Rabanera

Despoblado de Ventosa de San Pedro, que fue abandonado a causa de un incendio pero al que no le faltan otras leyendas a caballo entre lo mágico y lo misterioso. 

Rabanera
Iglesia y entorno (dic. 2021). Foto David Ortega

Fecha de despoblación: s. XVIII

Localidad: Ventosa de San Pedro

Estado actual: Despoblado

Término municipal: San Pedro Manrique

Descripción

Despoblado de Ventosa de San Pedro, término municipal de San Pedro Manrique, que fue abandonado a causa de un incendio pero al que no le faltan otras leyendas a caballo entre lo mágico y lo misterioso. Ocuparía una parte de un cerrete amesetado que tiene una extensión de unas dos hectáreas y media. 

Se localiza en las coordenadas 42°01’05.6″N 2°16’26.3″W, a 1.183 metros de altitud, prácticamente en el punto intermedio entre Palacio de San Pedro y Ventosa de San Pedro, aunque ligeramente más cerca del segundo por lo que siempre se ha considerado despoblado de su término. El pueblo ocuparía una parte de un cerrete amesetado que tiene una extensión de unas dos hectáreas y media que, como veremos después, es todo un yacimiento arqueológico que va mucho más allá del despoblado medieval. 

El acceso a pie desde Ventosa es fácil y puede hacerse sin problema, o si vamos en coche acercarse un poco más hasta los depósitos de agua, pues como cualquier camino de concentración, lo que hoy puede estar en buen estado para transitar en coche, un par de días lluviosos y el paso de maquinaria agrícola pesada pueden causar rodadas y enormes charcos que lo hagan impracticable para un vehículo normal. 

En los dos casos, el acceso al despoblado se hace saliendo de Ventosa por la carretera y tras recorrer unos quinientos metros se debe tomar el segundo camino que sale a la izquierda antes de llegar a la carretera local SO 643 y que conduce a un edificio de hormigón que son los depósitos de agua del pueblo, donde antes aconsejábamos dejar el vehículo. Desde ese punto ya veremos la característica estampa de la espadaña que con ella como referencia visual y siguiendo camino unos trescientos metros, nos llevará directos hasta el despoblado. 

 

Para Eleuterio Carracedo (1) el nombre del lugar es un derivado de rábano mediante el sufijo colectivo de abundancia -era. Pero además de un topónimo, José Antonio Pérez-Rioja (2) ofrece un doble significado. Coincide con Carracedo en pensar que puede significar rabanal, terreno de rábanos, pero considera también que es una palabra que en la provincia de Soria se emplea como adjetivo para referirse a una mujer descarada, una definición que no habíamos escuchado antes y si acaso referido en forma femenina para calificar a personas groseras o soeces. 

El topónimo Rabanera es relativamente frecuente en las provincias de La Rioja, Burgos y Soria. En esta última hay otro pueblo con ese nombre, Rabanera del Campo (Cubo de la Solana), y en la capital dio nombre además a la colación e iglesia de San Juan de Rabanera, uno de aquellos míticos asentamientos de la Soria del siglo XII que, se cree, fue fundada por personas oriundas de Rabanera que repoblaron la entonces villa soriana. La duda está en saber qué Rabanera se disputa el honor, pues todas pueden ser más antiguas que la propia ciudad.   

Pero volviendo al despoblado, lo que sí sabemos es que sus orígenes como asentamiento humano son muy antiguos. Allí mismo, en el cerrete que se extiende detrás de la iglesia hacia el sur, el profesor Miguel Ángel San Miguel Valduérteles (3) descubrió un castro que bautizó como Castillo de Rabanera, que después fue también estudiado y dado a conocer por Eduardo Alfaro Peña (4) para quien se trata de un yacimiento originario del Hierro I que se extiende en una amplia secuencia cronológica que va desde la época celtibérica hasta algún momento avanzado del bajo imperio romano. El nombre que se le dio de Castillo, le hace honor pues fue un auténtico poblado fortificado de unos dos mil metros cuadrados de extensión, cuyos muros de piedra en seco, arruinados pero perfectamente visibles incluso para profanos, acogieron una aldea protegida además con al menos una torre, un foso que se salvaba con un puente, y con una serie de defensas naturales por sus lados sur, este y oeste. Para Eduardo Alfaro este lugar constituye el típico ejemplo de poblamiento de la segunda Edad del Hierro que formaba parte del territorio del oppidum de Los Casares de San Pedro Manrique, controlando los accesos desde el valle del río Ventosa.  

