Barbolla, La

Barrio de Quintana Redonda. Con datos de 2020 tiene dos habitantes censados, pero desde hace muchos años no vive nadie con continuidad.

La Barbolla- Despoblados de Soria
Iglesia de San Bartolomé. Foto Ángel Lorenzo

Fecha de despoblación: Desconocida

Localidad: Quintana Redonda

Estado actual: Despoblado

Término municipal: Quintana Redonda

Descripción

Teóricamente La Barbolla no sería un despoblado pues en 2020 disponía de dos habitantes censados, pero en la práctica y desde hace muchos años es raro encontrarse a alguien por la calle, ver vehículos circulando o chimeneas ahumando. Aunque alguna vivienda se encuentre en buen estado y hay naves agrícolas que indican un uso agropecuario activo, da la impresión de que todo el pueblo es un gran almacén de maquinaria agrícola pero donde no mora nadie.

Pertenece a manos privadas, la mayor parte residentes en Soria u otras ciudades. Muchos propietarios hace años que dejaron de venir, y los más recibieron una propiedad de sus ancestros de la que probablemente y si no les da beneficio se desentiendan, lo que justifica el estado de desidia y abandono de buena parte de las construcciones.

Se localiza a 11 kilómetros de Quintana Redonda, por la SO-100 en dirección a Fuentepinilla hasta el cruce que sale a la derecha en el km. 19,5 donde se inicia la carretera SO-P-4182 que tras diez kilómetros llega a La Barbolla, localizada a 994 metros de altitud, 41º 10´42,5´´ N / 2º 21´12,99´´W.

Barbollanos, apodados los barbollos y según María Villanañe (1) los de la Tierruca.

Blasco (2) y Pascual Madoz (3) la llaman La Borbolla y La Borbola respectivamente, formas parecidas a la original y aparentemente todas relacionadas con la palabra visigoda Worms (aguas calientes), derivada a su vez de Vormatio/Boramatiu, que deriva de la raíz ligur Borm/born que proviene del dios Borbo-Bormanus, deidad de las fuentes y de los manantiales. José Luis Herrero Ingelmo (4) basándose en estudios de Menéndez Pidal, también considera la raíz borb- (agua abundante) como ligur iliria, aunque también aporta la posibilidad de que esté relacionado con el galo  BORVO (barro). Una posibilidad diferente plantea Francisco García Berlanga (5) quien hace derivar la palabra Barbolla del euskera “Ibargoia” que significaría «el alto de la vega».

Esta última hipótesis no parece muy probable pues La Barbolla se encuentra en un terreno con algún cerrillo pero más bien alejado de altos y cerros destacados; sin embargo la primera es real y evidente en época de lluvias abundantes, cuando las fuentes y manantiales surgen por cualquier sitio, y en años especialmente lluviosos es posible ver brotar veneros prácticamente en cualquier lugar normalmente seco.

Ana Carmen Pascual Diez (6) describe varios yacimientos arqueológicos: en el paraje El Castro, sobre un cerrillo situado a los pies del río conocido por el mismo nombre, se han encontrado restos cerámicos correspondientes a la primera etapa del Eneolítico, y otros correspondientes a otra época posterior. Al sudeste del pueblo, en el paraje Fuentecer y también junto al mismo arroyo, se ha localizado abundante cerámica común, pintada, sigillata y material lítico, que para esta investigadora corresponden a un asentamiento bastante dilatado en el tiempo que va desde el siglo I hasta la época tardorromana, quizá con una ausencia temporal entre los siglos II-III.

José Manuel Rodríguez Montañés (7) relaciona la existencia de un crismón en la iglesia románica, con un hipotético origen aragonés de sus repobladores. Este crismón empleado como clave es muy parecido al que se localizó en el Castillo de Soria y que se expone en el Museo Numantino. Jaime Nuño González (8) citando a Gonzalo Martínez Díez, supone que toda esta comarca entre Calatañazor y Fuentepinilla se repoblaría a partir del año 1060, cuando Fernando I conquista definitivamente para Castilla las plazas fuertes musulmanas de Gormaz, Vadorrey, Aguilera y Berlanga.

La Barbolla perteneció a la jurisdicción administrativa de la Comunidad de Villa y Tierra de Calatañazor, una adscripción que Nuño González (o. c.) fecha a partir de la concesión del Fuero de Andaluz en el año 1089, si bien los restos arquitectónicos de la iglesia parroquial son algo más tardíos, al menos desde los inicios del siglo XII, pero con seguridad las primeras cifras demográficas conocidas corresponden a 1528 cuando contaba con 24 vecinos, una cantidad superior en un tercio a la de finales de esa centuria, pues en 1591 constan 16.

Siglo y medio después, el Catastro de la Ensenada (1752) nos ofrece más datos y así podemos saber que “Labarbolla” pertenecía al señorío del duque de Medinaceli. Estaba entonces habitado por veinte vecinos que residían en alguna de las 21 casas y que explotaban tierras de secano, prados, dehesa, algo de regadío… Producían trigo, centeno, cebada, avena, lino, o berzas, y criaban cerdos, corderos, cabritos o pollos, recogiendo la miel de varios colmenares. Habían plantado sauces y álamos blancos. De la profesión de sus habitantes, veinte eran labradores, ocho ganaderos y seis esquiladores. Disponían de taberna, panadería y mesón.

Desde entonces La Barbolla experimentó un desarrollo que, con sus altibajos y recaídas, no es muy distinto al experimentado en el resto de la provincia. Casi llegó a los cien habitantes en 1933 cuando contó con 81 de hecho y 99 de derecho, cifras que menguaron hasta los 85 y 77 de 1940, y que marcaron ya una tendencia descendente imparable hasta llegar a la situación actual. Luis C. Pastor Laso (9) nos recuerda en su estudio que el último bautizado de su parroquia lo fue en 1963 y la última boda en 1967, y que hasta los funerales y entierros se escapan de La Barbolla siendo el último el de un vecino del pueblo fallecido en Zaragoza en 1991, más o menos el año en el que los últimos residentes, Sebastiana y Celestino, abandonaron su pueblo y emprendieron un camino sin retorno a Soria, Madrid, Zaragoza o el País Vasco en busca no se sabe bien si de un futuro mejor, pero con seguridad mucho más fácil donde disfrutar de algo tan básico como poder disponer de agua corriente.

