Despoblado de Valdespina, termino municipal de Borjabad, también documentado como Santa María de Velacha
Despoblado de Valdespina, termino municipal de Borjabad, también documentado como Santa María de Velacha, pero que por razón de querencia, cercanía física y relaciones humanas, los vecinos de El Cubo de la Solana casi llegan a considerar ambos lugares como de su responsabilidad. Del despoblado queda un torreón, un molino, algunas construcciones agroganaderas y una ermita, pero sigue congregando a los fieles de toda la comarca, formen parte de la concordia o no, en la romería que se celebra el segundo domingo de julio y que tiene nombre propio: La Jáñara.
Velacha se encuentra en la vega de la margen derecha del rio Duero muy cerca de la desembocadura del Mazos que lo recorre de norte a este. El mejor acceso desde la capital es tomar la SO-P-3029, “la carretera del Cubo de la Solana” en dirección a Almazán, y recorrerla hasta el pk 12, pues allí mismo, a nuestra izquierda y en medio de un espeso monte, observaremos la ermita y a su lado la torre.
Gonzalo Martínez Díez (1) lo localiza en término de Valdespina, dos kilómetros al sudoeste del pueblo, en el lugar donde queda el molino, cerca de donde estaba la barca de sirga, próximo a la fábrica de electricidad, junto al Duero y en la divisoria entre Valdespina y Viana, en torno a la ermita que sería su parroquia.
DATUM | LATITUD LONGITUD |
ETRS89 | 41.57405858250793 -2.461555735682014 |
ETRS89 | 41º 34´ 27´´ N 2º 27´ 40´´ W |
UTM 30 | Coord. X Coord. Y |
544.888,94 4.602.626,13 | |
Altitud | 966,11 m |
Antonio Pérez Rioja (2) identifica en el topónimo la palabra vasca Vele, que significa cuervo, Francisco García Berlanga (3) lo traduce como la peña del cuervo y José Antonio Pérez-Rioja (4) reconoce que su etimología es incierta, pero apunta que puede derivar del íbero-vasco bela (cueva) y el sufijo -acha.
José Ángel Márquez Muñoz (5) cree que la Comunidad de Villa y Tierra de Almazán surgiría a raíz de la conquista y repoblación de Alfonso I de Aragón, el Batallador, en 1128, y que a partir de ese momento surgirían las aldeas de la Comunidad de Villa y Tierra de Almazán como Velacha.
Según Minguella (6), consta que el 8 de noviembre de 1198 el obispado de Sigüenza poseía en Belacha propiedades, entre ellas un molino, que las donó a los clérigos de un monasterio sin comunidad, uno de los cuales se llamaba Pedro de Barca y otro Pedro Abad, que se cree pudo ser el Per Abat, autor del Cantar del Myo Cid. La donación incluyó otros bienes En Sant Estebaniel (Baniel) y heredades en Val de spina (Valdespina).
Velacha se constituye entonces en una especie de mojón y a la vez objeto de deseo, en lo religioso entre las jurisdicciones episcopales de Osma y Sigüenza, y en lo civil de los territorios de las Universidades de Soria y Almazán, respectivamente. El mismo autor dice: “En el siglo XII había no pocos eremitorios que se llamaban monasterios aunque sin comunidad, pues en aquellos apartados sitios ó ascetorios no solía haber más que dos y á veces un solo ermitaño”. En la página 249 de su estudio dice de este monasterio que estaba bajo la advocación de San Salvador y añade que además fue parroquia.
Salvador Barrio Onrubia (7) recuerda que este lugar aparece como referencia geográfica en el documento del cardenal Halgrim de 17 de julio de 1229 en el que establecía los límites entre los obispados de Osma y Sigüenza.
