Despoblado del término de El Burgo de Osma
Despoblado del término municipal de El Burgo de Osma desde mediados de la década de 1960.
Está situado a unos dos kilómetros al oeste de Santiuste y tres al nordeste de Valdenarros del que fue pedanía, en un pequeño alto junto a la vega del río Abión en su ladera sudeste. A sus pies siempre han discurrido importantes vías de comunicación; desde una calzada romana hasta la actual autovía, pasando por la N-122.
Llegando a la zona por la autovía A-11, tomamos la salida 46 hacia Santiuste. Al llegar a la inmediata rotonda saldremos de ella en dirección a El Burgo de Osma por la antigua carretera N-122. Después de recorrer un km escaso, veremos que la autovía que discurría a nuestra derecha sobre un elevado terraplén lo hace ahora, en un corto espacio de terreno, sobre un viaducto para dar paso a las aguas del Barranco de la Dehesa y a una pista forestal que, tras unos 200 m, nos deja en el despoblado.
DATUM |
LATITUD LONGITUD |
ETRS89 |
41.616179 -2.973256 |
ETRS89 |
41° 36′ 58.25′′ N 2° 58′ 23,73′′ W |
UTM 30 |
Coord. X Coord. Y |
502.228,15 4.607.162,78 |
|
Altitud |
955,21 m |
José Antonio Pérez-Rioja (1) dice que el gentilicio es igual a la denominación del lugar, velascos.
José Antonio Pérez-Rioja (o. c.) cree que este topónimo puede derivar del apellido Velasco que indicaría el nombre de un repoblador o poseedor, o derivar del íbero-vasco bela (cuervo) más el sufijo preposicional -ko
Antonio Pérez Rioja (2), historiador, cronista y antepasado del anterior con quien no se debe confundir, afirmaba:
«La voz Belos sin embargo, puede reducirse al vascuence vele, que significa cuervo, pues sabido es cuan aficionados son los pueblos primitivos a compararse con los animales a que atribuyen su principal cualidad o timbre. El adjetivo derivado es Vélecoa, pronunciado por los romanos Veluca, que era efectivamente la capital de los Belos».
Francisco García Berlanga (3) apunta a que el topónimo es de origen vasco y que deriva del Beltz (negro, oscuro) y de As (peña) además de la preposición Co (de), por lo que podría traducirse como peña negra.
Hay investigadores como Beltrán Martínez (4) que identifican el despoblado de Velasco como el lugar donde se ubicó la ceca celtibérica Belaiscom, algo que aunque fuera posible, pues no está lejos de importantes poblaciones celtibéricas, parece poco probable (5). Además no se han hallado evidencias arqueológicas de ese momento histórico en el solar de Velasco (ni prácticamente de ningún otro) aunque intuimos que en época romana el emplazamiento del despoblado pudo estar ocupado, pues al pie del caserío pasa un tramo de la calzada romana XXVII (6) que de Numantia se dirigía a Uxama Argaela por Voluce, estudiada en profundidad a consecuencia de las obras de construcción de la autovía A-11, en 2017. Muy cerca de Velasco apareció una villa romana, detalle que no es de extrañar pues la presencia de esta cultura en la zona es muy abundante a ambos lados de la antigua calzada.
Sabemos que en algún momento histórico más o menos coincidente con el colapso del mundo romano, la zona de Osma fue cristianizada y allí se instaló, al menos desde el año 597, un obispado desde el que se extendería la fe de Cristo, un proceso que se interrumpió bruscamente con la irrupción de las huestes musulmanas en la península a partir del año 711 y que obligó al obispo oxomense y a sus seguidores a escapar y refugiarse en plazas seguras del norte peninsular. En poco tiempo la zona de Osma también fue tomada aunque de forma poco estable, pues conocemos varias ocupaciones temporales por parte de fuerzas cristianas que no podían mantener el control y lo devolvían de nuevo, al menos hasta que el conde Gonzalo Núñez de Lara la conquistó definitivamente en 1011 (7), iniciándose una etapa todavía conflictiva e insegura pero que, poco a poco, fue avanzando y ganando estabilidad, de forma que permitió la restauración del obispado por parte de Pedro de Bourges en el año 1101.
