Despoblado del municipio de Yanguas ubicado a poco más de tres kilómetros de la villa.
Despoblado del municipio de Yanguas ubicado a poco más de tres kilómetros de la villa en la solana del monte Cruz del Cerro, en pleno corazón de Tierras Altas.
Saliendo de Yanguas en dirección oeste, por el castillo, accedemos a la carretera SO-660 que acaba en Diustes. Hacia el pk 2.4, un poco antes de llegar a un puente y en medio de una curva muy cerrada, tomaremos una pista de tierra que sale a la derecha y se dirige hacia el oeste. A unos setecientos metros nos encontramos con la ermita de San Roque siendo este el lugar idóneo donde dejar el vehículo, dado que el estado de la pista empeora, y continuar a pie los apenas trescientos metros que quedan para acceder al caserío.
DATUM | LATITUD LONGITUD |
ETRS89 | 42,106901 – 2,362721 |
ETRS89 | 42º 06´ 25´´ N 2º 21´ 46´´ W |
UTM 30 | Coord. X Coord. Y |
552.689,62 4.661.841,91 | |
Altitud | 1.135,71 m. |
Mateño.
El topónimo La Mata, muy común también como nombre propio de algunos montes sorianos, parece tratarse de un fitotopónimo que hace referencia a una tierra en la que abundan los arbustos, las plantas herbáceas y la típica vegetación silvestre de monte, presentado de forma aislada o quizá como una única especie agrupada en un lugar concreto que le otorgó un carácter diferenciador con su entorno.
Para Eleuterio Carracedo Arroyo (1) “Mata puede hacer referencia a árboles, arbustos o plantas herbáceas que son fitónimos muy distintos entre sí”, siendo “en definitiva una palabra perteneciente al sustrato mediterráneo occidental de carácter euroafricano”.
Francisco García Berlanga (2) tiene otra posible interpretación, pues recuerda que el topónimo Mata puede derivar del vascuence Maza o Baza, que se traduciría como el bosque.
Como toda la zona, La Mata tiene interesantes yacimientos paleontológicos de icnitas, y de ellos José Luis Rubio de Lucas (3) recoge el del río Masas, al que puede accederse por el camino de Yanguas a las pozas del río Masas hasta la ladera sur occidental de Los Congostos, sobre el propio río Masas.
Aparte de algunos yacimientos arqueológicos del Calcolítico, no se conocen más datos de los primeros asentamientos humanos, que habría que relacionar con la cercanía a Yanguas, una villa cuyo rico pasado histórico se extiende desde época prehistórica, celtíbera, romana y medieval. No conocemos datos de época musulmana que nos indiquen que estuviese habitada, pero es posible que esta zona estuviera bajo la influencia de los Banu Qasi de Arnedo que podrían aprovecharse de la riqueza de sus pastos. Posteriormente, hacia finales del siglo X, pasaría al reino de Pamplona y definitivamente después al de León y Castilla hacia 1134, época en la que habitantes de estas tierras acudieron a repoblar otros lugares como Ágreda.
Yanguas inició entonces su desarrollo como cabeza de una comunidad de villa y tierra entre la jurisdicción real y la señorial, cuya base económica se basaba en la ganadería ovina trashumante y una escasa producción agrícola desarrollada en fincas aterrazadas, si bien como miembros de la Comunidad de Villa y Tierra de Yangüas disfrutarían de sus privilegios y posiblemente desarrollaran la actividad arriera que documentamos en el capítulo XIII de la primera parte de El Quijote, “Donde se cuenta la desgraciada aventura que se topó don Quijote en topar con unos desalmados yangüeses”.
Gonzalo Martínez Díez (4) cita La Mata como una de las 25 aldeas que componían la Comunidad de Villa y Tierra de Yanguas y no la incluye en la lista de despoblados de la misma. Según el autor, ya en el siglo XII Yanguas pasa a tener un régimen señorial.
El catastro del Marqués de la Ensenada correspondiente al «Lugar de Lamatha», fue redactado el 4 de abril de 1752, y lo califica como una aldea y jurisdicción de la villa de Yanguas, que pertenecía al Conde de Aguilar, señor de los Cameros. Estaba entonces habitado por dieciséis vecinos, “ en que entra el cura, pobres y viudas”. Trabajaban tierras de regadío destinadas a pastos y para el cultivo de berzas, así como otras fincas de secano donde sembraban y recogían al año en una única cosecha, trigo, centeno, cebada y avena, además de algunos yermos, tierras incultas, barrancos, además de monte con robles y encinas, aunque no había frutales y sólo algunos sauces en las orillas de los arroyos. También poseían una destacada cabaña de ganado ovino trashumante de raza merina y churra, de la que recogían “el aprovechamiento de la leche”.