Fuera del perímetro de sus murallas también han aparecido piezas de gran valor arqueológico como el fragmento de una lámina de bronce con inscripción en lengua celtibérica, una fíbula ancoriforme, otra de caballito del tipo numantino, monedas, molinos de manos, fragmentos cerámicos, objetos de época romana… 

Los trabajos de investigación arqueológica de Alfaro Peña están permitiendo conocer mejor el pasado de San Pedro Manrique y de toda la comarca, proporcionándonos en cada campaña nuevos e interesantes datos que demuestran una ocupación humana continuada durante muchos siglos y destacando últimamente la pervivencia de la cultura romana fusionada con las tradiciones indígenas, y aunque ha habido algunos hallazgos de época visigoda como los de Taniñe, de momento seguimos sin tener noticias concretas de toda esta comarca que nos expliquen la posible continuidad del periodo romano al medieval y durante el periodo islámico. 

Y es que salvo algunas leyendas que relacionan el rito de las móndidas con el pacto al que llegaría el rey Mauregato con los invasores musulmanes en algún momento del siglo VIII, u otras parecidas que nos hablan de míticos castillos habitados por princesas moras, nada más sabemos salvo intuir que como mucho, más que estar controlada, la zona de Tierras Altas soriana estaría bajo la influencia táctica de los invasores musulmanes, algo que de ser real lo sería durante un escaso periodo de tiempo ya que con la conquista de Arnedo que Martínez Díez (5) fecha en el año 958, la zona pasaría a estar bajo control de manos cristianas, y ya definitivamente en el año 1045 con la conquista de Calahorra por el rey García de Nájera. 

En los comienzos del siglo XII la comarca se encontraba en manos del rey de Aragón Alfonso I el Batallador y suponemos que fuera entonces una zona pacificada con población ya asentada pues, según Martínez Díez (o. c. página 73), el monarca aragonés favoreció en 1119 que habitantes de Yanguas, San Pedro Manrique y Magaña repoblaran la zona de Ágreda, si bien otros investigadores como Manuel Peña García (6) refieren esa repoblación algo más tarde y a cargo del hijo de su esposa, Alfonso VII de León y Castilla. 

Si en las Tierras Altas sorianas había población capaz de repoblar las tierras agredeñas ¿No sería entonces también posible que los habitantes de un pequeño poblado de esa comarca llamado Rabanera acudieran a repoblar la villa de Soria? Teóricamente al menos es posible, sí, pero como apuntábamos antes, el debate es poco trascendente. Lo que sí conocemos con seguridad es que por aquel entonces, todo aquel territorio se articuló políticamente bajo la forma de comunidad de villa y tierra en la que una población, San Pedro de Yanguas entonces, se constituyó en cabeza de un territorio que agrupaba veinticinco aldeas agrupadas en cuatro sexmos, de los que el de Huérteles acogía entre otras aldeas a Rabanera. 

A falta de una investigación arqueológica que algún día llegará, suponemos que sus habitantes no ocuparían el viejo castillo y eligieron una superficie algo más al norte en donde construyeron la iglesia que, arruinada, perdura en la actualidad, y que en técnicas, materiales y estilo constructivo no sería muy diferente de las viviendas que allí hubo, y que son o han sido las mismas que se han empleado en toda la zona para construir edificios tradicionales hasta hace muy pocos años. 

Respecto al número de habitantes, la primera referencia localizada pertenece al censo poblacional de 1528, en el que no aparecen cifras desglosadas de ninguna aldea sino todas las del sexmo de Huérteles, que estaba integrado por 367 vecinos pecheros. Ese dato global no nos permite averiguar si la aldea estaba poblada o ya despoblada, aunque más bien nos inclinamos a pensar en la primera opción pues unos años después, en el censo de población de 1591, aparece documentada la aldea de Rabanera perteneciente al “Sesmo de Guerteles”, si bien este censo también tiene el inconveniente de que tampoco ofrece cifras individuales sino del conjunto de toda la Tierra de San Pedro de Yanguas (7) a la que pertenecían 634 vecinos. 