Posiblemente desde los primeros intentos de conquista cristiana y hasta que ésta fue definitiva, pudo haber algunos conatos repobladores que prosperaran pese a las dificultades, pero es muy probable que lo que diera estabilidad a la zona, en lo que a poblamiento se refiere, fuese la restauración del obispado.
A falta de otros datos, creemos posible esta hipótesis y que fuese entonces, en algún momento a finales del siglo XI o comienzos del XII, cuando se fundara Velasco.
Al poco tiempo de la mencionada reinstauración de la diócesis se comenzó a erigir una catedral y los diferentes poblados se articularon en torno a ella bajo el amparo de la Comunidad de Villa y Tierra de Osma siendo Velasco, según Gonzalo Martínez Díez (8), una de sus aldeas.
El censo de población pechera de 1528 lo documenta como Valdevelasco, entonces habitado por 38 vecinos de esta clase.
El censo de 1591 no recoge cifras por pueblo si no de todas las aldeas de la Tierra de Osma que, sin la propia ciudad, estaba formada por 187 vecinos, entre ellos los del lugar que ahora llama Valde Velasco.
El 8 de enero de 1752 se procedió a la redacción de las respuestas con las que se confeccionó la correspondiente ficha del Catastro del Marqués de la Ensenada. Según ese texto, Velasco era una aldea de la jurisdicción de la ciudad de Osma del Señorío del duque de Uceda “como dueño de la ciudad de Osma y su tierra” al que abonaban las correspondientes alcabalas (241 reales y 20 maravedíes al año) y las tercias en los frutos decimales. Estaban entonces domiciliados allí veintitrés vecinos y cuatro habitantes “todos del estado general” que trabajaban fincas de regadío “por mano y pie para hortalizas”, además de una dehesa boyal y tierras de secano, recogiendo en todo el término hierba, berzas, cáñamo, trigo, centeno, cebada y avena. En el monte tenían carrascas que, además de madera, les proporcionaban bellotas, enebros y estepas, pero frutales tenían tan pocos que se podían contar con los dedos pues tenían un peral, un guindo y cinco parras en la puerta de algunas casas y que además, según la respuesta dada a la pregunta trece, ni siquiera daban fruto.
Disponían de un total de 24 colmenas y 8 “hornos” que les proveían de miel y cera, y de una amplia cabaña ganadera formada por cabras, ovejas, vacas, bueyes, jumentos y cerdos. Había 23 viviendas, todas en el caserío pues no había alquerías ni casas de campo, 7 pajares, 12 tainas en el pueblo, 9 en el monte y un palomar, además de una serie de propiedades comunes como un corral cerrado de tapia, dos huertos, cinco prados cerrados de seto, un arreñal, dos casas, dos heredades, la dehesa boyal y el monte. No disponían de taberna ni mesón y de las profesiones de sus vecinos, la mayor parte eran labradores seguidos de pastores, además de un sacristán, maestro, escribano y dos vendedores de leña.
En 1768 el Censo de Aranda nos ofrece la cifra total de vecinos, 126 personas ordenadas por sexo, estado civil y por grupos de edad. Pocos años después, en 1785, el Censo de Floridablanca nos ofrece exactamente la misma cantidad de habitantes.
El desarrollo demográfico continuó en la primera mitad del siglo XIX de forma que Sebastián Miñano y Bedoya (9) recoge que en 1826 contaba con veintiséis vecinos, ciento treinta y un habitantes.