José Ángel Márquez Muñoz (o. c.) recuerda que don Pedro de Mendoza “el Fuerte” llevó a cabo durante la segunda mitad del siglo XV una política expansionista muy agresiva en la Tierra de Soria y así invadió Castil de Tierra, Tejado y Nomparedes, consolidando su presencia en Velacha (donde edificó una torre fuerte), Valdespina y Mazarrones, despoblado por el que litigaron muchos años en la Chancillería de Valladolid la Universidad de la Tierra de Soria, contra el Concejo y la Tierra de Almazán. De esta aldea dice que formó parte del sexmo de La Sierra según el repartimiento de Alcabalas de 1599.
Máximo Diago (8) ofrece una referencia parecida aunque con ciertos matices. Dice que perteneció a la Tierra de Soria pero que a finales del XV el señor de Almazán, Pedro de Mendoza, comenzó a comprar tierras en Mazarrones, Valdespina y Velacha y a cobrar impuestos a los nobles sorianos que las utilizaban. En Velacha mandó construir una torre de defensa que también servía de cárcel a la que llevaba a vecinos de las aldeas limítrofes de la Tierra de Soria que se hubieran significado por su oposición al Señor de Almazán. También la ciudad de Soria recurrió a la Chancillería de Valladolid, si bien en este caso debió de pasar más tiempo desde la usurpación hasta que la ciudad los reclamase, y el derecho del Señor de Almazán parece que fue motivo para que se resolviese a su favor.
El Catastro del Marqués de la Ensenada (1752) no le dedica un capítulo propio pero como «Santuario de Nuestra Señora de Velacha» aparece como anejo de Valdespina.
Sebastián Miñano y Bedoya (9) (1829) dice que tenía entonces 11 vecinos, 37 habitantes y que su ermita “…es según el gusto de los Templarios”, añadiendo que próximo a ella “hay un gran castillo propio de los Condes de Altamira”. Posteriormente, tanto el nomenclátor de Madoz (10) (1850) como los dos de Blasco (11) (12) (1880 y 1909) citan a Velacha pero no aportan cifra alguna de sus habitantes.
En 1836 el municipio de Valdespina con su anejo Velacha, fue absorbido por el de Borjabad al que siguen perteneciendo en lo civil pues en lo religioso pertenecieron al obispado de Sigüenza hasta 1956, cuando en Velacha ya no vivía nadie.
De una forma u otra la propiedad acabo pasando a manos de la Iglesia pues José María Pérez Marañón (13) dice que el lugar fue desamortizado en 1842 y vendido por 21.716 reales al vecino de Almazán don Salvador González Villambrona. Según algunos planos del Instituto Geográfico Nacional, allí hubo un molino y una fábrica de electricidad.
La última referencia documental que hemos localizado como núcleo habitado es el censo de población de 1940, año en el que esta tenía la categoría de caserío dependiente del municipio de Borjabad del que dista seis kilómetros y medio. En ese documento aparece habitado por seis personas que residían en tres viviendas y que disponían de otros seis edificios para diferentes usos. No nos consta la existencia de edificios comunes como escuela, lavadero, fuente, fragua…
Cuesta identificar el caserío de Velacha pues da la impresión de que se encuentra disperso y alterado por el desarrollo de tareas agrícolas o forestales que probablemente han arrasado lo que fueron sus edificios. Al noroeste de la torre y la ermita, todavía quedan naves y almacenes en buen estado que denotan un uso agropecuario.
Los edificios más destacados que aún persisten en el despoblado son los siguientes:
Junto a la ermita existe una torre o atalaya de planta cuadrada y restaurada hace pocos años con criterios anastilósicos que permiten observar las diferencias entre la obra original y la restauración.
Ángel Lorenzo Celorrio (14) (15) la describe como de planta cuadrada, realizada en sillería y con buena cal. La fecha en el siglo XIV, aventura su utilidad como punto de vigilancia para el vado de Velacha y recuerda que siendo empleada como vivienda, fue destruida por un incendio. Otros investigadores como José Ángel Márquez Muñoz (16) no ofrecen una fecha concreta pero recuerdan que la falta de referencias documentales a este elemento defensivo en 1198 nos lleva a pensar que entonces no existiría y que solo sabemos de ella cuando pasó a ser de los Hurtado de Mendoza, lo que ya acercaría más su construcción al siglo XV.