La simple referencia documental del nombre de una aldea en el listado global de un censo, ¿demuestra que estaba poblado? En principio sí, pero tampoco puede descartarse lo contrario, y es que nos surge esa duda ya que sólo tres años después de elaborarse ese censo se dice que estaba deshabitado. Lo afirma José Manuel Rodríguez Montañés (8) referido a 1594, y sería una situación posible pero extraña, aunque sobre todo reversible, pues aquella despoblación no fue la definitiva, ya que podemos seguir demostrando que Rabanera aún fue un pueblo vivo y es más, en el siglo XVII quizá podamos intuir en Rabanera un cierto periodo de esplendor, y decadencia, que todo es posible. 

De lo que no cabe duda es que estos fueron años muy duros para la ganadería de esta comarca, en los que se produjo mucha despoblación. Nicolás Cabrillana (9) recuerda la crisis económica surgida a finales del siglo XVI a consecuencia de la decadencia de la ganadería lanar, que probablemente fuese la causa del abandono de algunos pueblos de ganaderos de la provincia de Soria que pasaron a ser despoblados, algo de lo que culpa al aumento del precio de los pastos, de los portazgos para los ganados trashumantes y en 1604 de la legislación que beneficiaba a los ganaderos estantes. Una consecuencia directa de esta subida de precios fue el declive de la industria textil que con la lana elaboraba paños, una actividad económica fundamental en todo el territorio de la provincia, particularmente en la Tierra de Soria, que en 1626 experimentó un gran golpe cuando se cargó el 5% de impuestos sobre los tejidos nacionales, pero que aún fue mayor en 1646 cuando se gravó con el 8% haciendo inviable la competencia con productos extranjeros que invadían los mercados. 

Y es que los pastos -y en menor medida pero no despreciable, la agricultura-, serían el principal recurso económico de Rabanera y lo que ligase a aquellas personas a la tierra, permitiendo el desarrollo de una amplia cabaña ovina, tan destacada que el nombre de la aldea llegó a dar nombre a una de las cuadrillas de la Mesta que se reunían en el cementerio de esta localidad. Lo cuenta Isabel Goig Soler (10) quien trascribió el siguiente documento de 25 de mayo de 1660 conservado en el Archivo Histórico Provincial de Soria:  

«Sepan cuantos esta pública escritura de poder vieren como nosotros el alcalde procuradores y hermanos de la cuadrilla de la Mesta que llaman de Ravanera de la jurisdicción de la villa de San Pedro, estando juntos y congregados en el lugar de Ravanera y cementerio de la iglesia de él donde tenemos costumbre de nos juntar para tratar las cosas convenientes a el servicio de Dios nuestro señor y utilidad y provecho de dicha cuadrilla (…)» 

Pero aunque fuera la principal, no sería la ganadera la única actividad profesional de sus vecinos. Goig Soler recoge también un contrato firmado en 1612 por Juan Delgado, vecino de Rabanera, con el mayordomo de la iglesia de la cercana localidad de Sarnago, por el cual el primero se comprometía a dorar y pintar dos retablos para la iglesia de Sarnago por 750 reales. 

Pocos datos más hemos podido averiguar de Rabanera, aunque intuimos que en algún momento situado cronológicamente entre esa referencia temporal de 1660 y otros sucesos que acaecieron en 1746, la aldea quedó deshabitada, pero una vez más encontraremos opiniones contradictorias. 

En cuanto a las causas del abandono, la leyenda recogida en la zona afirma que Rabanera desapareció súbitamente a causa de un incendio que destruyó las viviendas y que obligó a sus vecinos a abandonar el lugar, quedando como único testimonio de su pasado la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Blanca (11), relegada a la categoría de ermita de Ventosa, que es a donde fueron a parar muchos de sus vecinos. Pero no todos, algunos marcharon a Palacio de San Pedro, algo que pudo causar ciertas discrepancias entre los descendientes de Rabanera. 