Sin embargo algo detuvo el crecimiento pues a mediados del XIX Madoz (10) reduce la población casi a la mitad y nos ofrece la siguiente información:
«VELASCO: l. con ayunt, en la prov. de Soria (8 leg.), part. jud. del Burgo (1), aud. terr. y c. g. de Burgos (21), dióc. de Osma (1): SIT, en alto, con buena ventilación y CLIMA sano. Tiene 18 CASAS; la consistorial; escuela de instrucción primaria frecuentada por 12 alumnos de ambos sexos, á cargo de un maestro dotado con 12 fan. de trigo; una fuente de buenas aguas; una igl. parr. (Sta. Maria Magdalena) aneja de la de Santiuste. Confina el TÉRM. con los de Val de Narros, Barcebal y Santiuste; dentro de él se encuentran varias fuentes de buenas aguas. El TERRENO, fertilizado por el Avion, es de mediana calidad; comprende una deh. de secano y un monte poblado de encina y roble. CAMINOS: los locales, en mediano estado. CORREO: se recibe y despacha en el Burgo. PROD.: cereales, legumbres, leñas de combustible y buenos pastos, con los que se mantiene ganado lanar, cabrio, vacuno y asnal; hay caza de perdices, conejos y liebres; pesca de barbos y truchas. POBL: 21 vec., 82 alm. CAP. IMP.: 15,458 rs».
Carmelo Romero Salvador, Carmelo García Encabo y Margarita Caballero Domínguez (11), describen el Velasco de 1858 como una población con rango de “lugar” del término municipal de Valdenarros, en el que figuran 138 habitantes, una cifra mucho más parecida a la que citamos en 1826 y que nos hace pensar en un error por parte de Madoz.
Posteriormente, según el Censo de 1888, había 131 habitantes.
Manuel Blasco Jiménez en la primera edición de su Nomenclátor (12) (1880) destaca las bondades y recursos de este poblado entonces habitado por 150 personas, aunque recoge alguna imperiosa recomendación:
«…fuente de buenas aguas, varios manantiales, una dehesa y un monte de encina y roble con pastos para el ganado lanar, cabrío y vacuno y con caza de perdices, …disfruta clima sano…», pero ya le auguraba un futuro incierto «el terreno es en una pequeña porción de primera calidad y el resto de segunda, tercera y cuarta clase, si bien la circunstancia de ser fertilizado por el Abión hace sospechar que, con algo de diligencia por parte de los moradores, podrían multiplicarse los productos; mas fuerza es decirlo, aunque lo sintamos: Velasco es uno de nuestros lugares que deben caminar con algo mas de prisa por la senda de las reformas, cuyos frutos recogería seguramente, dados el carácter pacífico y las modestas costumbres de sus vecinos».
En 1909 el mismo Manuel Blasco, en la segunda edición de su Nomenclátor (13), dice exactamente lo mismo, pero parece que el incumplimiento de sus recomendaciones fue un tanto profético pues la única diferencia de su texto es que en esos 29 años Velasco habría perdido 50 “almas”, un tercio de la población, quedando entonces con 100 habitantes.
Esa reducción sí resultó importante y al parecer el inicio de un declive pues las siguientes estadísticas arrojan pésimos resultados, como la de 31 de diciembre de 1930 cuando eran 60 los habitantes de hecho de Velasco, reduciéndose a 57 en 1940.
La postrera cifra que hemos podido localizar es la que recoge en su estudio Esteban Valtueña Jiménez (14) quien ofrece como último censo con habitantes el de 1960 con 34 personas inscritas.
Madoz (o.c.) lo calificó a mediados del XIX como lugar con Ayuntamiento propio, situación que no se mantendría mucho más tiempo pues en el censo de 1857 (15) aparece ya como dependiente de Valdenarros. Posteriormente y con la unión de municipios de 7 de octubre de 1967, este último se fusionó con El Burgo de Osma que de esta forma absorbió también Velasco.
Isabel Goig Soler (16) documenta que el último curso de la escuela fue el de 1967/68, lo que nos hace pensar en la proximidad del cierre definitivo del pueblo. Año arriba, año abajo, otros (17) adelantan el despoblamiento a 1966, e informan que la última persona que habitó en dicho pueblo se llamaba Casimira García Sanz y tenía dos hermanos que vivían en Santiuste. Casimira abandonó el pueblo sobre el mes de septiembre de 1966 y marchó a Barcelona.
Desde entonces el solar de Velasco se empleó como zona de pasto de ganado vacuno, todo el perímetro del poblado fue vallado y sus edificios, carentes de un mínimo mantenimiento, comenzaron a deshacerse y regresar a la misma tierra de la que surgieron.
El despoblado está formado por un pequeño número de edificios, todos en mal estado de conservación pero algunos ya tan degradados que prácticamente han desaparecido.