Iglesia parroquial de San Bartolomé

En la provincia de Soria hay tanto arte románico y tan excepcional que sin darnos cuenta consideramos normal tener semejante edificio en un pueblo en el que no vive nadie y, sobre todo, en unas condiciones tan lamentables.

La iglesia de San Bartolomé de La Barbolla es una muestra característica de eso que venimos a llamar el “románico rural soriano”, una etiqueta más o menos amplia con la que calificamos a aquellos templos que, pese a algunas modificaciones posteriores a la época medieval, se construyeron originalmente en un mismo periodo compartiendo elementos, estructura y características estilísticas comunes. En ese caso Jaime Nuño (o. c.) fecha el origen del conjunto en los inicios del siglo XII, época a la que corresponde la portada y el ábside. La pila bautismal la considera algo posterior y el resto de la fábrica de época postmedieval.

La Barbolla- Despoblados de Soria
Iglesia de San Bartolomé. Foto Ángel Lorenzo

El templo se dispone al sur del caserío sobre una pequeña loma y siguiendo casi al pie de la letra ese prototipo con el que lo etiquetamos en el párrafo anterior. Podemos describirlo como una construcción de muros construidos en mampostería con piedra sillar para esquinas, jambas, puertas o dinteles. Consta de una nave más alta y ancha que la capilla mayor, que desarrolla una planta rectangular orientada canónicamente en torno al eje este-oeste de cabecera a hastial, cerrada con cubierta de madera que deja visible su estructura y con tejado a dos aguas de teja cerámica cocida del tipo árabe. Su interior está todo encalado y lleva arco triunfal muy cerrado, como el de San Miguel de Parapescuez o el de Nafría La Llana, que se desarrolla con un doble arco de medio punto con chambrana exterior que se decora con bezantes, caras y motivos vegetales, apoyándose sobre un cimacio de chaflán que se prolonga por el muro de la nave y dos columnas adosadas sobre podio con capiteles decorados, el del lado de Evangelio con cesta vegetal, y el de la Epístola con dos grifos o dragones afrentados con las cabezas hacia abajo.

El arco triunfal se abre a la capilla mayor formada por un primer tramo presbiterial de planta rectangular, ligeramente más ancho y largo que el tramo absidial de planta semicircular que hoy aparece ocupado por un retablo barroco vaciado de imaginería. Se cierra la capilla con bóveda de horno apuntada sobre imposta achaflanada el primer tramo, bóveda de horno el segundo. A los pies, coro alto bajo la espadaña de dos vanos, sacristía junto a la capilla mayor y portada principal orientada a mediodía resuelta en arco de medio punto abocinado que se abre a los pies de la nave y, siguiendo ese prototipo que antes citábamos, es usual que la portada se proteja por el exterior con algún tipo de pórtico o galería que se convierte también en un espacio vecinal protegido y orientado al sol.  Hoy en esta iglesia observamos un pequeño pórtico a tres aguas en mal estado pero algunos indicios que habría que certificar arqueológicamente, apuntan a que tuvo una galería porticada.

La Barbolla- Despoblados de Soria
Detalle de la portada de la iglesia. Foto Ángel Lorenzo

Josemi Lorenzo Arribas (10) hace ver que esta iglesia es prácticamente igual que la de Osonilla, a poco más de siete kilómetros, y nota que si aquel templo destaca por sus pinturas tardogóticas que se descubrieron bajo las capas de encalado, cree posible que también aquí pueda haberlas, y nos hace notar que en el trozo de muro absidial que se puede ver detrás del retablo mayor tras la retirada del sagrario, se observa un mortero de cal luciendo la pared sobre el que se dibujaron figuras geométricas con dobles líneas rojas verticales y una sencilla horizontal que semejan un despiece de sillería, que es casi igual que el que hay en Osonilla.

En el exterior, debido al desnivel del terreno tanto en sentido longitudinal como lateral, el ábside fue construido sobre un zócalo de piedra que iguala en altura su base con respecto a la de la nave. Jaime Nuño González (o. c.) recuerda que este ábside se perfora por una saetera recercada en sillarejo que fue cegada tras la colocación del retablo mayor, y que lleva un alero de cornisa de chaflán con dieciséis toscos canecillos decorados con motivos geométricos, de nacela, dos con rollos, cabezas humanas y alguno irreconocible. El lado norte del alero también lleva seis toscos canes con figuras geométricas y cabezas humanas. El tapiado de la aspillera obligaría a abrir la nueva ventana adintelada en el muro sur, que es la que ilumina el interior de la capilla mayor.

A los pies de la nave, en el lado de la epístola y orientada a mediodía, se abre la portada románica protegida por el pórtico. El acceso al interior se resuelve en arco de medio punto abocinado con cinco arquivoltas encaladas sobre columnas, todo en mal estado de conservación, pero donde aún puede observarse un crismón en la doble clave del arco más interno. Sus arquivoltas descansan alternativamente en pilastras y en columnas acodilladas, todo sobre pódium abocinado, y capiteles decorados con temas vegetales. Los fustes de las columnas externas son de madera cubierta con un mortero de cal y arena, algo que en opinión del colectivo “Románico sin techo” (11) se debe a que ante el deterioro de las originales fueron sustituidas con esta alternativa, y creen que esta portada «estuvo protegida por un tejaroz, hoy desaparecido, cumpliendo la misma misión el portalillo a tres aguas, tan típico en estas latitudes. En estos últimos años este tejado se ha deteriorado tanto, que ha dejado de cumplir la función para la que se construyó».