Josemi Lorenzo Arribas (12) cree que el lugar estaría despoblado desde algunos años antes de 1746 y aporta pruebas irrefutables, como una sentencia fechada en Logroño el 16 de junio de ese año. Al parecer, aprovechando que la aldea de Rabanera había quedado despoblada, algunos vecinos de Ventosa saquearon el templo y se llevaron las alhajas y las campanas para usarlas en su parroquia, pero finalmente fueron condenados a restituir los bienes a su sitio so pena de excomunión, aunque parece que las campanas nunca más volvieron a su espadaña (13). 

Pocos años después de aquellos incidentes se llevó a cabo la confección del catastro de la Ensenada (1750-54) que no realizó informe propio de Rabanera, algo extraño si tenemos en cuenta que la despoblación sería reciente y según se hizo en otros casos parecidos, no sería motivo para evitar cumplir el requisito catastral. A priori, la otra alternativa sería que apareciera incluido en el pueblo más cercano, Ventosa de San Pedro, pero en esa documentación no se cita el lugar Rabanera ni como referencia geográfica para fijar sus límites, ni en el apartado de sus posibles casas de campo o alquerías, que no tenía. Tampoco aparece siquiera como referencia en el informe de este censo correspondiente al otro pueblo más cercano, Palacio de San Pedro. 

Con esos datos, da la impresión de que Rabanera hubiera desaparecido para siempre y que salvo por los documentos de los archivos, ni siquiera hubiera existido. Y si no había suficiente misterio, aún hay otra referencia documental fechada diez años después de aquella sentencia de las campanas, que nos habla de unos vecinos de Rabanera. Isabel Goig Soler (14) ha recogido una relación de habitantes de Ventosa y Rabanera fechada el 6 de octubre de 1756 con motivo de revocar un poder, que constituye la última referencia de habitantes de Rabanera, pues desde entonces ha recogido varios documentos donde ya aparece como un despoblado. 

No conocemos el detalle de esta última relación vecinal pero se nos ocurre justificarla pensando que Rabanera pudo quedar despoblado por un incendio acaecido en torno a los últimos años de la primera mitad del siglo XVIII, de forma que cuando se confeccionó el catastro de la Ensenada su absorción o fusión estuviera tan asimilada que nadie pensó necesario tener que puntualizarla. Sin embargo, conociendo la existencia de problemas por el expolio de los bienes de la iglesia, y por motivos estrictamente reglamentarios u oficiales, quizá sus antiguos vecinos tuvieran que argumentar su antigua vecindad rabanerense aunque fuera de derecho más que de hecho.  

Más adelante, ni Sebastián Miñano ni Pascual Madoz, los dos a mediados del siglo XIX, recogen en sus diccionarios entrada correspondiente a Rabanera y ni siquiera como Ravanera. Manuel Blasco Jiménez (15) en su primera edición apenas le dedica un comentario marginal al calificarlo como despoblado de Ventosa de San Pedro e incluirlo ahí, pero en la segunda edición (16) resulta mucho más prolífico en datos, informándonos que la iglesia se hundió en septiembre de 1910, que en las inmediaciones hay una gran cueva; un monte de roble y encina, fuente y lavadero. Sorprende de esta información que en una obra de 1909 se aporten datos correspondientes a 1910. 

Todavía hay otro dato histórico del siglo XX, y es el fusilamiento de varios sampedranos en las tapias de la iglesia la noche del 2 de septiembre de 1936, siendo enterrados en dicho lugar (17). La noticia de su exhumación en 1979 llevó a reparar en que aquellas ruinas correspondían a la iglesia de un despoblado del que nada más queda. El crecimiento de la vegetación y la acumulación de desechos a lo largo de los siglos han cubierto los restos de las viviendas, corrales o pajares pero las ruinas de la iglesia resisten milagrosamente. 

Rabanera
Iglesia y entorno (dic. 2021). Foto David Ortega

La descripción de Rodríguez Montañés (o. c.) y una observación detallada de los restos, nos permiten obtener todavía mucha información que conviene documentar, ya que el templo desaparecerá en poco tiempo pues lo que es milagroso es que las ruinas no se hayan venido ya abajo. 