Además del ganado de carga y labor, criaban pollos, cabras, cerdos, vacas y un único vecino poseía doce colmenas. El caserío lo formaban dieciocho casas habitables, dos no habitadas pero distintas de otras cinco que había arruinadas. Según el texto, no había tiendas o comercios pero sí una taberna «que no produce utilidad». De la profesión de sus habitantes, el catastro nos dice que quince eran labradores y uno clérigo.
El censo de Aranda de 1768, que lo incluye en el obispado de Calahorra al que perteneció hasta 1955, ofrece la cifra de 165 habitantes, un número que debe corresponder con el máximo demográfico absoluto pero que suponemos enseguida comenzó a declinar, casi a la par del surgimiento de la crisis económica del ganado ovino, pues algo más de un siglo después, en 1888, ya solo documentamos cincuenta y ocho habitantes que residían en algunos de los catorce edificios de una planta o los veintiuno de dos que había entonces.
Manuel Toledo (5) afirma que, según un censo de 1802, en La Mata vivían el cura y 23 vecinos, lo que suponían un total de 70 habitantes.
En esos años fue una aldea dependiente del ayuntamiento de Vellosillo, hoy igualmente despoblado, que hasta 1857 se llamó oficialmente “Vellosillo y La Mata”. Desde entonces pasó a llamarse simplemente “Vellosillo” que incluía a La Mata aunque ya no en el nombre. Posteriormente ambos fueron absorbidos por el municipio de Yanguas (6).
Hacia mediados del siglo XIX Pascual Madoz (7) recoge que La Mata tenía 16 casas, 15 vecinos, 66 habitantes. Unos años después, en 1868, Manuel Toledo (o.c. pág. 208) informa de que su población había aumentado hasta los 20 vecinos, pero que sólo fue un espejismo pues se inició entonces una decadencia ya imparable. El censo de población de 1888 indica que había 14 edificios de una planta y 21 de dos que en total albergaban a 58 habitantes, una ligera merma que reitera Manuel Blasco (8) en su primera edición cuando recoge 70 habitantes, y aún así superior a la de la segunda edición, que bajó a 60, y que continuó imparablemente a los 50 del año 1933.
Esteban Valtueña Jiménez (9) ofrece como último censo con habitantes el de 1960 cuando constan 37 personas inscritas.
Pedro, el último de sus habitantes, nos contaba en 1997 que él fue el último vecino y que sería en torno a 1970 cuando cerró su casa y con su familia se trasladó a Yanguas, pues no llevaban bien la soledad, la vivienda precisaba una reforma y decidieron mudarse. En 1997 ya la mayor parte de las casas se habían derrumbado pero aún había varias en un estado aceptable y todas las calles eran accesibles. Él recordaba que al marcharse ya había casas caídas pero que todavía regresaban, de cuando en cuando, algunos vecinos que marcharon a pueblos cercanos, aunque la mayor parte no regresaron nunca. Decía que todos se marcharon cuando mejor estaba el pueblo “con electricidad (10) y todo”, y argumentaba unas causas que repiten el esquema que ya hemos visto en muchos otros lugares: los mozos no vuelven de la mili pues el pueblo no les ofrecía nada y en las grandes ciudades encontraron trabajos de operarios; las mozas se marchaban para servir y no volvían, y si lo hacían era para llevarse con ellas a sus hermanos y después a sus padres, que, aunque no quisieran abandonar el pueblo, las promesas de una vejez más tranquila y mejor atendidos por su familia acababan por convencerles.
Esas, u otras parecidas, fueron las causas por las que el pueblo de La Mata quedó vacío y despoblado, si bien el último clavo de aquel ataúd lo puso el célebre Plan de Reestructuración de la comarca forestal de Yanguas y San Pedro Manrique (11) de tan infausto recuerdo en toda la zona de Tierras Altas.
Con esta herramienta legislativa, que en realidad pretendía asentar la población en los pueblos de cabecera de la comarca, se obligaba forzosamente a una radical reconversión de los medios productivos de sus habitantes, generalmente una agricultura de secano poco productiva y una ganadería ovina que apenas generaba riqueza, que debían ser sacrificadas a cambio de repoblar esas tierras con árboles de especies maderables.