Junto a los muros exteriores, una extraña piedra llama la atención del visitante. Según Luis Pastor (o. c.) se trata de una lauda sepulcral a dos aguas, con faldoncillos y una cruz procesional, que debió pertenecer a un individuo de cierto rango; aunque su antigüedad sea evidente, no lleva allí mucho tiempo. Gracias a sus averiguaciones sabemos que esa piedra se empleó como piedra pasadera para cruzar un arroyo, y finalmente tras muchas vicisitudes fue depositada junto al lugar donde pudo estar su origen.

Continuando la observación del templo, por su lado norte y junto a la cabecera observamos una construcción rectangular que sabemos que es la sacristía, un añadido posterior a la obra original. Construida también en piedra de mampostería, se encuentra arruinada y carece de tejado, lo que ha permitido que entre sus escombros creciera un árbol de tal dimensión que sobresalía por encima del tejado, y lo referimos en pasado pues Luis Pastor afirma que fue talado con anterioridad a noviembre de 2020, un primer paso de cara a la restauración pero que de momento se quedó ahí, alargando más la agonía del edificio que en esta parte norte deja intuir un final inminente, ya que podemos ver aquí cómo los propios muros de mampostería se deshacen dejando caer las piedras, algo que el colectivo “Románico sin techo” denuncia que sucede desde 2014 y que amenaza gravemente la integridad del edificio.

La Barbolla- Despoblados de Soria
Iglesia de San Bartolomé. Foto Ángel Lorenzo

Pero si el examen externo del templo nos da pistas sobre su estado general, la visita a su interior causa tristeza, más bien una amargura muy bien descrita en el citado blog de “Románico sin techo”:

«Al entrar nos damos de frente con la desolación, en un rincón yacen arrumbados los pendones y un estandarte, que lucieron en las procesiones y rogativas del Cristo de la Piedad y de la Virgen del Rosario. La cubierta se hace a dos aguas con estructura de madera, hoy seriamente dañada. Podemos decir que los huecos del tejado iluminan más el espacio que las ventanas, los retablos ya sin imágenes amenazan con derrumbarse. Todo el espacio aparece fuertemente encalado, excepto el zócalo que está pintado de color azul, que nos recuerda el poema “Azul de azules” de Gerardo Diego.»

Nada más entrar al templo observaremos una solera de viejas tablas de madera que guardan enterramientos de vecinos hace siglos olvidados, cruces misionales, un arcón de 1891, pendones andrajosos, el polvoriento estandarte que precedía las procesiones, unos pocos bancos y mucho, mucho polvo. A la izquierda de la entrada se encuentra el sotocoro con dos habitáculos, siendo uno de ellos el baptisterio, que contiene una gran pila románica de copa semiesférica sobre pie cilíndrico decorada con una cenefa de tallos vegetales entrelazados de los que nacen hojas y, por debajo, una línea segmentada que da paso a unos gallones cóncavos.

La escalera lateral lleva al coro y a la sencilla construcción que protege las campanas pero que no conviene transitar pues su estado sugiere peligro de desplome inminente; de poder subir, observaríamos los vanos de una espadaña que según Jaime Nuño González (o. c. página 206) tiene una parte inferior que quizá puede ser de cronología románica, pero que con seguridad ha sido empleada como frontón, si bien el remate triangular con pináculos de bolas en sus esquinas laterales y cruz con veleta en el vértice central, ya sería obra postmedieval. Según la ficha de Francesc Llop i Bayo (12) la espadaña lleva dos campanas, ambas con el nombre propio de Jesús, María y José. La más antigua y pequeña fue fundida en 1711, tiene un diámetro de 47 cm y un peso estimado de unos 60 kilos. La mayor fue fundida en 1909, tiene un diámetro de 59 centímetros y un peso de unos 119 kilos. Aparentemente y desde el exterior, su estado no es malo, pero debido al abandono del templo su integridad peligra.

De frente y hacia la cabecera, lo primero con lo que nos encontraremos será con el arco triunfal que separa el espacio presbiterial del sacerdote del resto de la nave, y que también se comunicaba con la sacristía, una estancia ahora inaccesible pues el derrumbe interior bloquea la puerta. Allí se encuentra el retablo mayor del que la investigadora Joaquina Gutiérrez Peña, a instancia nuestra, nos ha ofrecido la siguiente descripción para este estudio:

«Retablo de estilo barroco de transición al neoclasicismo, realizado en madera de pino, pintado a imitación de jaspes y mármol, con elementos ornamentales de rocalla dorados de carácter adventicio.

Tiene planta recta, en línea paralela al presbiterio de la iglesia donde se ubica. Se eleva sobre alto basamento de madera con mesa de altar incorporada. Se organiza en banco, cuerpo único y ático semicircular.

Cuatro columnas compuestas, de fuste estriado, dividen el cuerpo principal en tres calles, y descargan en el banco sobre sus respectivos cubos o netos decorados en sus frentes con motivo de rocalla.

El banco se interrumpe en el centro, invadiendo parte del espacio de la calle principal del retablo, para dar cabida a una hornacina con cierre semicircular que, en su recorrido, lleva adheridos motivos rocosos. Probablemente, en origen, este nicho, hoy vacío, albergó un tabernáculo de grandes proporciones.

En la calle principal, sobre la hornacina anteriormente descrita, se dispone otra caja, de menor tamaño, igualmente de medio punto, en la que, en su día, se mostraba la imagen del titular, san Bartolomé. En las calles laterales se disponen sendas hornacinas, hoy despojadas de sus imágenes. En ellas destacan sendas ménsulas, de forma cónica, con decoración rocosa y vistosos remates formados por rocallas doradas de vibrante talla.

Sobre el cuerpo único, discurre un entablamento segmentado que da paso al ático semicircular en cuyo centro preside una hornacina, hoy desocupada, flanqueada por dos elementos verticales, tallados y dorados a modo de pilastras.

Según Jesús Alonso Romero (Barroco y Neoclasicismo en el Burgo de Osma) este retablo fue construido, en 1765, por Lorenzo Forcada, natural del Burgo de Osma, maestro de arte de arquitectura y ornatos y miembro de la Real Academia de San Fernando».