La iglesia es un edificio de época románica al que se añadiría después una espadaña de sección apuntada. Consta de nave única de unos 20 x10 metros, está construido en mampostería recogida con morteros de barro y cal, levantado con la típica losa prismática de la zona y orientado canónicamente en un eje E-O (cabecera-pies) casi perfecto. Carece de cubierta y falta todo el muro sur, cuyo desplome sepultó el suelo de la nave donde hoy han crecido arbustos y malas hierbas, pero conserva buena parte del lucido de barro encalado de su interior. La nave muestra los arranques y el primer tramo de su cubrición, una bóveda de cañón de tres tramos reforzada por arcos fajones, que al exterior se correspondían con sendos contrafuertes y al interior se apoyaban en pilares adosados al paño, que partía de una sencilla imposta con perfil achaflanado, la misma molduración que corona la pilastra sobre la que volteaba el desaparecido arco triunfal. En ese muro norte localizamos una abertura que es en realidad una sencilla portada semienterrada abierta en arco de medio punto a la que le arrancaron sus dovelas. A continuación de la nave, el arco triunfal se abría a la capilla mayor compuesta por un tramo recto presbiterial y ábside semicircular cubierto con bóveda de horno, que parte de una sencilla imposta de rústico filete y en cuya zona central se abre una sencilla ventana abocinada al interior. En el presbiterio se aprecia lo que parecen los arranques de una bóveda de cañón, de la que apenas quedan elementos.   

Rabanera
Iglesia (ag. 2015). Foto Blas Gonzalo

A los pies persiste la característica espadaña construida en mampostería con la típica piedra de la zona que permite utilizar un aparejo tan regular que parece sillarejo. Posee dos vanos apuntados vacíos de campanas sobre impostas de nacela y remate a piñón en el que se abría otro vano superior hoy cegado donde en su día habría una campana pascualeja. 

Respecto a sus bienes algo hemos visto, pero la tradición oral recuerda que sus enseres se repartieron entre Ventosa y Palacio. En la actualidad la iglesia parroquial de Palacio de San Pedro contiene varios retablos y piezas de orfebrería de los siglos XVII y XVIII que podrían tener ese origen, y hasta un altar romano reutilizado como pila del que se ignora la procedencia, pero el de Ventosa de San Pedro es un templo muy sencillo, sin apenas elementos decorativos, que no tiene retablos, sólo unas pocas imágenes, el sagrario en una hornacina y una pila bautismal románica que es compatible y puede tener su origen en la iglesia de Rabanera. Su descripción se ofrece en la Enciclopedia del Románico (18).

Rabanera
Iglesia (marzo 2018). Foto Cándido Las Heras

Durante algunos años la ermita fue objeto de una romería a la que acudían los vecinos de La Ventosa, Montaves y Palacio de San Pedro cada 24 de abril, festividad de San Marcos. Lo recuerdan Lidia Andrés García y Vidal Postigo Escribano (19) que afirman que los romeros cantaban las letanías menores de La Virgen de la Blanca. También recogen la tradición que afirma que un labrador descubrió una campana que se enganchó en la reja de su arado. Al levantarla encontró una serpiente y desde entonces se llaman Los lugares de la Campana, repartidos entre los tres pueblos. 

Se conserva también alguna otra leyenda referida a fenómenos extraños, apariciones de espectros, etc, en una zona en la que la noche y la luna sugieren espacios tenebrosos. 

 

Alberto Arribas, con la colaboración de Ángel Lorenzo, Maribel Zapatero, Luis C. Pastor 

(1) CARRACERO ARROYO, Eleuterio (1996): Toponimia de la Tierra de Soria (Ediciones de la Excma. Diputación Provincial de Soria. Colección Temas sorianos nº 32. Imprenta Provincial de Soria. 

(2) PÉREZ-RIOJA, José Antonio (2005): El alma de Soria en el lenguaje. Colección Temas Sorianos nº 50. Edita Excma. Diputación Provincial de Soria, Soria, 2.005, página 331.  

(3) SAN MIGUEL VALDUÉRTELES, Miguel Ángel (1993): Los Casares: Una encrucijada de rutas y culturas. Imp. Pelayo, Asturias, página 24. 

(4) ALFARO PEÑA, Eduardo (2005): Castillejos y Villares. Modelos de poblamiento antiguo en el interior del Sistema Ibérico, Soria (Soria Edita, pp 128-130). 

