Manzanares

Despoblado próximo al yacimiento de Tiermes.

Antiguas viviendas de Manzanares. Foto Ángel Lorenzo
Antiguas viviendas de Manzanares. Foto Ángel Lorenzo

Fecha de despoblación: Desconocida

Localidad: Retortillo de Soria

Estado actual: Despoblado

Término municipal: Retortillo de Soria

Descripción

Despoblado del término municipal de Retortillo de Soria.

Manzanares, con sus 1.224 metros de altitud, se encuentra situado al suroeste de la provincia de Soria, prácticamente en la zona donde confluye la sierra de Grado con la de Pela, las cuencas del Duero y del Tajo, así como las provincias de Segovia, Guadalajara y Soria, un marco geográfico montañoso que pasa por ser la zona con menor densidad demográfica de la provincia.

DATUM   LATITUD                    LONGITUD
ETRS89 41.310746                     -3.133747
ETRS89 41º 18´ 39´´ N                3º 08´ 01´´ W
UTM 30    Coord. X                    Coord. Y
488.804.70                    4.573.262.35
Altitud   1.226 m.

Manzanares se encuentra a unos 4 kilómetros al sudeste del yacimiento de Tiermes y a unos 20 por carretera desde Retortillo de Soria hasta Peralejo de los Escuderos por la SO-P-4121, que es donde culmina la carretera asfaltada y comienza un camino de tierra de unos cuatro kilómetros, más adecuado para ir a pie que en coche.

También es posible desplazarse a pie desde Campisábalos, ya en la provincia de Guadalajara, del que le separan seis km. Este ha sido el pueblo cercano de referencia al que se dirigían los manzanareños cuando precisaban algún bien o servicio del que no disponían. Andando se tardaba poco más de una hora en llegar y en la actualidad incluso menos gracias a los nuevos caminos que dan servicio a los modernos parques eólicos.

Rodea al despoblado por el sur el arroyo de las Canalejas, que nace a un par de kilómetros en la ladera norte de la Sierra de Pela y que nada más abandonar el caserío, tras captar nuevas aguas y adquirir mayor categoría, pasa a denominarse río Manzanares o Tiermes, aunque aguas abajo también se le conoce como Adante.

Manzanareño

En principio, “Manzanares” parece tratarse de un fitotopónimo que haría referencia a la presencia de manzanos.

Aunque algunos poblados de la zona se consideran herederos directos de Tiermes y de los termestinos, no deja de ser una afirmación difícil de sostener con argumentos históricos, pero no podemos descartar que este espacio formara parte del municipium termestino, o que la dispersión de los vecinos de aquella ciudad acabara por fundar Manzanares u otros pueblos de la zona.

Blas Taracena Aguirre y José Tudela de la Orden (1), o Teógenes Ortego y Frías (2) defienden esa posibilidad y apuntan que cuando en el año 98 a.C. los arévacos que ocupaban la ciudad celtíbera de Tiermes acabaron siendo sometidos por el cónsul romano Tito Didio, las tropas romanas destruyeron y saquearon gran parte de la ciudad, lo que obligó a muchos vecinos a abandonar la acrópolis e instalarse en las inmediaciones, impidiéndoles fortificar el nuevo asentamiento. Según estos autores ese traslado a poblados cercanos existentes o fundados exprofeso, pudo ser el origen de los muchos pueblos y despoblados que tenemos documentados en poco más de un radio de diez kilómetros.

José Manuel Rodríguez Montañés (3) también supone que parte de la población de Tiermes acabó en Manzanares, pero traslada esa migración a algún momento estimado entre finales del siglo XV y comienzos del XVI.

Es probable que esta zona del suroeste soriano pasara a manos cristianas de forma secundaria a la conquista de Berlanga en 1060 por Fernando I, y con más seguridad en 1112 con la ocupación de Alfonso I de Aragón de esta tierra al norte de la Sierra Pela, y de la cercana fortaleza de Atienza, plazas que mantuvo bajo control aragonés hasta su muerte en 1134, fecha en la que pasaron a Castilla.