En la nave de la iglesia aparecen otros dos retablos enfrentados junto a la cabecera, igualmente vacíos, en riesgo de desaparición, pero de gran interés artístico. En el lado de la epístola se encuentra el retablo del Cristo de la Piedad y en el del evangelio otro, probablemente el de Nuestra Señora del Rosario. Gutiérrez Peña también nos los describe:

«Retablo del Santo Cristo de la Piedad

Este retablo de estética barroca, se ubica en la nave de la iglesia, en el lado de la Epístola.

Está construido en madera de pino policromada y asienta sobre mesa de altar. Consta de un cuerpo único, banco y ático.

El cuerpo está formado por una gran caja rectangular, ocupada en toda su extensión por una pintura y flanqueada por sendas columnas salomónicas (exentas), cuyos fustes llevan decoración vegetal y floral. Ambos soportes se sustentan en el banco, sobre sus respectivas ménsulas talladas. En el centro del pedestal se aprecia, entre molduras, una pequeña puerta que cierra un sagrario, cuya presencia es delatada por la representación pictórica de la Eucaristía, y, a ambos lados de esta, dos paneles decorados con hojas de acanto enroscadas.

En los laterales del cuerpo, se hallan dispuestas sendas cornucopias doradas, formadas por hojas de acanto y motivos en “C”.

Una cornisa voladiza, recorrida por modillones, da paso al remate, y en su centro preside una vistosa macolla formada por la talla de una cabeza antropomórfica envuelta en ramaje. El retablo culmina con un elemento decorativo, de frondoso follaje. 

Lo más destacado en este retablo es la pintura que representa a la Virgen María y san Juan en el calvario, con la Jerusalén celestial, como fondo pictórico, junto a la presencia del Sol y de la Luna.  Originalmente, esta pintura formaba un conjunto iconológico, de fácil lectura teológica, con la imagen de un crucificado gótico llamado el Santo Cristo de la Piedad, de gran devoción en la localidad, y que, en la actualidad, se custodia en la iglesia de Santa Bárbara (Soria). Sin embargo, la ausencia de esta imagen priva al lienzo de su verdadero significado simbológico.

Desde el punto de vista de su estética, la construcción de este retablo ha de situarse entre finales del siglo XVII y principios del XVIII

 

La Barbolla- Despoblados de Soria
Retablo del Cristo de la Piedad. Fotomontaje de Alberto Arribas sobre fotografía de Cándido Las Heras

Retablo rococó del lado del Evangelio

Este retablo, del que no conocemos su advocación al encontrarse en la actualidad privado de imagen [¿Quizás una imagen de Nuestra Señora del Rosario?], se halla ubicado en la nave de la iglesia del lado del Evangelio.

Es de tamaño medio, construido en madera de pino pintada a imitación marmolea, con elementos ornamentales de rocalla dorados adheridos a sus muros.

Presenta planta convexa con perfiles rectos. Se ordena en banco, cuerpo único y ático.

La estructura asienta sobre mesa de altar y se alza sobre un estrecho pedestal, que se divide en tres paneles, mediante dos ménsulas centrales de talla, sobre las que descasan los dos soportes del cuerpo principal del retablo, y en correspondencia con él. La decoración que orna estos paneles la conforman elementos de rocalla tipo “cartelas”, de carácter adventicio.

La calle central del retablo se corresponde en toda su extensión con una hornacina, flanqueada por dos columnas compuestas, de fuste estriado y con elemento ornamental de rocalla resaltando en su centro; mientras las laterales de este cuerpo se reducen a dos paneles moldurados con decoración vertical tipo rocalla. Este nicho, originalmente ocupado por su imagen titular, es ligeramente abocinado, con bóveda de casetones. Sobre el arco que lo cierra se acoplan placas oblongas tipo “cartouches”, y, sobre él, en correspondencia con la línea de la cornisa, se dispone una guardamalleta. 

El ático se resuelve en una estructura rectangular, rematada por un frontón mixtilíneo, y flanqueada por dos soportes tallados, que culminan en pequeños segmentos terminados en roleos. En el centro, preside una hornacina de arco de medio punto, con venera, sobre la que destacan, en correspondencia con la forma del frontón, una estructura ornamental constituida por elementos de rocalla. Culmina el conjunto una “cartela” rocosa. 

En correspondencia con la estética dominante en la retablística soriana del último tercio del siglo XVIII, con toda probabilidad esta obra es uno de los dos retablos colaterales que, según Jesús Alonso Romero, fueron realizados por Lorenzo Forcada en 1789».

La Barbolla- Despoblados de Soria
Retablo de la capilla mayor. Fotomontaje de Alberto Arribas sobre fotografía de Cándido Las Heras

Luis C. Pastor nos recordaba más arriba que fue en 1991 cuando los últimos residentes del pueblo lo abandonaron, y también nos decía que al año siguiente el obispado exigió la llave de la iglesia causando cierto malestar con los antiguos vecinos. Con el fin de evitar saqueos, en 1999 se dispuso la retirada de los elementos mobiliarios más importantes de la iglesia, pero allí se dejaron otros muchos de menor valor (¿etnológico, artístico, devocional, crematístico…?) como pendones, bancos, arcas, la pila bautismal, los tres retablos vacíos de su imaginería o una historiada percha de madera dorada que aún lleva coletas y miembros de cera, exvotos antiguos como la fe de quienes los brindaron y que hoy tanto nos cuesta compartir.

A finales de diciembre de 2000 se inauguró en Soria la iglesia parroquial de Santa Bárbara, que se dotó de imágenes de otros templos, entre ellas alguna procedente de La Barbolla. Desde entonces, en el muro situado en la capilla mayor a modo de retablo mayor, la nueva parroquia soriana lleva un gran Crucificado flanqueado por una imagen de la Virgen y otra de Santa Bárbara. El Cristo, la Virgen y el Sagrario de este nuevo templo, proceden de la iglesia de La Barbolla. La imagen de Santa Bárbara que da nombre a la parroquia, no sabemos con certeza de dónde procede.  La imagen mariana es la de la Virgen del Rosario, considerada de estilo románico por Ana Rosa Hernández Álvaro (13), y el monumental Crucificado que preside es en realidad aquel Cristo de la Piedad de La Barbolla, una talla de doscientos diecinueve centímetros de alto por ciento diecisiete de ancho, realizada según los cánones del estilo gótico en madera policromada, clavado con tres clavos al madero y con los pies cruzados.