(5) MARTÍNEZ DÍEZ, Gonzalo (1983); Las Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura castellana. Editora Nacional, Madrid, pp. 51 y 52. 

(6) PEÑA GARCÍA, Manuel (2004): Historia y Arte de Ágreda, Burgos, Imprenta Monte Carmelo. 

(7) La denominación San Pedro de Yanguas o San Pedro Manrique resulta un tanto controvertida en los siglos XV y XVI. José Vicente Frías Balsa en un artículo titulado Datos para la historia de San Pedro Manrique (Soria, Hogar y Pueblo el 19/06/1988) recuerda que el pueblo fue conocido en la antigüedad como San Pedro de Yanguas o como San Pedro cerca de Yanguas, lo que indicaría la dependencia a la villa vecina. Añade que el complemento “Manrique” se utilizó desde 1464 cuando el señor y futuro duque de Nájera le puso al nombre de la villa su apellido, Manrique. Sin embargo es posible que esa propuesta del duque tardara en oficializarse pues en los dos censos que hemos referenciado se sigue documentando todavía como “San Pedro de Yanguas”. 

(8) RODRIGUEZ MONTAÑÉS, José Manuel (2002): Enciclopedia del Románico en Soria, volumen II, página 1201. 

(9) CABRILLANA, Nicolás (1972): Los despoblados de Castilla la Vieja. Revista Hispania nº 120, Los despoblados en Castilla la Vieja (Conclusión) páginas 53 y 54. 

(10) GOIG SOLER, Isabel (2014): Las móndidas de Ventosa de San Pedro, 2014, artículo de su web http://soria-goig.com/Etnologia/pag_0915.htm consultado el 13/12/2020 

(11) Esa parece ser la advocación oficial aunque ya pocos la recuerden. En la zona hay quien la llama Virgen de Rabanera. 

(12) LORENZO ARRIBAS, Josemi (2007): Campanas en la provincia de Soria: una novedad editorial y algunos apuntes ilustrados sobre esas campanas y sus campanarios, artículo publicado en Culturas Populares. Revista Electrónica 5 (julio-diciembre 2007) disponible en http://www.culturaspopulares.org/textos5/articulos/lorenzo.PDF 

(13) Se recogen más detalles de esa sentencia en un extracto del libro de fábrica de la parroquia de Rabanera (Archivo Diocesano de El Burgo de Osma, libro 515/7, ff. 21v-25r) publicado en http://ventosadesanpedro.weebly.com/historias-y-hechos-curiosos.html (consultado el 27/07/2020). 

(14) GOIG SOLER, Isabel (consultado el 06/12/2021): La ermita de Nuestra Señora de la Concepción, en Ventosa de San Pedro, artículo en http://soria-goig.com/historia/ermitas/ermitas8.htm dice “Rabanera se despobló a mediados del siglo XVIII. El último documento encontrado donde figuran todavía habitantes data del 6 de octubre de 1756, cuando se juntan para revocar un poder los vecinos de La Ventosa y Rabanera de donde era regidor Francisco Martínez. En fechas posteriores se suceden algunos documentos en los que queda patente que ya está despoblado…Los vecinos de Rabanera, según se colige de la documentación consultada, trasladaron su residencia a Palacio y Huérteles, aunque fue La Ventosa el lugar elegido por mayor número de vecinos de Rabanera.” 

(15) BLASCO JIMÉNEZ, Manuel (1880): Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria, 1ª edición, Soria 1880. Imprenta y Librería de la Infancia, página 688. 

(16) BLASCO JIMÉNEZ, Manuel (1909): Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria, 2ª edición, Soria 1880. Tipografía de Pascual P. Rioja, página 602. 

(17) HERRERO BALSA, Gregorio; HERNÁNDEZ RUIZ, Antonio (1982): La represión en Soria durante la Guerra Civil. Volumen I, Ingrabel, pp 51-55.  

(18) VV AA (2002): Enciclopedia del Románico en Soria, volumen III, apéndices, página 1198. 

(19) ANDRÉS GARCÍA, Lidia; POSTIGO ESCRIBANO, Vidal (1996): Sobre ermitas, templos y religiosidad popular en Tierras Altas. Revista de Soria IIª época, nº 15.