A partir de entonces, esta zona comenzó a organizarse territorialmente en forma de comunidades de villa y tierra, siendo Manzanares integrante de la de Caracena (4), sexmo de Arriba, lo que ocurriría en alguna fecha cercana a la sentencia dictada por el cardenal Guido en 1136, en la que estableció los límites geográficos entre los obispados de Osma y Sigüenza, documentando por primera vez el nombre de Caracenam que pasó a depender de esta segunda diócesis.

Llegando a Manzanares desde el este. Foto Ángel Lorenzo
Llegando a Manzanares desde el este. Foto Ángel Lorenzo

Esa pertenencia a la comunidad de Caracena es la única prueba de la existencia de Manzanares en época medieval. Más adelante, la primera referencia documental la confirmamos en 1528, cuando el Censo de pecheros cifra en 38 el número de vecinos de esta condición que habitaban en Mançanares, un número que nos permite estimar que pudo tener en torno a los cien habitantes. A finales de esa centuria, en 1591, únicamente se documenta como un lugar habitado de la Tierra de Caracena que aportaba a la comunidad una cantidad desconocida de habitantes que, en total, estaba formada por 576 vecinos.

Según el Catastro del Marqués de la Ensenada (1752), Manzanares era una aldea de la jurisdicción de la villa de Caracena y perteneciente al Señorío de la Duquesa viuda de Uceda. De sus treinta y seis vecinos, en los que se incluían “quattro viudas, que entre dos hacen un vecino”, treinta eran labradores menores de sesenta años que trabajaban tierras de secano, regadío, prados y dehesas, que les daban trigo, cebada, centeno, avena, berzas y yerbas. Había “un plantío de árboles frutales” que le proporcionaban camuesas, peras, nueces, manzanas, guindas y ciruelas, “y otro de silvestres como son olmos, álamos y chopos”. Poseían también rebaños caprinos y ovinos que les proporcionaban carne, leche y lana, veintidós colmenas de abejas, gallinas y cerdos, además de animales de tiro como asnos, mulos o vacuno, aunque no había caballos ni yeguas. Tampoco constan en el catastro molinos ni batanes, alquerías ni hospitales. Residían en cuarenta viviendas en buen estado y había otras tres arruinadas. Disponían de dos curas, un sacristán, cirujano sangrador, guarda para el ganado vacuno, cuatro pastores de ovejas y cabras, un herrero y un pobre de solemnidad.

Sebastián Miñano (5), en 1829, anota en Manzanares 44 vecinos, 221 habitantes.

Poco después Pascual Madoz (1850) (6) lo recoge con una importante merma demográfica, con ayuntamiento propio y caserío formado por 22 viviendas, además de la consistorial y la escuela de instrucción primaria. En el término, dice, se produce “trigo común, centeno, cebada, avena, patatas, judías y otras legumbres”, en un terreno que considera “áspero, quebrado y de secano”, añade la “poca caza por lo mucho que abundan los animales dañinos que la destruyen” así como un molino harinero. Su vecindario lo componían entonces 22 vecinos, 80 almas.

Esa autonomía municipal no se mantuvo muchos años, pues en 1857 Manzanares fue absorbido por el ayuntamiento de Losana, y más tarde este último por Retortillo, al que actualmente pertenecen ambos.

En 1880, Manuel Blasco (7) recoge Manzanares como “lugar de 33 vecinos (unos 115 habitantes) agregados al municipio de Losana” y seis años después (1886) el Nomenclátor del Obispado de Sigüenza (8) reduce la población a 30 vecinos. Con el cambio de siglo, en 1909, el mismo Manuel Blasco, en la segunda edición (9) de su trabajo, refleja un importante crecimiento demográfico pues recoge 156 habitantes.