La aparición del Cristo fue milagrosa según una leyenda de la que lamentablemente ya se han perdido los detalles, pero este Crucificado disfrutó de gran devoción en los pueblos del entorno, tanto que llegó a contar con una Concordia propia formada por los pueblos de La Barbolla, Fuentelaldea, La Revilla de Calatañazor, Monasterio, Las Cuevas, La Ventosa, La Seca, Cascajosa, Osona, Fuentelárbol, La Muela, Escobosa de Calatañazor, Calatañazor, Nafría la Llana, Nódalo y Las Fraguas, que sacaba al Cristo en procesión para hacer rogativas solicitando lluvia.

Mientras sus mejores joyas se guardan lejos de su lugar de origen, la vieja iglesia de La Barbolla languidece abandonada a su suerte, en un evidente estado de ruina inminente que precisa, más que una reparación, una actuación integral desde los muros hasta las cubiertas, pues las goteras y la vegetación que crece a su alrededor o sobre el tejado, la arruinarán en poco tiempo.

Según un artículo de prensa firmado por J. Solé (14), en 2008 el obispado de Osma analizó diferentes posibilidades para llevar a cabo un proyecto de restauración de la iglesia pero que siempre priorizaba la reparación de la cubierta, una actuación que entonces se presupuestó en 24.000 euros de los que el Ayuntamiento de Quintana Redonda asumiría la mitad. Sin embargo, tres años después intervino la Junta que, a través de la Consejería de Cultura primero y después de la Fundación Duques de Soria en colaboración con el Obispado, decidieron poner en marcha el plan Soria Románica del que este templo sería uno de los beneficiados. Debido a la crisis económica todos aquellos proyectos culturales se esfumaron, con lo que el deterioro de muchos templos de la provincia empeoró.

Josemi Lorenzo Arribas, basándose en datos de libros de fábrica, informó de importantes reformas hechas en la cubierta en el pasado y aún nos consta otra según la prensa (15), una escueta noticia indicando que, aunque entonces el estado del templo no era malo, pronto necesitaría una reparación.

Aún estamos a tiempo de actuar, pero cada día que pasa el riesgo de desplome es mayor. De no intervenir lo lamentaremos como lo hacemos hoy culpando a los que permitieron la ruina de San Nicolás, Santa Eulalia, San Bartolomé de Villabuena y tantos otros inmuebles del románico, cuyas naves se encuentran sin tejado y al albur del tiempo y de los expoliadores. A modo de ejemplo, mientras se efectúan las correcciones de este artículo nos enteramos de que el retablo del Santo Cristo de la Piedad se ha caído y sus restos ocupan todo el solado de la nave. La restauración de este inmueble tiene que ser ahora.

 “Hoy es siempre todavía, toda la vida es ahora. Y ahora, ahora es el momento de cumplir las promesas que nos hicimos. Porque ayer no lo hicimos, porque mañana es tarde. Ahora”. Antonio Machado.

Casco urbano

El casco urbano lo componen unos cuarenta solares y edificaciones, así como varias naves agrícolas de obra reciente y en buen estado. Las viviendas llegaron a disponer de electricidad, pero no de agua corriente, y aunque unas pocas se encuentran en buenas condiciones, hay otras derruidas y las más muestran un aspecto descuidado, todo en medio de calles sinuosas no pavimentadas. Antes de su abandono definitivo hubo un proyecto para dotarlas de agua corriente y residuales, pero finalmente no prosperó, impidiendo así cualquier posibilidad real que permita regresar a los antiguos moradores y arreglar sus casas como segunda residencia.

Aunque no todos los edificios sean iguales, la vivienda tipo podría calificarse como un edificio de planta rectangular con fachada principal a la calle o a un patio sereno o corral, pero casi siempre orientada al sol de mediodía, agrupadas en manzanas; aunque algunas llevan esquinales y poyos de sillería, están construidas en piedra de mampostería con estructura de madera, que desarrollan planta baja, primera y somero bajo la cubierta de teja árabe a dos aguas, generalmente.

La Barbolla- Despoblados de Soria
Edificios y calle. Foto Ángel Lorenzo

La parte orientada al norte es mucho más baja y en ella estaban la cuadra y el pajar, con una puerta al exterior y ventanas muy pequeñas; en la parte delantera, donde a veces se observa un patio sereno, habría una habitación y dos alcobas, junto con la cocina y una despensa. Al exterior todavía resisten chimeneas troncopiramidales que estaban colocadas sobre sencillos hogares en la cocina, en la que se curaban los productos de la matanza. Los solados solían ser de tierra prensada en la planta baja. Tenían hornos en casa y cocían pan una vez a la semana. Más hacia nuestros días, tres veces en semana, iba un panadero de La Seca, al que llamaban Cacharro.

Al exterior algunas casas están lucidas con morteros de tierra arcillosa que les confieren ese particular aspecto rojizo combinado con otros de tonos grisáceos. Llevan vanos de ladrillo macizo y madera los más antiguos, de cemento y ladrillo hueco los más modernos, carpintería tradicional con sencillos herrajes, ventanas desprotegidas o con barrotes de forja, puertas exteriores de dos hojas, alguna con sobrepuerta que aquí llaman puertecilla y que permiten la apertura superior para que entre el aire y la luz pero no los animales. Alguna vivienda lleva en su fachada palomeras, cableados o farolas, y también las hay con patio delantero o sereno que se cierra por un portalón con tejaroz a dos aguas de unos ciento cincuenta centímetros de anchura. Es frecuente que en la fachada principal aparezcan pequeños poyos de obra o de sillería en los que poder sentarse para hablar con las vecinas y vecinos, coser, contar historias, ver pasar la vida, etc.