La atalaya es de propiedad privada y sus dueños la restauraron en el año 2000, si bien Lorenzo Celorrio estima que sufrió importantes modificaciones con respecto a la obra original. La describe diciendo que tiene unos quince metros de altura, siendo los dos últimos reconstruidos, y que culminó con almenaje de ladrillo. Originalmente el acceso a la torre, que aún se conserva, era una puerta en arco de medio punto, dovelada y ubicada a unos tres metros del suelo en el lado noreste. Contaba con muy pocas aberturas más: una aspillera, quizá dos, actualmente semienterradas, y otras dos troneras de palo y orbe en la parte alta de la torre. En la última reforma se abrieron unos nuevos ventanales y una puerta en arco de medio punto a nivel del suelo, y en el último cuerpo se sustituyó el ladrillo por losas con apariencia de piedra sillar. Su uso actual es como vivienda de cuatro plantas que cuenta con tres dormitorios, dos salones y cocina. También se ha recuperado la chimenea.
En la parte superior externa de la cara noroeste de la torre (la que se ve desde la carretera), justo debajo de las almenas, figura un escudo heráldico tallado en piedra y de factura reciente. El elemento no debe confundirnos pues se trata de un aditamento colocado en las últimas obras de recuperación del edificio como vivienda y que, sin valor histórico respecto al mismo, posiblemente indique la genealogía de los promotores de la mencionada (y afortunada) recuperación del año 2000.
Cerca de la torre, entre chopos y pinos, próxima a la desembocadura del río Mazos en el Duero, se encuentra la ermita de la Virgen de Velacha mantenida por la comunidad de los pueblos limítrofes.
Se trata de una construcción orientada canónicamente, levantada con muros de mampostería y sillar que desarrolla una nave con espadaña de un solo vano, sin campana, en el hastial occidental. La capilla mayor presenta una planta cuadrada y sus muros se elevan ligeramente sobre el resto de la construcción, presentando una cubierta a cuatro aguas de forma que el edificio aparenta estar formado por dos elementos distintos.
La portada, situada junto a la cabecera, se protege con un escasísimo pórtico solucionado con un arco de medio punto de fábrica pobre. La puerta propiamente dicha sí presenta un arco de medio punto dovelado en buena sillería, como también son de sillería los apoyos del anterior arco mencionado. La clave del arco de la puerta lleva un altorrelieve con una cruz y por encima un azulejo cocido recuerda a quien se dedica el templo: «HERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE BELACHA».
La imagen titular parece una característica figura mariana de la Virgen con el Niño sentado sobre su rodilla izquierda, ambos policromados y sin corona. La Virgen lleva juntos y hacia arriba los dedos de su mano derecha sosteniendo una flor, y el Niño, de apariencia mucho más tosca y de extremidades desproporcionadas, lleva en la izquierda un libro y sostiene la derecha como si llevara algún elemento estrecho, tal vez una cruz. La principal característica o anomalía de esta imagen es que aunque siguen siendo figuras rígidas e inexpresivas, el Niño aparece con las piernas cruzadas en un gesto que ofrece cierta espontaneidad. Y es que, aunque su estilo recuerda las imágenes románicas de finales del siglo XII o principios del XIII, en esta talla comienzan a asomarse ya algunas características de un incipiente protogótico. La imagen sale en procesión coronada y vestida con un manto.
En Velacha tenemos constancia de tres molinos, dos de ellos tradicionales y un tercero más moderno, de principios del siglo XX, ya con la “categoría” de fábrica de harinas.