Resulta llamativa esta destrucción sobre todo si la comparamos con las imágenes del vuelo interministerial de 1973 (18) que nos muestran que al poco tiempo de abandonarse, Velasco estaba formado por una veintena de edificios aparentemente en buen estado.
En 1989 aún había varias casas en pie que permitían admirar la habilidad de sus constructores, que supieron levantar paredes de adobe rectas y aplomadas, con un aparejo de espiga de excelente factura, pero pronto todo el despoblado fue expoliado. Se llevaron las tejas, las maderas, las piedras de las casas y de la iglesia que, pese a la ruina generalizada, todavía se mantiene en pie, igual que algunos colmenares y un par de casas.
Al sur del pueblo persisten las ruinas de la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, un edificio de nave única, planta rectangular, testero plano, con la cubierta arruinada sobre la nave y con una casi perfecta orientación canónica con los pies al oeste y la cabecera al este. A diferencia de otras construcciones de Velasco, la fábrica de la iglesia está levantada con muros de piedra caliza y mortero, materiales mucho más resistentes que el adobe y el “cemento palomino” (19), lo que ha permitido un mejor estado de conservación.
La caja de los muros arranca con una hilera de piedra de sillería que también se emplea en vanos, espadaña y esquinales, sobre la que se levantaron sólidos muros de mampostería aunque ya empiezan a agrietarse por la cabecera. Por el lado norte, pero no como un anexo sino como una dependencia construida a la par que el resto de la iglesia, aparece una estancia de planta rectangular que también ha perdido su cubierta y que fue la sacristía primera, aunque después se le añadió otra dependencia con esas mismas funciones.
El acceso se realiza por el lado sur del templo a través de un pórtico de adobe y madera con tejado a tres aguas que se ha deteriorado mucho más rápidamente que el conjunto de la iglesia, abierto al exterior a través de una sencilla puerta de madera de dos hojas que persisten en su lugar desintegrándose poco a poco. Este anexo disponía de una dependencia a cada lado, la de la izquierda era el depósito de cadáveres y a la derecha otra sacristía con acceso desde el interior, pero este reducido espacio era aprovechado por los niños del pueblo como improvisado frontón haciendo rebotar la pelota en la pared de la mencionada sacristía.
La portada, abierta al primer tramo de la nave, parece que se resolvía con un arco rebajado o carpanel de sillería que posiblemente tuviera mérito pues fue retirada, probablemente expoliada. Por encima de la puerta se dispone un óculo ovoide de ladrillo con rejas que originalmente iluminaría la nave, si bien la obra del pórtico impediría después la entrada de luz pues su tejado alcanzaba hasta la cornisa de la fachada.
A los pies lleva una espadaña de dos vanos de medio punto vacíos con dos pequeñas pirámides en los arranques laterales. En algún momento posterior a la obra original se le adosó una construcción suplementaria de adobe y madera para proteger el espacio de las campanas y que, como el pórtico y las viviendas, se deshace mucho más rápido que el resto de la iglesia. Se recuerda que una de las campanas se rajó en una fiesta, pero sostienen que se las llevaron a la provincia de Burgos.
En el interior la vegetación se ha extendido por toda la nave y no permite un análisis detallado pero parece que no había separación entre el espacio presbiterial y la nave; aunque al exterior es un poco más ancha por el sur, tienen la misma anchura. En el muro sur se conserva una hornacina con decoración de venera y una sencilla ventana adintelada que iluminaba el presbiterio.
En el testero plano se evidencia el hueco que dejó el retablo al ser retirado, un espacio de piedra que muestra el vacío entre los revocos de yeso en cuya parte superior permanecen unas tablas talladas que por su tamaño y disposición deben ser del artesonado del que sus descendientes aún dan fe. En esa parte, lado del evangelio, una sencilla puerta comunica con la sacristía totalmente inaccesible por la gran cantidad de maleza.
La nave y la capilla mayor se cubrían con un artesonado de madera del que quedan algunos restos. Uniendo ambos muros laterales pero en un pésimo estado y resistiendo a duras penas, queda una viga o tirante de madera medio podrida sostenida por unos canes de madera bien tallada. No son los únicos pues ya derribados y por los suelos o a medio caer, se observan otros canes de buena factura, y sobre todo los que permanecen en buen estado en la parte del coro denotan su calidad.