Las viviendas se organizan en manzanas dispuestas en dos calles de sentido este-oeste (calle Eras y calle La Laguna) y una en sentido norte-sur (calle Eras y calle Iglesia) en cuyo cruce se forma un ensanchamiento que da lugar a una especie de plaza, presidida hoy por un árbol joven y frondoso con espinas afiladas en las ramas, que sirve de lugar de recreo a los felinos. Creemos que hubo otra calle que, saliendo del ayuntamiento, llegaba hasta la calle Eras, pero el follaje impide verla.

La Barbolla- Despoblados de Soria
Edificio en ruina. Detalle de construcción. Foto Ángel Lorenzo

Edificios de uso ganadero

El ganado lanar y mular solía estabularse en estas cuadras y en alguna edificación construida como majada. También tenían un apartado para la “corte” en la que cuidaban el cerdo para la matanza. Cuando había problemas de espacio en el casco urbano, solían construirse majadas en el campo, pero en general preferían tener el ganado al lado de sus casas.

Cementerio

En el camino de La Muela y muy cerca de la iglesia se encuentra el cementerio, muy pequeñito y bien cuidado. En él podemos destacar las cruces de madera con las que señalaban el lugar de enterramiento, cruces que nadie cuida y que, poco a poco, van pudriéndose.

La Barbolla- Despoblados de Soria
Fuente y abrevadero. Foto Ángel Lorenzo

Otros edificios públicos y elementos urbanos

  • A las afueras de la localidad, en la calle La Laguna y hacia levante, se encuentra el antiguo transformador, en muy buen estado, pero ya sin uso, pues el nuevo se encuentra sobre unos postes, al norte de la localidad.
  • Fuentes: La Barbolla cuenta con dos fuentes públicas; camino de La Ventosa se encuentra el pozo de La Fuentona, hasta él llegaban las mujeres a por agua potable para consumo de boca y para cocinar. Durante el verano este manantial solía secarse; entonces se tenían que desplazar hasta la fuente del Cañuelo en el camino de Fuentelaldea, un poco más lejos. También por ese camino se encontraba el lavadero antiguo, en parte cubierto, que tomaba el agua directamente del río.
  • Lavadero nuevo: aunque ya se disponía de uno, en 1965 se construyó el lavadero nuevo, también en el camino a Fuentelaldea, más amplio y cubierto, que tomaba el agua de la fuente de EL Cañuelo. Luis C. pastor afirma que fue construido mediante el trabajo común de los vecinos o hacenderas, y que la zanja de la conducción se hizo a “lotes” entre los vecinos, a pico y pala.
  • Eras: se encuentran al norte de la localidad, en el camino a Fuentelaldea. En ellas se llevaban a cabo las labores de trilla y aventado del cereal y de leguminosas. Allí también se instalaban las trilladoras antes de la llegada de las modernas cosechadoras. Estas eras son de titularidad privada.
  • El pueblo tuvo fragua, hoy como la mayoría de los inmuebles arruinada y arrinconada por una calle cada vez más amplia para el paso de la nueva maquinaria. No tuvieron herrero, ya que este venía de La Revilla de Calatañazor y en los últimos tiempos de La Ventosa de Fuentepinilla.
  • Escuela: La Barbolla contó con una muy coqueta escuela, hasta que se cerró en el curso escolar 1968-69 (16), cuando contaba con tres alumnos. Ese año quitaron la maestra y durante dos años los alumnos fueron andando o en bicicleta, cuando se podía, a la escuela de La Ventosa de Fuentepinilla; llevaban comida en la fiambrera, pues había clase por las tardes. Se quedaban a comer en casa de una vecina del pueblo que tenía los padres en La Barbolla y estaba casada en La Ventosa. Dos años después se cerró la escuela de La Ventosa y se puso el transporte escolar a la escuela de Quintana Redonda, donde ya había comedor escolar, pero como no había carretera, tenían que ir y volver andando hasta La Revilla. Cuando a finales de los setenta del siglo XX se realizó la concentración parcelaria, los caminos a La Ventosa, Fuentelaldea y La Revilla se pusieron de grava, posteriormente se cedieron a la Diputación de Soria y a estos dos últimos se les dio un riego asfáltico.

 

La Barbolla- Despoblados de Soria
Fuente, abrevadero y lavadero. Foto Ángel Lorenzo

La pequeña escuela, se construyó en mampostería, con piedra de canteras cercanas, con recerco de ladrillo macizo en las ventanas; la puerta orientada al sur es de dos hojas. En la planta baja estaba la escuela con dos ventanas a poniente, sus pupitres corridos, la mesa del maestro o maestra con su brasero y las pizarras, todo en total abandono. En la primera planta vivía el maestro o maestra. Debajo de la escalera había un pequeño almacén en el que se guardaba la pizorra que habría de alimentar la pequeña estufa en los días de invierno. Los propios alumnos se encargaban de recogerla en pinares cercanos y llevarla a la escuela.

  • El 3 de mayo se celebraba la Cruz de mayo y se bendecían los campos. Cuando aún se bendecían los campos en La Barbolla, solo se sembraba la mitad del término (hojas) y la bendición se hacía un año en el pozo de La Fuentona, camino de La Ventosa, y otro año en la fuente del Cañuelo, camino de Fuentelaldea, de tal forma que siempre se bendecían los sembrados, no el barbecho. Días antes, el alcalde o el alguacil acudían al lugar y clavaban una cruz de madera. Los brazos de la cruz eran cuadrados y tenían unas hendiduras en los cuatro costados del brazo mayor. Los vecinos hacían crucecitas con velas de enrollar, y ese día con el calor del incensario se calentaban un poco y se pegaban en las hendiduras de la cruz. El sacerdote entonces procedía a la bendición.  Algunas informaciones de prensa de comienzos del siglo XX (El Avisador Numantino 08/06/1905) ofrecen noticias de sucesos que indirectamente informan que en La Barbolla se pingaba un mayo, pero no hemos podido precisar si relacionado con la bendición de los campos, si era izado por mozos, su especie ni su origen.