Uno de los dos más antiguos estuvo ubicado a escasos cien metros al norte de la ermita. De él todavía se aprecian los restos de sus muros ocultos entre la maleza, el cárcavo que acogía al rodezno y la balsa que acumulaba el agua del río Mazos, que no del Duero. El segundo molino tradicional tiene nombre propio y se denomina “El Molino de Valverde”. Se ubica en la margen izquierda del río Mazos, a unos 1.500 m de su desembocadura en el Duero y de sus maltrechos restos únicamente destacan los vestigios de sus muros, un pequeño tramo del cárcavo abovedado y la balsa con dos salidas de agua para, presumiblemente, otras tantas muelas.
Tanto Blasco en 1880 (17) y 1909 (18) como Madoz en 1850 (19), hablan de dos molinos movidos por las aguas del río Verde o Valverde (el río Mazos) que corresponderían a los que acabamos de describir. No citan, porque no existía entonces, el tercer molino, la fábrica de harinas (20), que sí aprovechaba las aguas del Duero y del que todavía quedan los imponentes restos del edificio principal de dos pisos, con el tejado hundido y una soberbia planta en forma de “L”. A escasos metros de él se encuentra otra construcción auxiliar, más pequeña, de planta baja. Era esta una obra de principios del siglo XX, mucho más moderna que los dos molinos anteriores, ubicada en la orilla izquierda del río y necesitada de un imponente azud, que todavía se conserva, en el propio cauce del Duero.
De este molino, el inventario de yacimientos arqueológicos de la Junta (21) ofrece el siguiente contenido: «La presente ficha da cuenta del Molino y Central de Velacha, hoy abandonado, situado en el encajado valle del Duero a su paso por el término de Valdespina, en la raya con Almazán. Ubicado en la orilla izquierda de aquel, aprovechó una pequeña explanada ataludada para levantar las estructuras -el molino propiamente dicho y una dependencia aneja-. El primero de ellos, en forma de L, tiene 25 m de lado y tres pisos en los que se repartieron la maquinaria propia de la molienda y la de la luz, en la planta inferior y viviendas y estancias auxiliares en el resto. Cuenta con 4 saetines a los que llega el agua desde un largo caz que la recoge merced a una represa de piedra situada río arriba. Tanto esta construcción como la auxiliar (mide 24 x 9 m) se levantó a base de paramentos de mampostería y ladrillo, pudiéndose observar dos fases constructivas en el mismo. Parece que perteneció a Velacha según refiere Martínez Díez en el que menciona también la presencia de una barca que unía el despoblado con la fábrica de luz».
El río Duero, con permiso del Mazos, parece que fue sin duda alguna el elemento clave para el despoblado pues les proporcionaba energía y comida, pero paradójicamente también puede suponer la muerte definitiva del lugar pues en 1991 la Confederación Hidrográfica del Duero, ante la necesidad de incrementar la ordenación de la cabecera del río, realizó un proyecto de embalse que de haberse realizado hubiera supuesto la inundación de una gran superficie de terreno afectando al término de Velacha aunque por diversas circunstancias, en 1994, aquel proyecto fue abandonado.
Desde muy antiguo, según la tradición oral, la ermita de Velacha es objeto de una multitudinaria romería, la Jáñara, a la que acuden visitantes de todas partes si bien sus integrantes originales eran los que integraban la Concordia de la Virgen de Velacha, a saber, los habitantes de Baniel, Borjabad, Moñux, Nepas, Nolay, Valdespina y Viana de Duero, curiosamente, todos ellos pueblos de la Tierra de Almazán en la margen izquierda del Duero y mucho más alejados que otros pueblos de la Tierra de Soria como El Cubo de la Solana que está a algo más de tres kilómetros, por carretera y sin tener que cruzar el Duero, poco que ver con la distancia que han de recorrer los vecinos de Nolay, que en línea recta le separan más de diez kilómetros, el doble por carretera y teniendo que cruzar el río.