A los pies del templo se disponía el coro. En la visita de 1989 la cubierta ya se había desprendido sobre la nave en su mayor parte, pero quedaba parte del faldón sur del tejado, particularmente en la zona del coro. La escalera para acceder a él había perdido los barrotes de la barandilla pero llevaba unas vigas con sus extremos tallados que denotaban cierta calidad. En la parte inferior estaría el baptisterio, ya sin pila, y se conservaban unas viejas andas. Finalmente, hacia 2014, el coro se derrumbó. Como es habitual, la pila bautismal estuvo debajo del coro, pero los antiguos vecinos no saben dónde se encuentra en la actualidad.
El interior estuvo lucido de yeso, pintado y al final con varias capas de encalado. Bajo alguna de ellas se observan líneas rojas correspondientes al dibujo de sillares agamilados, una arquitectura fingida propia de los siglos XVII y XVIII que puede ser un amplio intervalo para fechar la construcción de este templo.
Antonino Fernández Gañán y Agustín García Gañán recuerdan que la iglesia contó con dos retablos, situados a ambos lados del altar, y que en el muro norte al lado de la puerta de la sacristía había un Cristo de madera que pesaba «34,5 kg, como una fanega de trigo«.
Una lápida medio borrada que persiste en el exterior del muro absidial recuerda una intervención realizada en este templo en 1820 y que pudo ser importante.
Según José Vicente Frías Balsa (20), existió una cofradía de la Vera Cruz que fue fundada en 1690. Teófilo Portillo Capilla (21) no la cita pero sí recoge en su estudio que en el siglo XVIII la parroquia fue sede de la cofradía de Nuestra Señora del Rosario, época en la que Velasco, o Valdevelasco como él le llama, tenía además una ermita dedicada a San Lorenzo a quien dedicaban fiestas, y que no hemos podido localizar ni referenciar en la toponimia actual aunque sí bajo la forma homóloga San Llorente, que es el nombre del monte localizado como a un kilómetro y medio al nordeste de Velasco.
Una de las características que llama la atención del urbanismo de Velasco es que, por lo que se ve y por lo que se intuye observando los montones de ruinas, los edificios del caserío estaban todos aislados en vez de la distribución habitual de los pueblos de alrededor que es la de encontrar las viviendas más o menos adosadas formando “manzanas”.
Si extrapolamos estas escasas ruinas a la generalidad, podríamos afirmar que la vivienda tradicional de Velasco será muy parecida a la que hemos visto en la Tierra de Calatañazor y de la que quedan buenos ejemplares en pueblos cercanos como Santiuste, Torreblacos o Valdenarros: viviendas de piedra, adobe y estructura de madera aunque también se hayan empleado fábricas mixtas con ladrillos y morteros de cemento.
Esa vivienda tipo tenía una planta rectangular casi cuadrada y de un único volumen, formada por planta baja y primera. En la planta baja estaban las habitaciones, cocina baja, alguna chimenea pinariega, en la parte de atrás establos y gallineros y en la primera planta el granero que aquí llamaban «cámbara».
La construcción se inicia con una línea de cimentación de piedra caliza pero que a diferencia de lo visto en otros pueblos en los que todos los muros perimetrales de la planta baja son de piedra, en muchos edificios de Velasco el cimiento de piedra de mampostería apenas levanta unos centímetros del suelo, algo que puede haber contribuido a deteriorar los muros de adobe y acelerar su destrucción. Sin embargo sí mantiene la típica estructura de madera con postes verticales en cada esquina, o repartidos en los muros, especialmente para hacer de jambas en puertas y ventanas, pero que también se disponen como tirantes oblicuos o riostres vistos del piso superior entre los que se colocan los adobes formando pared. La caja de los muros culmina en una gran viga corrida de madera que rodea y cierra la estructura por su parte superior asentándose en los pilares verticales y que servirá para sostener la cubierta tradicional de jácenas, vigas, estribos y tirantes, sobre las que se dispone un entablado de ripia, probablemente una capa de paja, y teja curva. No podía faltar un sencillo alero de tablas de unos cincuenta o sesenta centímetros de vuelo para proteger la pared de las escorrentías.