La arquitectura popular de La Mata es la misma que observamos en los pueblos y despoblados de los alrededores, que recurre a unos esquemas constructivos muy sencillos llevados a cabo casi exclusivamente con los materiales autóctonos disponibles, principalmente las lajas de piedra, la madera, la cal y el barro, que lo mismo servían para construir viviendas, corrales, sencillos templos o edificios comunitarios para el concejo o la fragua.
Urbanísticamente La Mata se organizó en torno a una calle que culmina en lo que sería la antigua Plaza Mayor, o del Somillo según Faustino Calderón, que por su lado norte permanece abierta hasta las cerradas de más arriba. Al lado este encontramos la iglesia y un par de edificios que, pese a la ruina total o parcial, aún dejan muestras de solidez, pero es abajo, en el lado sur de la plaza, donde se ubicaba la mayor parte del caserío, unas quince viviendas, totalmente arruinadas y cubiertas por la maleza en la actualidad.
Los edificios y construcciones más destacados de La Mata son los siguientes:
Bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción se encuentra totalmente arruinada y con su interior colapsado por el derrumbe de las cubiertas.
Tiene una única nave de planta rectangular, orientación canónica, conserva parte de una capillita gótica en el lado de la epístola y capilla mayor de testero plano. Se encuentra rodeada por un atrio abierto por un arco de medio punto desde donde se contempla una interesante vista de la villa de Yanguas.
El templo se abre a los pies de la nave con una sencilla puerta de arco de medio punto de grandes dovelas de arenisca, siendo el resto de la fábrica producto de la característica mampostería a base de lajas calizas tan típica de la zona, y se protege con un sencillo pórtico de dos arcos de medio punto, igualmente hundido. A los pies aún persiste el campanario de dos vanos y en muy mal estado, como el resto de la iglesia.
La capilla del lado de la epístola fue estudiada por José María Martínez Frías (12) (que en 1980 ya apuntaba su estado de ruina avanzada), quien la considera “de contextura gótica, abierta a la nave en el lado de la Epístola. Muestra bóveda de terceletes, de tres claves lisas y ménsulas de apeo de rudo trazado”. Aunque este autor considera la iglesia globalmente como “edificio moderno y sin carácter”, apunta que esta capilla parece obra del siglo XVI “y es posible que sea obra coetánea de la iglesia de San Lorenzo, de Yanguas”. Lleva lo que parece un arcosolio funerario vacío e inscrito en arco de medio punto, y un altar de mampostería dentro del arco formero oriental.
En el lado frontero hay lo que más que un arco formero parece un sencillo vaciado del muro realizado para cobijar algún retablo que ya no está, pero que conserva todavía parte del lucido, escaso como en todo el templo.
A unos trescientos metros al suroeste de La Mata, en el lugar del camino en el que al principio aconsejábamos dejar el vehículo, encontraremos un pequeño edificio bien conservado. Es el único inmueble del despoblado que se encuentra en buen estado ya que fue rehabilitado hace pocos años.
Se trata de una humilde construcción de carácter religioso con una tipología muy común en la zona por su traza constructiva, materiales, dimensiones y elementos como la puerta doble, el pórtico y el tejado a cuatro aguas.
La capilla desarrolla una planta prácticamente cuadrada a la que se le adosó a los pies un pórtico orientado a mediodía, que se abre en arco de medio punto y que sirve de cobijo para el visitante que, al traspasarlo, se encontrará dos sencillas portadas gemelas, adinteladas y cerradas con puertas de madera que permiten acceder a una capilla de reducidas dimensiones.
Como todas las construcciones del despoblado, la ermita de San Roque está construida con lajas de piedra caliza, toscas vigas de madera, tablazón y cubierta a cuatro aguas con teja árabe y una cruz de hierro forjado en el vértice. Presenta por solado un pavimento de cantos que forman figuras geométricas.
Eduardo Alfaro Peña le dedica un artículo (13) en su web, en donde afirma que sería realizada entre los siglos XVII y XVIII y ofrece otros detalles de interés; entre ellos destaca que la ermita fue rehabilitada hace pocos años por los descendientes de La Mata que levantaron de nuevo toda la cabecera y la portada de doble puerta. Otras fuentes apuntan que la reforma fue realizada en 1996 y como iniciativa de la Asociación de Amigos de Yanguas.