 

  • Acudían, pues formaban parte de la Concordia, a las romerías de Inodejo y eran sede de la Concordia del Santo Cristo de la Piedad. Siguiendo el orden de los pueblos que integran la Concordia de la Virgen de Inodejo, en la última edición de la celebración de la romería en 2019, correspondía la preparación, limpieza y decoración del templo a los vecinos de Quintana Redonda, La Revilla, Monasterio y La Barbolla, pero parece que ya nadie acudió en representación del último.

 

  • Fiesta del Cristo de la Piedad: cuenta que hace años hubo una gran sequía y le pidieron al patrón, el Cristo de la Piedad, su divina intervención. Al día siguiente, un 10 de junio, cayó una buena nevada que salvó la cosecha, razón por la que decidieron celebrar el 10 de junio como día de fiesta y de acción de gracias. Ese día le cantaban al Cristo unos versos que cada familia guardaba enmarcados en sus casas. Cirila Chico Isla nos ha proporcionado esta letra de los versos que se cantaban al Cristo de la Piedad:

    Al Santo Cristo de la Piedad de La Barbolla

    Rey de infinita bondad,

    mar de inmensos amores

    Amparad los pecadores

    Santo Cristo la Piedad

    En el portal de Belén

    naciste vos niño tierno

    en el rigor del invierno

    para todo nuestro bien

    Rey de infinita bondad

    mar de inmensos amores

    amparad los pecadores

    Santo Cristo la Piedad

    Disputabas siendo niño

    en el templo con doctores

    y del Padre los amores

    les mostrabas con cariño

    porque tú siempre eres

    el amor y caridad

    Amparad los pecadores

    Santo Cristo la Piedad

    En una nevada grande

    todos vieron tu fineza

    quitándola con presteza

    convertida en lluvia suave

    conque pudieron los hombres

    navegar con libertad.

    Amparad los pecadores

    Santo Cristo la Piedad.

    En aquellas tempestades

    que causaban los nublados

    en estos años pasados

    con tantas necesidades.

    Bien se ha visto tu bondad

    y tus inmensos amores

    Amparad los pecadores

    Santo Cristo la Piedad

    Y desde aquel diluvio

    guardemos festividad

    toda esta vecindad

    el día 10 de junio.

    Rey de infinita bondad

    mar de inmensos amores

    Amparad los pecadores

    Santo Cristo la Piedad.

    Siempre que hemos pedido

    el agua para sembrar

    también para rociar

    los frutos ya producidos

    la dais con mil amores

    pues sois la suma bondad.

    Amparad los pecadores

    Santo Cristo la Piedad.

         7º

    En todos estos lugares

    en sus casas y familias

    pidiendo, obras maravillas

    que pudieron alcanzar

    al gozar de los favores

    de la gloria celestial.

    Amparad los pecadores

    Santo Cristo la Piedad.

    En fin, Señor piadoso,

    a quien como padre amamos

    en tus manos entregamos

    nuestras almas en descanso

    para ser tus servidores

    por toda la eternidad.

    Amparad los pecadores

    Santo Cristo la Piedad.

    FIN

    Según Faustino Calderón (17), esta fiesta del 10 de junio era para agradecer el mismo favor, pero al Niño Jesús. Se le sacaba en procesión alrededor de la iglesia a hombros de las mujeres que previamente habían subastado los banzos. Según Luis Pastor, esta imagen del Niño Jesús era muy venerada pues era su tentenublo particular, ya que cuando había tormenta, se tocaban las campanas, el pueblo acudía en masa a la iglesia y sacaban la imagen del Niño al portalillo, hasta que la tormenta pasaba.

    También, y a modo de ejemplo, Pastor nos recuerda cómo era la celebración de esa fiesta según describe Pablo Ropero en una crónica dirigida a Felipe Las Heras que apareció en El Avisador Numantino el 24 de junio de 1914. Aquel año hubo una prolongada sequía; para paliarla se llevó al Santo Cristo a Fuentelaldea, donde se ofició una novena de fe, cumpliendo una costumbre de sus abuelos. Terminada la novena acudieron en masa los vecinos de los 18 pueblos de la Concordia para trasladar la imagen a La Barbolla. El acto llegó a congregar a 2.000 personas, 26 pendones y estandartes, cruces y 20 ramos de cera y otros de rosca perfectamente adornados.

    Según Miguel Moreno (18) los miembros de la Concordia de la Virgen de Inodejo también acudían en rogativa hasta aquí para pedírselo al Santísimo Cristo de la Piedad.

 

  • Celebraban fiesta el 24 de agosto en honor de San Bartolomé.

 

  • Fiestas mayores: según Faustino Calderón las fiestas principales se celebraban el 14 y 15 de septiembre en honor al Santo Cristo de la Piedad y aquí eran los hombres los encargados de sacar al Cristo en procesión por las calles del pueblo. Había una misa y una comida con los familiares que venían de otros pueblos. El Avisador Numantinode 22/09/1926 recuerda que, en la celebración de las fiestas de Santo Cristo de la Piedad de ese año, se celebraron animadísimos bailes públicos –que no destaca como algo excepcional- «que duraron hasta las primeras horas de la madrugada, reinando gran fraternidad y alegría entre los concurrentes». En los últimos años, la festividad decayó mucho y ya no se realizaba baile alguno, solamente un año acudió el acordeonista de La Ventosa de Fuentepinilla para dar un poco de colorido y alegría a la fiesta.

 

  • Una fiesta que al menos se celebró en una ocasión, con ánimo de continuidad, fue la Fiesta del Árbol que según El Avisador Numantino 13/05/1921 se celebró aquel año por primera vez y que consistió en la plantación de cien “albares” (¿pino albar?) proporcionados por el Ayuntamiento en el paraje La Carrera a cargo de los niños de la escuela, que mientras iban y venían cantaban y recitaban poesías. Al regresar a la escuela, el maestro les dirigió un discurso y el Ayuntamiento obsequió a los niños.