La distribución de una vivienda típica podría ser la siguiente: la planta baja dedicada a zaguán y cuadra de los animales, a los que también se les reservaba un patio lateral o corral hecho con muro de ladrillo; en la primera planta se encontraban los dormitorios con algunos muebles y una pequeña cocina con hogar bajo y campana superior de obra con repisa alrededor y un par de filas de azulejos sobre una pila sin agua corriente.
Algunas casas llevan aisladores eléctricos en las fachadas, lo que unido a la presencia del característico transformador cerca de la iglesia indican que Velasco tuvo suministro eléctrico. No hay constancia de instalaciones de agua corriente ni de aguas sucias.
Al menos había dos hornos en las casas en los que se hacía pan pero en los últimos años dejaron de utilizarse e iban a Valdenarros a por pan.
También tenían una fragua, hoy totalmente desparecida, situada entre el olmo de la iglesia y el cementerio. El herrero acudía de Torralba algún día entre semana, sobre todo en las temporadas en que había que reparar las rejas y algún apero de labranza.
De la escuela de Velasco sabemos que uno de sus maestros fue el destacado investigador e historiador soriano Teógenes Ortego Frías, natural de El Poyo (Teruel) donde su padre estuvo destinado dando clases pero oriundo de la cercana población de Valdealvillo.
Hacia el norte del pueblo se situaba el «cubillo» un pozo-fuente encascado con tronco de sabina al que se acudía a por agua de consumo. Cerca estaba La Poza para lavar, que se helaba en invierno, hasta donde llegaban las mujeres con la ropa en un balde sobre la cabeza y la tabla de lavar. Cerca de la iglesia también había otro manadero, pero era de menor calidad y no siempre tenía agua.
Unas líneas atrás, al comentar las informaciones del catastro de la Ensenada, recordábamos que en Velasco había entonces veinticuatro colmenas y ocho “hornos de abejas” que les surtían de miel y cera, principalmente para autoconsumo, aunque también para comerciar con ella. No conocemos el tipo de colmenas pero sí cómo eran los “hornos” pues aunque arruinados y abandonados, persisten al menos un par de ejemplares que mantienen la típica estructura de cajones, la cubierta y los muros de piedra, aunque los cerramientos de adobe han desaparecido.
Los últimos pobladores de Velasco recuerdan que en el siglo XX hubo dos hornos de miel, el del tío Justo, que todavía se conserva, y otro más grande que era de tres propietarios y que se encontraba en los «enebrales».
En el extremo sur del pueblo, frente a la iglesia y a muy escasa distancia de donde se detuvieron las obras de excavación de la autovía, aparece un sencillo camposanto que, pese al estado del despoblado, nunca ha mostrado signos de abandono. Una simple inscripción hecha sobre el cemento, al lado de la puerta de hierro, nos informa de que los nuevos muros del cementerio realizados con bloques de hormigón gris finalizaron el 8 de agosto de 1988.
Como muchos pueblos castellanos, un elemento paradigmático que no solía faltar era un gran olmo plantado en la plaza Mayor o frente a la iglesia, y Velasco también lo tuvo, o los tuvo, que fueron dos, aunque la grafiosis acabó con ellos. Uno es el que está caído entre la iglesia y el cementerio y el otro, el que se encontraba en la plaza, también caído, junto a la escuela y el ayuntamiento. La plaza se encontraba un poco al norte de la casa de la señora Casimira.
– Celebraban Santa María Magdalena el 22 de julio. Se guardaba fiesta y había actos religiosos, aunque no lo celebraban de forma especial ni había música.
– La fiesta más importante era San Lorenzo el 10 de agosto, pero como había trabajo en el campo pasaban la celebración a principios de septiembre (4 de septiembre) cuando había bailes con dulzaineros, aunque en los últimos años venía un grupo musical de Vildé.
– Velasco formó parte de la Concordia de Nuestra Señora del Espino de El Burgo de Osma (22).