Esta cifra puede calificarse como el apogeo demográfico de Manzanares y sabemos que se mantuvo durante años, pues el censo de 1933 ofrece unas cifras de 138 vecinos de hecho y 170 de derecho, y el de 1940 mantiene en ambas clasificaciones el número de 133 vecinos.

No hemos encontrado referencias concretas pero parece que fue en la década de 1950 y sobre todo en la de 1960 cuando Manzanares comenzó a perder población. Se llegó a construir una nueva fuente y se dotó de electricidad, aunque ello no sirvió para impedir que sus vecinos acabaran emigrando, pues a comienzos de la década de 1970 Manzanares se convirtió en un despoblado.

Faustino Calderón (10) en la correspondiente ficha de su web, dice que la mayor parte de sus vecinos emigró a Madrid y que los últimos habitantes en abandonar el pueblo fueron Fermín Andrés “el cestero” y su esposa Toribia Felipe, quienes hacia 1970 o 1971, cerraron su casa y marcharon a la vecina población de Campisábalos en la provincia de Guadalajara.

Durante algunos años el pueblo estuvo abandonado, pero hacia 1992 se instalaron en Manzanares algunos miembros de la autodenominada “Colectividad Rural Anarquista Manzanares” (11). Constituían un pequeño grupo de personas procedentes de diferentes puntos del país y sin relación conocida con el despoblado, pero que tenían en común una ideología “anarquista y libertaria”. Querían desarrollar en el despoblado un proyecto de comunidad auto gestionada con ese tipo de ideología, para desarrollar un futuro alternativo “anarquista, antipatriarcal y libertario”.

Formaban el grupo alrededor de diez personas y parece que hubo algunos niños. Destacó entre ciertos sectores por albergar una biblioteca de temática anarquista que llegó a contar con unos 4.000 ejemplares de libros, folletos, carteles, pegatinas o revistas, englobados bajo la denominación Biblioteca Teresa Claramunt (12). En febrero de 2002 editaron su propia publicación, la revista anarcofeminista titulada Alejandra, y en la capital soriana llegaron a organizar debates, conferencias y actividades culturales.

El movimiento duró diez años, poco más o menos, a caballo entre el siglo XX y el XXI. En la actualidad Manzanares se encuentra totalmente abandonado.

Manzanares forma parte de una ruta que ha venido en llamarse “de los pueblos rojos”, que se caracteriza por la abundancia de rocas de ese color en el entorno y el empleo de estas, ya sea en forma de mampuestos o de sillares labrados, para levantar los edificios, siendo el mejor exponente, por espectacular, el yacimiento de Tiermes. No obstante esta abundancia de material pétreo, también podemos observar en Manzanares alguna construcción de adobe e incluso el empleo de piedra caliza blanca.

Como ya hemos comentado, el casco urbano ha estado tradicionalmente formado por unas treinta edificaciones y posiblemente nunca haya superado ese número. El caserío, que se encuentra disperso en un terreno en doble pendiente de subida y de bajada, está muy degradado y muchas de sus antiguas casas han quedado cubiertas por la vegetación silvestre. Algunos edificios, sobre todo en la parte sur que da al arroyo, en el llamado Barrio de la Cuesta, aparecen agrupados en manzanas especialmente asoladas que sugieren un abandono anterior a la despoblación total y que quizá tuvieran un uso agropecuario. Entre esta parte y la iglesia, hay un extenso espacio con calles amplias, edificios en diferentes fases de ruina, restos de casas que denotan antiguos intentos de recuperación… pero con el denominador común del abandono total.

Los edificios más destacados del despoblado son los siguientes:

Iglesia parroquial de Santa Catalina

Se trata de un antiguo templo totalmente arruinado situado al norte del caserío pero separado del casco urbano, que mantiene en pie la caja de los muros, espadaña y algunos arcos de su interior. Lleva anexo el cementerio que ocasionalmente es objeto de ciertos trabajos de desbroce y de un mantenimiento mínimo.