Esta extraña circunstancia nos ha planteado la duda sobre si aquellos conflictos territoriales de hace más de quinientos años no serían el motivo real que determinase qué pueblo sí y qué pueblo no, podía formar parte de esa concordia, entendiendo su pertenencia como una especie de victoria pírrica, teniendo como excusa un elemento sagrado como es la imagen de la Virgen.
No deja de ser una conjetura que algún día nos gustaría investigar, pero lo cierto es que el segundo domingo de julio los vecinos de esos pueblos acudían a la romería de la Virgen de Velacha cruzando las aguas del río Duero en una barca. Como tantas fiestas, la Jáñara dejó de celebrarse y desapareció en los años sesenta del siglo XX, pero fue recuperada con gran éxito unos veinte años después.
Por la mañana comienzan los actos oficiales con el saludo de los pendones parroquiales de los pueblos de la Concordia al estandarte de Borjabad, considerado el anfitrión de la fiesta. Se sigue con la celebración de misa en la ermita o al aire libre y procesión. Antaño la comitiva iba precedida por los mozos que acababan ese año el servicio militar y que portaban los estandartes de cada pueblo. La imagen de la Virgen es llevada en andas a hombros de los mayordomos y se subastan los banzos para introducirla en el templo. Seguidamente se procede a otra subasta, en este caso, de típicos roscos. Antiguamente también se subastaba “El Rollo”, un gran ramo adornado con multitud de flores, dulces y fruta. Según la tradición, los manjares subastados deben ser comprados por aquellos que pidieron la intercesión de la Virgen ante una necesidad que les fue concedida. Después, los asistentes suelen colocar ofrendas alrededor de la imagen (22), se come en la pradera, hay chiringuitos, gaiteros y acaban los actos con un rosario.
Al final de la jornada, en torno a las 19:00 h., los portaestandartes se despiden de regreso a cada pueblo y la imagen vuelve a la iglesia de Borjabad donde se guarda a buen recaudo.
En los años 1993 y 1994, siendo capellán D. Alejandro Casado, se introdujo la novedad de realizar parte de la procesión en barca, rememorando así la costumbre (por necesidad) que había de cruzar el río Duero por parte de todos los pueblos de la Concordia (salvo Velacha, claro) mediante la barca de sirga que no se ha conservado.
Respecto al origen de esta tradición, en Borjabad dicen que fueron ellos los precursores de esta romería pues se encuentra en su término municipal, pero también dicen lo mismo algunos vecinos de Valdespina. Ana Abajo del Grado (23) dice que el origen de esta romería de comienzo del verano es, según la tradición, una ceremonia de Acción de Gracias, pues se recuerda que por intercesión de la Virgen una epidemia de cólera no traspasó el río Duero. También dice que se celebraba otra romería después del verano, como agradecimiento por los frutos recogidos.
Alberto Arribas con la colaboración de Ángel Lorenzo, Maribel Zapatero, Luis C. Pastor
(1) MARTÍNEZ DÍEZ, Gonzalo (1983): Las Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura castellana. Editora Nacional, Madrid, página 209.
(2) PÉREZ RIOJA, Antonio (1867); Crónica de la provincia de Soria. Editores Rubio y Compañía, imprenta a cargo de J. E. Moreta, Madrid, página 16.
(3) GARCÍA BERLANGA, Francisco (1992): Cultura iberoeuskérica. El euskera fue la lengua primitiva de España. Edición del propio autor.
(4) PÉREZ-RIOJA, José Antonio (2005): El alma de Soria en el lenguaje. Colección Temas Sorianos nº 50. Edita Excma. Diputación Provincial de Soria, Soria, página 427.
(5) MÁRQUEZ MUÑOZ, José Ángel (2009): Introducción histórica a la publicación Documentos de la Comunidad de Villa y Tierra de Almazán, de Gemma ROMERO SALAZAR y Maribel ZAPATERO LORENZO. Ed. de la Excma. Diputación Provincial de Soria. Colección Archivos Sorianos nº 6, Soria 2009, pp. 10-13.