 

  • Hacenderas: Ya hemos comentado que el trabajo en común de todos los vecinos permitió la construcción de un nuevo lavadero. Luis C Pastor (o.c.) ha documentado que con ese sistema también se construyó la fuente de dos caños, el pilón abrevadero y se limpiarían los caminos y viales.

Por el término discurren el rio Castro y los arroyos Palomares, Veguilla, Matas, Manzano y Val.

A lo largo de su historia parece que la economía se ha basado en los mismos recursos que ahora siguen explotándose, una agricultura fundamentada en el cultivo de cereal de secano complementada con algunos rebaños de ovejas.

En la actualidad las 630 hectáreas de las que se compone el término municipal son labradas por agricultores de La Ventosa de Fuentepinilla, Fuentelaldea, La Revilla de Calatañazor y por algún barbollano de los pocos que quedan. La tierra es de buena calidad. Algunos propietarios vendieron las fincas y otros las arrendaron, de tal manera que en la actualidad todo el término se labra. El principal cultivo sigue siendo el cereal de secano, si bien en los últimos años se ha introducido el girasol y, en menor medida, la colza. De los huertos de los que nos hablaba el Catastro de Ensenada no queda ni rastro, pero sin duda los hubo hasta fechas cercanas, y todavía hoy podemos intuirlos. Lo mismo podemos decir de las múltiples choperas con las que cuenta el pueblo, que en tiempos no muy lejanos tuvo varias plantaciones para aprovechamiento maderero.

Faustino Calderón en su interesantísimo blog recuerda que el cura venia de Quintana Redonda, el médico venía a caballo desde Rioseco de Soria y años más tarde acudía desde Muriel de la Fuente un nuevo médico que llevaba a su cargo todo el término de Calatañazor. La maestra sí vivía en el pueblo y lo hacía de patrona en varias casas. Celestino y Sebastiana, un matrimonio mayor, sin agua corriente, fueron los últimos habitantes en marchar de La Barbolla. Allá por el año 1996 cerraron su casa y se fueron para Soria, adonde habían ido a parar muchos de sus antiguos vecinos aunque alguna familia marchó a Zaragoza. Todos se fueron en busca de mejores expectativas que las que les ofrecía el campo.

La localidad tuvo bar en la calle Las Eras, nº12, regentado por Román. Las bebidas llegaban desde Quintana Redonda de la mano de Hipólito Frías, que además era el cartero. Cuando Román emigró a Barcelona, se cerró el local, pero se abrió el Tele-Club en el antiguo Ayuntamiento, hoy en ruinas.

Alberto Arribas con la colaboración de Ángel Lorenzo, Maribel Zapatero, Luis C. Pastor.

(1) VILLANAÑE, María (1999): Gentilicios burlescos en Soria. Edita SAAS/2. Imprime Arteprint, Soria, página 54.

(2) BLASCO JIMÉNEZ, Manuel (1909): Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria. IIª edición, Soria. Ed. Tipografía de Pascual P. Rioja.

(3) MADOZ, Pascual (1846-50): Diccionario geográfico-estadístico-histórico. Edición facsímil de los textos relativos a la provincia de Soria. Edita Ámbito ediciones SA y Diputación de Soria, 1993. Imprime Gráficas Ortega SA Valladolid.

(4) HERRERO INGELMO, José Luis (1999): “Notas sobre la toponimia del Señorío de Calatañazor (Soria). Toponimia de Calatañazor”. Actas de la Reunión científica sobre Toponimia de Castilla y León, Burgos noviembre 1992.

(5) GARCÍA BERLANGA, Francisco (1992): Cultura iberoeuskérica. El euskera fue la lengua primitiva de España. Edición del propio autor, página 324.

(6) PASCUAL DÍEZ, Ana Carmen (1991) Carta arqueológica de Soria. Zona Centro. Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Soria.

(7) RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, José Manuel (2002): “Panorama general del arte románico en Soria”. Enciclopedia del Románico de Castilla y León. Soria, volumen I, página 45.

(8) NUÑO GONZALEZ, Jaime (2002): “La Barbolla”. Enciclopedia del Románico de Castilla y León. Soria, volumen I, página 203.

(9) PASTOR LASO. Luis C (2021):La Barbolla, un pueblo deshabitado”. Revista Arevacon de la Asociación de Amigos del Museo Numantino nº 41.

(10) Mesa redonda “El abandono del patrimonio rural soriano: el caso de La Barbolla”, celebrada en el Casino Círculo Amistad Numancia el 13/12/2021, organizada por el colectivo Románico sin techo en colaboración con la Asociación de Amigos del Museo Numantino, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=8zF7RCJT4tI

(11) Blog del colectivo Románico sin techo (13/03/2021): El cielo como techumbre. San Bartolomé de La Barbolla. Soria, en https://lasopastor.wixsite.com/romanicosintecho/copia-de-salvemos-la-barbolla

(12) LLOP I BAYO, Francesc (2016): Ficha de las campanas de La Barbolla en la web http://www.campaners.com/php/campanar.php?numer=3628 consultada el 05/12/2021.

(13)  HERNÁNDEZ ÁLVARO, Ana Rosa (1984): La imaginería medieval en la provincia de Soria. Edita Centro de Estudios Sorianos (CSIC), Soria.

(14) SOLÉ, J (16 de junio de 2008): Diario de Soria

(15) FRÍAS, Daniel (1948): “Llamamiento”, artículo en Hogar y Pueblo 31/05/1948

(16)   GOIG SOLER, Isabel: El lado humano de la despoblación. Colección los libros del Santero nº 4. Edita Centro Soriano de Estudios Tradicionales, Soria, página 174.

(17) http://lospueblosdeshabitados.blogspot.com/2009/10/la-barbolla-soria.html (consultado en diciembre 2020).

(18) MORENO, Miguel (1976): Biografía curiosa de Soria. Gráficas Sorianas, Soria, página 210.