Es una edificación levantada con muros de piedra de mampostería que presenta sillares en esquinales, arcos, puerta, contrafuertes y espadaña. Consta de una única nave orientada de pies a cabecera en sentido SO-NE, que culmina en una capilla mayor de planta cuadrada ligeramente más estrecha que la nave y con testero plano, separada de aquella por un arco de triunfo de medio punto y al exterior reforzada por contrafuertes. Llevaba como anexo en el lado de la epístola, una pequeña sacristía igualmente arruinada. Todos los muros del interior estuvieron encalados.

Iglesia de Manzanares vista desde el norte. Se aprecia detrás una casa del despoblado, y al fondo aerogeneradores de la Sierra de Pela. Foto Ángel Lorenzo
Iglesia de Manzanares vista desde el norte. Se aprecia detrás una casa del despoblado, y al fondo aerogeneradores de la Sierra de Pela. Foto Ángel Lorenzo

La puerta principal se abre por el lado sur de la nave a un pequeño atrio rodeado de tapia de mampostería que es en realidad un muro de sustentación que permite nivelar el terreno. El acceso al templo se resuelve en un arco de medio punto dovelado sobre impostas y jambas bien escuadradas que en algún momento estuvo encalado por lo que el efecto del barrido de agua de lluvia de estos restos reafirma aún más ese color rojizo al que antes hacíamos mención. Tres mechinales sobre el arco indican la existencia de algún pequeño pórtico hace mucho tiempo desaparecido y todavía se conservan las dos hojas de la puerta en su emplazamiento original aunque ya muy deterioradas. Por encima de la puerta, hacia la derecha, se mantiene una ventana alargada en sentido vertical, rematada en un sencillo arco que iluminaba la nave, y persisten en la cornisa algunas piezas de piedra tallada.

La iglesia sobresaliendo entre la maleza. Foto Ángel Lorenzo
La iglesia sobresaliendo entre la maleza. Foto Ángel Lorenzo

A los pies se mantiene la espadaña de dos vanos en arco de medio punto para las inexistentes campanas, pero que aún conservan en su sitio parte de sus melenas de madera. Entre estos huecos, a un nivel superior, se observa un pequeño vano, a modo de hornacina, cegado por burdos mampuestos que en su día pudo albergar una imagen o una pequeña esquila. Todavía presenta la pared de la espadaña una última y pequeña ventana a un nivel inferior.

La obra actual parece propia de finales del siglo XVII o comienzos del XVIII, sin que haya elementos que nos sugieran la existencia de un templo anterior que posiblemente hubo.

La pila benditera de esta iglesia, expuesta en el museo de la catedral de El Burgo de Osma, es en realidad la parte superior de una columna románica compuesta por un cuádruple fuste entorchado y un capitel con decoración en la que domina la bestia apocalíptica de siete cabezas descrita en Apocalipsis XII, 1-10, en el que se hizo un vaciado para contener el agua bendita.

Manzanares, pila benditera. Foto José Manuel Rodríguez Montañés, de su libro “Catálogo de la exposición Soria Románica, 2001”.
Manzanares, pila benditera. Foto José Manuel Rodríguez Montañés, de su libro “Catálogo de la exposición Soria Románica, 2001”.

José Manuel Rodríguez Montañés (13) siguiendo las informaciones de Don José Arranz, sostiene la hipótesis de que esta pieza, en su día, formó parte de la galería porticada de la ermita de Santa María de Tiermes, hasta que en alguna de las varias reformas que constan documentalmente, fue retirada y trasladada a la iglesia parroquial de Manzanares, de la que en algún periodo dependió, y donde fue reutilizada como pila benditera.

