pueblo el barbero.

Antiguas viviendas. Foto Ángel Lorenzo
Antiguas viviendas. Foto Ángel Lorenzo

Acudían a la romería de Inodejo, siendo el pueblo más alejado del Santuario de la Virgen (oficialmente aún forman parte de la Concordia). También formaban parte de la Concordia del Santo Cristo de La Piedad de La Barbolla (otro despoblado, véase), una imagen milagrosa cuya romería persistió hasta que La Barbolla se abandonó, algo más tarde que Escobosa. Oficialmente aún forma parte de la Concordia de Nuestra Señora del Espino de El Burgo de Osma.

Sus fiestas patronales se celebraban el 8, 9 y 10 de septiembre en honor de la Natividad de Nuestra Señora. Del desarrollo de estas fiestas hay algunas noticias en prensa pero no difieren mucho del resto de festejos tradicionales con bailes, dianas y pasacalles a cargo de dulzaineros, misas, procesiones o fuegos artificiales.

También consta que hacia el primer tercio del siglo XX los escobosanos participaban con los vecinos de Rioseco en la animada romería a San Torcuato, que se celebraba el 4 de mayo. Después de ese primer tercio de siglo la fiesta se perdió, volviéndose a recuperar a finales del mismo.

Faustino Calderón (o.c.) ha recopilado costumbres y tradiciones locales de Escobosa de Calatañazor entre las que destacamos las siguientes:

Durante las fiestas había una ronda que recorría las casas del pueblo, obsequiando a la comitiva con moscatel, anís, magdalenas o tortas rojas. Los jóvenes pedían la “gallofa” y con lo obtenido hacían una merienda.

Los domingos se organizaba el baile con música de laúd y guitarra.

El cura, a lomos de un burro, venía de Valderrodilla; el médico lo hacía a caballo desde Rioseco, a donde se solía ir a comprar los lunes por ser día de mercado, aunque también se iba a comprar a Berlanga.

Al pueblo venían vendedores ambulantes de Bayubas de Arriba, Tardelcuende, Tajueco… llevando todo tipo de productos.

Como ya hemos comentado unos párrafos atrás, las primeras referencias históricas a los recursos económicos de Escobosa de Calatañazor son las del Catastro de la Ensenada en 1752 y se basan en la agricultura de secano con una tierra arcillosa de no muy buena calidad, y en la cría de ganado ovino, caprino y de autoconsumo, actividades que alternaron en alguna ocasión con la arriería.

Faustino Calderón (o.c.) también ha documentado que como tenían poco arbolado en el término utilizaban estepas para la lumbre. Recuerda que el pan se hacía en el horno individual de cada casa pero que en los últimos años venía el panadero de Rioseco. Llevaban el grano a moler a Rioseco o a Torreandaluz. Cultivaban trigo, cebada, centeno, avena y también judías. Cada casa solía tener pequeños rebaños de unas cien ovejas que vendían a carniceros de El Burgo de Osma. En época de matanza en cada casa se sacrificaba un cerdo y en algunas dos. Abundaba la caza menor y en el río Sequillo se pescaban cangrejos.

Alberto Arribas con la colaboración de Ángel Lorenzo, Maribel Zapatero, Luis C. Pastor.

(1) PÉREZ-RIOJA, José Antonio (2005): El alma de Soria en el lenguaje. Colección Temas Sorianos nº 50. Edita Excma. Diputación Provincial de Soria, Soria, página 175.

(2) http://blogpaleontologicodecarolina.blogspot.com/2013/06/escobosa-de-calatanazor-un-oasis-en-el.html

(3) LOPERRÁEZ Y CORVALÁN, Juan (1788): Descripción histórica del Obispado de Osma con el catálogo de sus prelados. Tomo II, Madrid. Edición facsímil por Ediciones Turner, Madrid 1978, página 212.

(4) MIÑANO Y BEDOYA, Sebastián (1826-1829): Diccionario geográfico-estadístico de Soria. 1826-1829. Edición de Silvano Andrés de la Morena, Soria Edita, Soria 2004.

(5) MADOZ (1850): Diccionario geográfico-estadístico-histórico. Edición facsímil de los textos relativos a la provincia de Soria. Edita Ámbito Ediciones SA y Diputación de Soria, Imprime Gráficas Ortega SA Valladolid, 1993.

(6) BLASCO JIMÉNEZ, Manuel (1880): Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria, 1ª edición, Soria. Imprenta y Librería de la Infancia, página 262.

(7) BLASCO JIMÉNEZ, Manuel (1909): Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria. IIª edición, Soria. Ed. Tipografía de Pascual P. Rioja.

(8) VALTUEÑA JIMÉNEZ, Esteban (2011): “Nomenclátor de todas las entidades de población de la provincia de Soria. Censo de Población de los años 1880, 1920, 1940, 1960, 1966 y 2007” en Revista de Soria, IIª época, nº 62, página 51.

(9) GOIG SOLER, Isabel (2002): El lado humano de la despoblación. Colección los libros del Santero nº 4. Edita Centro Soriano de Estudios Tradicionales, Soria, página 174.

(10) HUERTA HUERTA, Pedro Luis (2002): “Rioseco de Soria”. Enciclopedia del Románico de Castilla y León. Soria, volumen III, página 843.

(11) HERNÁNDEZ ÁLVARO, Ana Rosa (1984): La imaginería medieval en la provincia de Soria, edita Centro de Estudios Sorianos (CSIC), Soria.

(12) PALACIOS SANZ, José Ignacio (2007): Campanas en la provincia de Soria. Edita Consejería de Cultura y Turismo de la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Valladolid.

(13) PORTILLO CAPILLA, Teófilo (1985): Instituciones del Obispado de Osma-Soria. Edita la obra Cultural de la Caja de Ahorros y Préstamos de la provincia de Soria. Soria, página 266.

(14) Libro de fábrica de la iglesia de San Juan Bautista de Escobosa de Calatañazor. Archivo Diocesano de El Burgo de Osma. Signatura 1150.

(15) MARTÍNEZ FRÍAS, José María (1980): El Gótico en la provincia de Soria. Arquitectura y escultura monumental. Ediciones de la Universidad de Salamanca, Salamanca.

(16) http://lospueblosdeshabitados.blogspot.com/2009/06/escobosa-de-calatanazor-soria.html consultada el 21/04/2021.

(17) XX años de Paz en el Movimiento Nacional bajo el mando de Franco (1959). Provincia de Soria. Jefatura Provincial del Movimiento de Soria. Prensa Gráfica S.A., 1959.