Despoblado localizado en la misma linde de los términos municipales de La Póveda de Soria y de Almarza.
Despoblado localizado en la misma linde de los términos municipales de La Póveda de Soria y de Almarza, prácticamente repartido a partes iguales entre los dos. Al objeto de catalogación estadística en esta ficha, se ha decidido incluirlo en el término del primero pues el pueblo al que más estuvo vinculado fue Barriomartín que pertenece a ese término y que hasta 1860 se llamaba “Barrio Martín y caserío de Vadillo” (1).
Pese a la despoblación y la sencillez de este lugar, El Vadillo es el solar sobre el que se instituyó el marquesado del mismo nombre.
El Vadillo se encuentra a unos 1.300 metros al este sureste (ESE) de Barriomartín (La Póveda), a ambos lados de la carretera de Soria a Logroño, N-111, a la altura del punto kilométrico 253,5.
Gonzalo Martínez Díez (2) dice de él que es un “Despoblado en el término de Barriomartín, 1.500 m al S/SE, (la orientación, como se dijo es, en realidad, este sureste) a la derecha, y lindando con la carretera de Barriomartín a Soria antes de atravesar el río Arguijo, junto a las aguas del mismo”.
Los restos apreciables están situados en las inmediaciones del cruce de la carretera que lleva hasta el pueblo de Arguijo y cerca de la desembocadura del río del mismo nombre, Arguijo, en el Tera.
En primer lugar tenemos un edificio que se encuentra a poco más de cincuenta metros del empalme mencionado, en dirección Soria, prácticamente junto a la carretera nacional. Se trata de un caserón de buenas dimensiones, totalmente arruinado e invadido por la maleza. Presenta una planta rectangular (10 m por 17 m) y está confeccionado con mampostería aparejada con barro; tuvo un primer piso del que aún quedan señales de las vigas y estuvo cubierto con un tejado a dos aguas. Tiene sillares bien escuadrados en la esquinas y también se ve alguno en los restos de las pocas ventanas que conserva. Precisamente la única ventana que se mantiene de forma íntegra, una de las dos que asoman al lado de la carretera en la planta baja, tiene un arco adintelado confeccionado en ladrillo macizo, con las jambas del mismo material.
En una de las esquinas del lado sur, en la más cercana a la carretera, presenta en su parte superior un sillar bien escuadrado que tiene la singularidad de tener el “típico” rebaje producido por los paisanos a causa de afilar en él sus navajas. El detalle de la ubicación en altura nos estaría indicando que ese sillar se colocó allí reaprovechado de otro edificio, que pudo ser cualquiera de los que formaban el caserío original de El Vadillo incluyendo a la propia iglesia del despoblado de cuyos restos hablaremos más adelante.
En el hastial oriental del edificio, el que mira al río Tera, aparece al exterior un sugerente arco de medio punto compuesto por rusticas dovelas de piedras seleccionadas por su forma, cuya misión era acoger la bóveda de un horno de pan cuya boca se abría al interior de la casa.
En la fachada quedan restos de aisladores eléctricos que indicarían un uso no muy antiguo, compatible con las noticias que dicen que se incendió en 1956 (3).
Testimonios recogidos en el cercano pueblo de Arguijo nos apuntan que el edificio se denominaba “La Casa del Guarda”.
Muy cerca de este caserón se encuentra una majada, de planta baja, muy alargada y parcialmente hundida. Está confeccionada con mampostería aparejada con barro, estructura de madera y teja árabe. Presenta en sus puertas y ventanas numerosas piedras talladas que se nos antojan excesivas para un edificio de estas características… a no ser que se trate de reutilizaciones de otras construcciones.
Localización de los restos:
DATUM | LATITUD LONGITUD |
ETRS89 | 41,986457 – 2,486725 |
ETRS89 | 41º 59´ 11´´ N 2º 29´ 12´´ W |
UTM 30 | Coord. X Coord. Y |
542.517,28 4.648.399,92 | |
Altitud | 1.220 m. |
Un tercer vestigio nos queda de lo que fue El Vadillo a poco más de cincuenta metros al sur de las majadas, aunque en el otro lado de la carretera y a una altura superior. Se trata de un paredón confeccionado con piedras y buena cal (recordemos que los dos anteriores estaban aparejados con barro) que posiblemente sean los restos de la iglesia de El Vadillo, ya que en la zona se recuerda la existencia de una ermita cuya advocación, por contra, se ha olvidado.
En la parte baja del lado más meridional del paredón se aprecian unas piedras salientes, a modo de adarajas, que nos indicarían la dirección de la pared del lado sur y que no es otra que hacia la carretera nacional, de forma que este paredón sería el hastial de la espadaña caso de haberla tenido.
El topónimo “vado” se refiere a aquel lugar de un río donde, por sus condiciones de fondo firme, llano y poco profundo, es posible cruzarlo andando por personas y animales así como por algunos vehículos. En su forma diminutiva indicaría unas dimensiones reducidas. Eleuterio Carracedo Arroyo (4) afirma que Vadillo procede “Del latín VADU más el sufijo diminutivo -illo, procedente del latín -ELLU”.