En esas dependencias episcopales, se guarda también una talla medieval de la Virgen con el Niño con el nombre de Virgen de Manzanares. Se trata de una talla en madera policromada con unas dimensiones de 76 × 30 × 12 cm, que representa a la Virgen María sentada con el Niño, igualmente sentado sobre su pierna izquierda. Ambas imágenes van coronadas, carecen de la mano derecha y muestran una mirada hierática, poco expresiva y sin contacto visual.

El análisis de Ana Rosa Hernández Álvaro (14) estima su factura en torno al último cuarto del siglo XII y primero del XIII, si bien los autores de su análisis en la Enciclopedia del Románico (15) puntualizan considerando que el desplazamiento del Niño hacia un lado, representa una evolución del tipo iconográfico que parece más propio de principios del siglo XIII.

Fuentes

Cerca de la iglesia y en una zona ampliamente cubierta por la vegetación, surge un manantial que fue canalizado a una gran pila, cuyo sobrante se aprovechaba para regar los huertos cercanos. Esa parece ser la fuente tradicional de Manzanares, pero debido a que la mayor parte de sus habitantes vivía un tanto alejados del lugar, decidieron construir una nueva fuente más cercana y accesible, por lo que en 1960, según indica una placa, se levantó otra con fábrica de cemento y ladrillo e incluso la dotaron de bancos laterales.

Fuente antigua, todavía en uso. Foto Ángel Lorenzo
Fuente antigua, todavía en uso. Foto Ángel Lorenzo
Fuente nueva, fuera de uso. Foto Ángel Lorenzo
Fuente nueva, fuera de uso. Foto Ángel Lorenzo

Casa tradicional

Salvo una vivienda de adobe y madera, el resto de edificios se levanta con de muros de carga de mampuestos de piedra aparejada con barro y estructura de madera en forjados y cubiertas. En algunos casos presentan sillares en dinteles, jambas y esquinazos. Los muros de edificaciones más antiguas aparecen sin lucir, mientras que otras más modernas presentan enfoscados de cemento con esgrafiados que tratan de imitar la sillería, el nombre de sus propietarios y fechas que sitúan estas construcciones en la década de 1920. Aún se aprecian ventanas enrejadas, algún balcón de forja e incluso una de ellas deja ver un horno de planta semicircular anexo.

Vivienda arruinada de Manzanares. Foto Ángel Lorenzo
Vivienda arruinada de Manzanares. Foto Ángel Lorenzo

También se ha mantenido en pie el edificio del transformador eléctrico así como algunos soportes metálicos en las fachadas para acoger los aisladores del tendido eléctrico que en su día hubo.

Restos del transformador eléctrico detrás de un edificio arruinado. Foto Ángel Lorenzo
Restos del transformador eléctrico detrás de un edificio arruinado. Foto Ángel Lorenzo

Manzanares formaba parte de la Concordia de la Virgen de Tiermes y sus gentes acudían a la romería de mayo, el domingo anterior a la Ascensión, para pedir una buena cosecha, y a la de acción de gracias el 12 de octubre. Ana Abajo del Grado (16) afirma que aunque ya no exista la concordia original de Nuestra Señora del Monte de Caracena, los vecinos de Manzanares formarían parte de ella y acudirían a la romería de la ermita el tercer domingo de junio.

Faustino Calderón dice que la patrona de Manzanares era la Virgen del Rosario y que a ella le dedicaban las fiestas el 8 de octubre, que duraban dos días. En ellas se celebraba misa con procesión y había bailes y rondas. También celebraban Santa Catalina el 25 de noviembre, con una gran luminaria junto a la iglesia.

El desarrollo económico de Manzanares, al igual que el de los pueblos del entorno, se basaba en la agricultura y la ganadería, estando estas actividades ciertamente limitadas por la altitud del lugar, lo extremo del clima y la poca productividad de la tierra. Estas mismas características hicieron de la zona un lugar más conveniente para pastos de invierno y permitieron el desarrollo de una afamada ganadería ovina que vendían en el mercado de San Esteban de Gormaz, pero sobre todo en las vecinas localidades del otro lado de la Sierra de Pela como Galve de Sorbe.