En la plaza “del Somillo” persiste arruinada, en mal estado y seca, la “Fuente de Balbino Alfaro”, una fuente con pilón construida en 1922 a instancias de los hijos y familiares de este vecino en colaboración con el resto del pueblo, dato que conocemos gracias a una fotografía de Blas Gonzalo en el citado blog de Calderón.
Esta plaza era el orgullo de sus vecinos. El sr. Pedro no destacaba ni la iglesia ni la ermita, afirmaba que esta fuente era lo que más valía de su pueblo y que les ahorraba mucho trabajo pues antes tenían que desplazarse lejos.
Se trata de una fuente monumental que sirve a la vez de muro de contención para urbanizar el entorno pues la plaza presenta un importante desnivel de casi dos metros entre la parte superior y la inferior. En su parte frontal lleva un muro plano de mampostería de piedra caliza con cornisa, lucida con mortero sobre el que se grabaron líneas fingiendo falsos sillares. A los pies tiene un pilón y lo que parece un poyo de piedra, todo ello en un estado de abandono.
Al lado de la fuente estuvo el lavadero, una construcción también arruinada, que aprovechaba el excedente de agua de la fuente y que, según Faustino Calderón, se construyó al mismo tiempo que ella. Añade que antes las mujeres tenían que ir a lavar a la Fuentecilla o a la Fuente de Abajo, y que cuando el caudal de agua se reducía “debido a que las conducciones formadas por tubos de barro se dañaban continuamente, había que ir a lavar al río Masas, a media hora de camino”.
De las fiestas de La Mata, el señor Pedro recordaba una jornada festiva en verano dedicada a San Roque, en la que había misa, procesión y baile, que se mantuvo mientras hubo mozos; después sólo misa con procesión, que se quedó únicamente en una misa cuando ya no había personas para celebrar una procesión. Al final y aún habiendo algún vecino, se dejó de celebrar la misa y la fiesta desapareció.
También recordaba unas fiestas de invierno en las que se juntaban para celebrar las entradas a mozo con una comida en la que, si se tenía, degustaban una oveja machorra y si no, lo que pudiera llevar cada uno.
Faustino Calderón, en su ya citado blog, recoge otras fiestas como la dedicada al Corpus Christi, en la que se procesionaba una custodia que recorría las engalanadas calles del pueblo y los campos, donde se procedía a su bendición. De vuelta a la iglesia, en su pórtico, colocaban a los niños nacidos en el año para recibir la bendición. Añade también la fiesta del primer domingo de octubre, la “fiesta chica”, que se celebraba en honor a la Virgen del Rosario.
Quizá relacionada con la fiesta de mozos citada, el mismo autor apunta que en la noche de fin de año se celebraba un “sorteo de novios”, una costumbre compartida con otros pueblos que consistía en sortear y emparejar a mozos y mozas.
También celebraban la noche de Ánimas, del 1 al 2 de noviembre, con una velada en la iglesia a la que acudían los varones que, según Faustino, “acostumbraban a comer patatas cocidas” (o.c.), se oficiaba una misa en la Cruz del Cerro para solicitar la intercesión divina y evitar los granizos, ritual protector que completaban mediante la exposición de los restos de unos troncos que se quemaban en Nochebuena; bendecían los animales por San Antón, y recoge el texto de “una nana típica de La Mata con la que las abuelas solían arrullar a sus nietos en las frías noches de invierno”.
Las tierras de cultivo en La Mata son más bien escasas, siendo característico el aterrazamiento por bancales de parte de la superficie del cerro donde se ubica el despoblado para su aprovechamiento agrario. Se cultivaba cebada y trigo que se llevaba a moler a Yanguas.
Más productivo resultaba el mercadeo de ganado, sobre todo ovino y caprino, que vendían a carniceros de los pueblos cercanos, sobre todo riojanos, a donde se acudía para comprar y vender mercancías. También se desplazaban a los pueblos del entorno para trabajar en la vendimia, en el campo, en la construcción … e incluso algunos mateños se iban a Andalucía de temporeros.
Faustino Calderón recuerda que aunque en el pasado tuvieron cura viviendo en el pueblo, a La Mata acudía regularmente el párroco de Yanguas, de donde también venían el médico, el cartero, el barbero y algún vendedor ambulante.