En el caso de El Vadillo, el río Tera pasa muy cerca de las majadas que guardaban el ganado, y un vado sería un elemento natural muy oportuno para cruzar sus aguas y acceder a zonas de pastos y dehesas como La Mata o Garagüeta, que se encuentran a poco más de tres kilómetros hacia el este.
En todo caso, si nos acercamos hasta el río Tera, separado de las majadas por unos cincuenta metros, observamos varios puntos del río en los que sería posible el vadeo e incluso se conservan los pilastrones (uno a cada lado del río) de un viejo puente rústico confeccionado con grandes piedras en seco. Este tipo de puentes presentaba un tablero (la parte superior, el piso) confeccionado con troncos, que igualaba su superficie con ramajes y zahorras para hacer cómodo el paso.
Las investigaciones de Pía Senent (5) sobre uno de los documentos que guarda la célebre arca de San Andrés de Soria y Almarza, nos da noticia de un lugar denominado Vadillo en una carta del rey Juan II de Castilla, de 1420, en la que el monarca reiteraba una serie de privilegios que concedió a los vecinos de Almarza, San Andrés, Cardos y Pipahón, sobre el disfrute de la Dehesa de La Mata. En ese documento, y citado como Vadillo o como Vadiello, se recoge este lugar como mera referencia geográfica al ser uno de los mojones de dicha dehesa, lo que no indica necesariamente que estuviese poblado, algo posible pero que no se documenta explícitamente.
Como núcleo de población, Vadillo no aparece citado en los clásicos censos medievales de la Tierra de Soria, pues en principio según Enrique Díez y Víctor Galán (6) no perteneció a esa jurisdicción como tampoco lo fue Barriomartín, pueblo vecino al que por cercanía geográfica parece vinculado o dependiente de alguna forma.
En ese sentido Enrique Díez y Víctor Galán sostienen que “En principio, Vadillo puede considerarse como término de la antigua Tierra de Soria, aunque posteriormente, al igual que Barriomartín, pasaría a ser un término de abadengo. Existe cierta confusión a la hora de considerarlo como parte de un señorío jurisdiccional, en este caso eclesiástico, pero Barriomartín no fue una aldea del Alfoz de Soria ni en el Padrón de 1270 ni en la Sentencia de Concordia de 1352”.
Sin embargo Barriomartín tampoco es una población de orígenes remotos, pues las referencias históricas más antiguas conocidas son de finales del siglo XV (7), y las primeras noticias de un poblado llamado El Vadillo son posteriores, de 1649, momento en el que, según cuenta Pía Senent (o.c. pág. 63), tuvo lugar un pleito iniciado ese año que, entre otras cuestiones que no vienen al caso, nos da el nombre de su dueño «Antonio Ildefonso de Salcedo, hijo de D. Íñigo López, Caballeros de la Orden de Alcántara, vecinos y regidores de la Ciudad de Soria y del lugar de San Andrés…».
Los Salcedo fueron uno de los linajes más poderosos de Soria durante varios siglos (8). Originarios de Álava, al menos desde finales del siglo XIV en Soria fueron propietarios de gran cantidad de fincas, casas y ganados, además de poseer amplias cabañas ovinas que disfrutaban de los pastos de esta zona serrana. Tenían posesiones en Soria, Aldealseñor, Tera, Gallinero, Almarza, La Póveda y por supuesto en El Vadillo, una pequeña aldea ganadera que sin embargo, y a pesar de ser una más de las muchas heredades, fincas y propiedades que tuvo su dueño, fue la que dio nombre al marquesado con que se honró al hijo del anterior, Francisco Antonio de Salcedo y Aguirre Arbizu y Álava, primer Marqués del Vadillo.
Este primer Marqués del Vadillo (natural de Soria o de San Andrés de Soria), fue un reconocido personaje de la Corte española del siglo XVII que destacó en múltiples facetas sirviendo fielmente a la corona, razón por la que en 1712, cuando tenía 66 años de edad, el rey Felipe V le otorga el Marquesado del Vadillo (9).
A pesar de ese reconocimiento como marquesado, El Vadillo siguió siendo poco más que una granja en la que guardaban ganado ovino y donde residirían sus pastores, un número reducido de vecinos y sus familias.