Tuvo electricidad en los años sesenta pero nunca llegó a tener agua corriente ni caminos asfaltados. Tampoco hubo tiendas, aunque Faustino Calderón en su web (o. c.) apunta la existencia de una taberna. Añade que para comprar solían desplazarse principalmente a Campisábalos y también a Montejo de Tiermes. Rara vez acudían a Retortillo, la cabecera del municipio, pues estaba mucho más alejado. Sigue diciendo que el cura venía a caballo desde Pedro, el médico y el veterinario desde Tarancueña, donde tenían que acudir para comprar medicinas. El correo lo traía a pie el cartero de Rebollosa de los Escuderos.

Tanto Madoz (o. c.) como Blasco (o. c.) recogen la existencia de un molino en el río homónimo del pueblo, que ya no figura en 1956 y que no hemos localizado.

Restos de una barriada de casas adosadas. Foto Ángel Lorenzo
Restos de una barriada de casas adosadas. Foto Ángel Lorenzo

Alberto Arribas con la colaboración de Ángel Lorenzo, Maribel Zapatero, Luis C. Pastor.

(1) TARACENA AGUIRRE, Blas; TUDELA DE LA ORDEN, José (1928): Guía artística de Soria y su provincia, VIª edición correspondiente a 1997, ediciones de la Diputación Provincial de Soria, página 197.

(2) ORTEGO FRÍAS, Teógenes (1982): Tiermes. Ciudad rupestre celtíbero-romana. Guía del Conjunto Arqueológico. Ingrabel, Almazán, página 19.

(3) RODRIGUEZ MONTAÑÉS, José Manuel (2002): Enciclopedia del Románico en Soria, volumen II, edita Fundación Santa María La Real. Centro de Estudios del Románico, página 658.

(4) MARTÍNEZ DÍEZ, Gonzalo (1983): Las Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura castellana. Editora Nacional.

(5) MIÑANO Y BEDOYA, Sebastián (1826-1829): Diccionario geográfico-estadístico de Soria. 1826-1829. Edición de Silvano Andrés de la Morena, Soria Edita, Soria 2004.

(6) MADOZ, Pascual (1846-1850): Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y de sus posesiones de ultramar” 1845-50. Soria. Edición facsímil por provincias, Valladolid. Ámbito ediciones.

(7) BLASCO JIMÉNEZ, Manuel (1880): Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria, 1ª edición, Soria. Imprenta y Librería de la Infancia, página 364.

(8) ANÓNIMO (1886): Nomenclátor descriptivo, Geográfico y Estadístico del Obispado de Sigüenza. Zaragoza, Tipografía de Mariano Salas.

(9) BLASCO JIMÉNEZ, Manuel (1909): Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria. IIª edición, Soria. Ed. Tipografía de Pascual P. Rioja.

(10) https://www.lospueblosdeshabitados.net/2013/03/manzanares-soria.html, web de Faustino Calderón consultada el 20/11/2023.

(11) Consultar una interesante entrada en youtube: “Entrevista” a la colectividad Manzanares (Soria).

(12) Más información sobre este proyecto cultural en https://biblioarchivoteresaclaramunt.blogspot.com/

(13) O. c. (2002) página 663.

(14) HERNÁNDEZ ÁLVARO, Ana Rosa (1984): La imaginería medieval en la provincia de Soria. Edita Centro de Estudios Sorianos (CSIC), Soria, página 92.

(15) VV AA (2002): Enciclopedia del Románico de Castilla y León. Soria, volumen II, Ediciones de la Fundación Santa María la Real, Centro de Estudios del Románico, página 1304, en el apartado correspondiente a los bienes depositados en los almacenes episcopales.

(16) ABAJO DEL GRADO, Ana (2005): Romerías de Soria. Ochoa Impresores, página 55.