El sr. Pedro recordaba haber escuchado a sus padres que antaño hubo escuela en la casa del Concejo, pero que como tenían problemas para encontrar maestros, pues no interesaban las condiciones que se ofrecían a los docentes, acabaron decidiendo mandar a los niños a la escuela de Yanguas.
También recordaba que los niños, varones, que “servían” para estudiar podían optar por unas ayudas, algo que después confirmó Ana Calonge García (14) al recoger en su estudio que la fundación benéfico-asistencial “Pedro Jiménez”, fue creada por este vecino y clasificada como fundación el 9 de agosto de 1919, con el fin de destinar una ayuda económica a los estudiantes del seminario así como “dotar” a las doncellas pobres de esta localidad.
Alberto Arribas con la colaboración de Ángel Lorenzo, Maribel Zapatero, Luis C. Pastor
(1) CARRACEDO ARROYO, Eleuterio (1996): Toponimia de la Tierra de Soria. Ediciones de la Excma. Diputación Provincial de Soria. Colección Temas sorianos nº 32. Imprenta Provincial de Soria, Soria.
(2) GARCÍA BERLANGA, Francisco (1992): Cultura iberoeuskérica. El euskera fue la lengua primitiva de España. Edición del propio autor, página 201.
(3) RUBIO DE LUCAS, José Luis (2001): La tierra de los dinosaurios a través de las cañadas. Ed. de la Excomunidad de la Villa de Yanguas y su Tierra, página 117.
(4) MARTÍNEZ DÍEZ, Gonzalo (1983): Las Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura castellana. Editora Nacional, Madrid.
(5) TOLEDO TOLEDO, Manuel (1995): Historia de la Villa y Tierra de Yanguas. Col. Temas Sorianos nº 29. Diputación Provincial de Soria, página 188.
(6) Censo 1857. Ministerio de Administraciones Públicas. Secretaría General Técnica (2008) Variaciones de los municipios de España desde 1842 (primera edición octubre 2008, disponible en https://www.hacienda.gob.es/Documentacion/Publico/SGT/CATALOGO_SEFP/100_Variaciones-INTERNET.pdf )
(7) MADOZ, Pascual (1846-50): Diccionario geográfico-estadístico-histórico. Edición facsímil de los textos relativos a la provincia de Soria. Edita Ámbito ediciones S. A. y Diputación de Soria, 1993. Imprime Gráficas Ortega S. A. Valladolid, página 159.
(8) BLASCO JIMÉNEZ, Manuel: Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria, 1ª edición, 1880, Soria. Imprenta y Librería de la Infancia, página 651, y en la segunda edición 1909, Soria, Ed. Tipografía de Pascual P. Rioja, página 567.
(9) VALTUEÑA JIMÉNEZ, Esteban (Otoño 2008): Nomenclátor de todas las entidades de población de la provincia de Soria. Censo de Población de los años 1880, 1920, 1940, 1960, 1966 y 2007. Revista de Soria IIª época nº 62, página 52.
(10) FAUSTINO CALDERÓN en su blog http://www.lospueblosdeshabitados.net/2010/07/la-mata-soria.html (visto el 20/03/2022) fecha la llegada de la electricidad en 1959. Persiste, en relativo buen estado, el edificio del transformador.
(11) MUÑOZ JIMÉNEZ, Julio (Invierno 2018): El desarrollo legislativo del plan de reestructuración de la comarca forestal de Yanguas y San Pedro Manrique (1964-1972) y su incidencia en el abandono de los pueblos en las “Tierras Altas” de Soria. Revista de Soria nº 103. Excma. Diputación Provincial de Soria).
(12) MARTÍNEZ FRÍAS, José María (1980): El Gótico en la provincia de Soria. Arquitectura y escultura monumental. Ediciones de la Universidad de Salamanca, Salamanca. Publicaciones de la Diputación provincial de Soria nº 1, pp. 439-440.
(13) ALFARO PEÑA, Eduardo (18/12/2010): Ermitas en Monte Real y la Villa: San Roque (La Mata), en http://www.idoubeda.com/search/label/PUEBLO%3A%20LA%20MATA
(14) CALONGE GARCÍA, Ana (2013): Aproximación a las fundaciones benéfico-docentes existentes en Soria en la primera mitad del siglo XX. Revista de Soria IIª época nº 80, página 92.
Asociación de Amigos del Museo Numantino