Sebastián Miñano (10) lo incluye en su Diccionario ofreciendo muy poca información, «Caserío R. de Esp., prov. y part. de Soria, Ob. de Osma, sexmo de Pera [Tera], anejo de Arguijo; 2 vec., 8 habt… Hay en este caserío un molino«; pero más que Madoz (11) que se limita a apuntar “cas. en la prov. y part. jud, de Soria, térm. jurisd. de Arguijo”; pero quizá más acertada que la que ofrece Manuel Blasco (12), pues crea cierta confusión al ofrecer dos entradas seguidas con el mismo nombre que en realidad deben corresponder al mismo lugar, un «VADILLO, caserío dentro de la jurisdicción de Arguijo» que no hemos localizado en la cartografía antigua ni siquiera como topónimo menor, y otro «Vadillo, granja y casa de labor á cuatro kilómetros y en la jurisdicción de Barriomartín». Quizá la explicación de esa doble entrada corresponda a que Blasco tuvo conocimiento de un Vadillo en el lado de la carretera de Arguijo, a unos dos kilómetros de distancia, y otro que en realidad era el mismo pero en otro término municipal y a poco más de un kilómetro de Barriomartín.
Según la relación de municipios y lugares de la provincia de Soria y población de 1858, recogida por Carmelo Romero Salvador et al. (13), se trataba de una población con rango de “caserío” del término municipal de Barriomartín, habitado entonces por ocho personas.
El censo de 1888 le otorga la categoría de “casa de labor de Barriomartín”, e indica que había un edificio de una planta, otro de tres y una barraca, y que contaba con cuatro habitantes. Este es el último censo que lo recoge todavía como unidad poblacional aislada aunque dependiente de Barriomartín. Sabemos, no obstante, que estuvo poblado en el primer tercio del siglo XX y que probablemente también lo estuvo hasta el incendio de la casona en 1956.
Alberto Arribas con la colaboración de Ángel Lorenzo, Maribel Zapatero, Luis C. Pastor.
(1) Censo 1860. Ministerio de Administraciones Públicas. Secretaría General Técnica (2008) Variaciones de los municipios de España desde 1842. Primera edición octubre 2008, disponible en https://www.hacienda.gob.es/Documentacion/Publico/SGT/CATALOGO_SEFP/100_Variaciones-INTERNET.pdf
(2) MARTÍNEZ DÍEZ, Gonzalo (1983): Las Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura castellana. Editora Nacional, Madrid.
(3) GÓMEZ CEÑA, Jesús (2006): Barriomartín: un pueblo de Tierras Altas de Soria. Logroño, Ochoa Editores, página 71.
(4) CARRACEDO ARROYO, Eleuterio (1996): Toponimia de la Tierra de Soria. Ediciones de la Excma. Diputación Provincial de Soria. Colección Temas sorianos nº 32. Imprenta Provincial de Soria,
(5) SENENT DIEZ, Pía (2002): Documentos del arca-archivo de Almarza y San Andrés. Ediciones de la Excma. Diputación provincial de Soria, Colección Archivos Sorianos nº 5, Imprenta Provincial, página 41.
(6) DÍEZ SANZ, Enrique y GALÁN TENDERO, Víctor M. (2012): Historia de los despoblados de la Castilla Oriental. Tierra de Soria siglos XII a XIX. Ediciones de la Excma. Diputación Provincial de Soria, colección Temas Sorianos nº 56, página 533.
(7) GÓMEZ CEÑA, Jesús (o.c.) página 71.
(8) No es objeto de este trabajo el análisis de los miembros de este apellido, pero por su sencillez y relación con otro personaje que se cita a continuación, aconsejamos al lector interesado el trabajo de Dionisio Á. Martín Nieto: Don Francisco Antonio de Salcedo y Aguirre (1646-1729), Marqués del Vadillo, Corregidor de Madrid, Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, ISSN 1133-1240, Nº. 7, 2002-2003, págs. 173-240, disponible en https://www.ramhg.es/images/stories/pdf/anales/07_2002-2003/05_martin.pdf
(9) El topónimo aparece tanto con artículo como sin él, aunque generalmente prevalece la forma El Vadillo. Entendemos, por tanto, que el marquesado y el marqués debieran figurar con preposición y artículo contraído, “Marqués del Vadillo”, en lugar de la forma “Marqués de Vadillo”, como es frecuente leer.
(10) MIÑANO Y BEDOYA, Sebastián (1826-1829): Diccionario geográfico-estadístico de Soria. 1826-1829. Edición de Silvano Andrés de la Morena, Soria Edita, Soria 2004.
(11) MADOZ, Pascual (1846-50): Diccionario geográfico-estadístico-histórico. Edición facsímil de los textos relativos a la provincia de Soria. Edita Ámbito ediciones S. A. y Diputación de Soria, 1.993. Imprime Gráficas Ortega S. A. Valladolid.
(12) BLASCO JIMÉNEZ, Manuel: Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria, 1ª edición, 1880, Soria. Imprenta y Librería de la Infancia, página 651, y en la segunda edición 1909, Soria, Ed. Tipografía de Pascual P. Rioja, página 567.
(13) ROMERO SALVADOR, Carmelo; GARCÍA ENCABO, Carmelo; CABALLERO DOMÍNGUEZ, Margarita (1985): La provincia de Soria entre la reacción y la revolución (1833-1843). Ediciones de la Excma. Diputación Provincial de Soria, colección Temas Sorianos nº 10, páginas 215 a 232.
Asociación de Amigos del Museo Numantino