(6) MINGUELLA Y ARNEDO, Fray Toribio (1910): Desde los comienzos de la diócesis hasta fines del siglo XIII. Volumen I. Madrid, Imprenta de la «Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos», pp 183, 246, 249 y 504.
(7) BARRIO ONRUBIA, Salvador (Primavera 2014): “Los límites entre la diócesis de Sigüenza y de Osma en el año 1229”. Revista de Soria nº 84, IIª época, pp.66, 183 y 504.
(8) DIAGO HERNANDO, Máximo (1993): Estructuras de poder en Soria a fines de la Edad Media. Colección Estudios de Historia, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, página 161.
(9) MIÑANO Y BEDOYA, Sebastián (1826-1829): Diccionario geográfico-estadístico de Soria. 1826-1829. Edición de Silvano Andrés de la Morena, Soria Edita, Soria 2004.
(10) MADOZ (1850): Diccionario geográfico-estadístico-histórico. Edición facsímil de los textos relativos a la provincia de Soria. Edita Ámbito ediciones SA y Diputación de Soria, Imprime Gráficas Ortega SA Valladolid, 1993.
(11) BLASCO JIMÉNEZ, Manuel (1880): Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria, 1ª edición, Soria. Imprenta y Librería de la Infancia.
(12) BLASCO JIMÉNEZ, Manuel (1909): Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria. IIª edición, Soria. Ed. Tipografía de Pascual P. Rioja.
(13) PÉREZ MARAÑÓN, José María (2006): Cubo de la Solana. Historia y vida de un pueblo. Editorial Visión Net, Madrid, página 73.
(14) LORENZO CELORRIO, Ángel (2000): Cuatro estaciones. Casos y Cosas de Soria II. Soria Edita, página 317.
(15) LORENZO CELORRIO, Ángel (2003): Compendio de los castillos medievales de la provincia de Soria. Edita Excma. Diputación Provincial de Soria. Colección Temas sorianos nº 44, Soria, página 220.
(16) MÁRQUEZ MUÑOZ, José Ángel (1987): Una Comunidad de Villa y Tierra de la Extremadura Castellana: Almazán hasta el siglo XIII. Celtiberia nº 73, página 34.
(17) BLASCO JIMÉNEZ, Manuel (1880): Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria, 1ª edición, Soria. Imprenta y Librería de la Infancia.
(18) BLASCO JIMÉNEZ, Manuel (1909): Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria. IIª edición, Soria. Ed. Tipografía de Pascual P. Rioja.
(19) MADOZ (1850): Diccionario geográfico-estadístico-histórico. Edición facsímil de los textos relativos a la provincia de Soria. Edita Ámbito ediciones SA y Diputación de Soria, Imprime Gráficas Ortega SA Valladolid, 1993.
(20) Para llegar a este molino desde el despoblado de Velacha, a pesar de encontrarse a menos de doscientos metros al sureste de la ermita, tenemos que cruzar el Duero por lo que hay que volver a Cubo de la Solana, continuaremos en dirección a Almarail por la SO-P-3001 y tras cruzar el Duero, por fin, y el canal de Almazán, tomaremos una pista que sale a nuestra derecha y que nos conduce a Valdespina. Desde aquí tomamos otra pista que discurre entre el Duero y el canal de Almazán. En poco más o menos dos km estaremos en las ruinas del molino.
(21) Ficha en https://servicios.jcyl.es/pweb/datosGIS.do?tipo=Yacimiento&numero=944511, vista el 14/07/2022
(22) Antiguamente también se colocaban exvotos que mayoritariamente consistían en coletas y mechones de pelo.
(23) ABAJO DE GRADO, Ana (2005): Romerías de Soria. Ochoa Impresores, Soria, página 84.
Asociación de Amigos del Museo Numantino