Es muy probable que la misma descripción que se hacía de los medios económicos del despoblado en el catastro de la Ensenada (1752) pudiera extrapolarse a lo largo de toda su historia hasta su desaparición, pues Velasco basaba su economía fundamentalmente en la agricultura y la ganadería, actividades básicas que se complementaban con otras destinadas más bien para el autoconsumo como la extracción de cera y miel, el aprovechamiento de la madera de sus bosques, el cultivo de huertas y quizá algo de pesca en el cercano río Abión. Los últimos vecinos de Velasco recuerdan que tenían ganado lanar, vacuno y criaban dos cerdos para la matanza.
Al menos en los últimos años de vida de Velasco, don Saturnino, el cura, venía de Valdenarros en una moto Guzzi. El cartero acudía de Torralba y el médico de Valdenarros.
En el propio caserío no había molino por lo que llevaban su grano a moler al de Torralba. Tampoco había tiendas, comercios, tabernas o mesones, aunque sí sabemos de la existencia de una venta de la que quedan algunos muros en pie como a un kilómetro de Velasco, junto a la carretera N 122, en un paraje muy agradable junto al río Abión.
Cuenta Isabel Goig Soler (o. c.) que el industrial de Zayas de Torre don José Gómez Parra «el Pintao» era propietario de parte del monte del despoblado de Velasco, cuya madera se transportaba a la estación de Berlanga de Duero donde se empleaba para elaborar traviesas para el ferrocarril y canastas de fruta. Refiere de José que vivía en Berlanga y que, en la parte de las curvas de Velasco, disponía de casas para sus trabajadores.
Las eras de trillar de Velasco estaban en la parte alta del pueblo hacia el oeste, hoy muy modificadas por las obras de la autovía.
Alberto Arribas con la colaboración de Ángel Lorenzo, Maribel Zapatero, Luis C. Pastor
(1) PÉREZ-RIOJA, José Antonio (2005): El alma de Soria en el lenguaje. Colección Temas Sorianos nº 50. Edita Excma. Diputación Provincial de Soria.
(2) PÉREZ RIOJA, Antonio (1867): Crónica de la provincia de Soria. Editores Rubio y Compañía, imprenta a cargo de J. E. Moreta, Madrid, pie de la página 15.
(3) GARCÍA BERLANGA, Francisco (1992): Cultura iberoeuskérica. El euskera fue la lengua primitiva de España. Edición del propio autor.
(4) BELTRÁN MARTÍNEZ, Antonio (1950): Curso de Numismática Antigua, Clásica y de España (Cartagena).
(5) Últimamente ni siquiera se plantea ya esa posibilidad y si acaso se relaciona con Osma. A modo de ejemplo, en la correspondiente entrada del diccionario https://www.tesaurohistoriaymitologia.com/es/57845-belaiscom (consultada 30/01/2022) se ofrecen otros emplazamientos.
(6) Sobre esta vía se extiende el investigador Isaac Moreno Gallo en la conferencia organizada por esta Asociación de Amigos del Museo Numantino el 21 de noviembre de 2021, accesible desde el enlace https://www.youtube.com/watch?v=eBNNtrzjv50.
(7) ZOZAYA STABEL-HANSEN, Juan (1975): “Cerámicas islámicas del Museo de Soria”, artículo en el Boletín de la Asociación Española de Orientalistas nº 11, página 142, disponible en https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/6463/38784_11.pdf https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/6463/38784_11.pdf?sequence=1&isAllowed=y se basa en los Annales Complutenses para estimar que fue entre 1011 a 1019 cuando la zona de San Esteban de Gormaz y Osma pasaron a manos cristianas.
(8) MARTÍNEZ DÍEZ, Gonzalo (1983): Las Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura castellana. Editora Nacional, Madrid.
(9) MIÑANO Y BEDOYA, Sebastián (1826-1829): Diccionario geográfico-estadístico de Soria. 1826-1829. Edición de Silvano Andrés de la Morena, Soria Edita, Soria 2004, página 47.
(10) MADOZ, Pascual (1846-50): Diccionario geográfico-estadístico-histórico. Edición facsímil de los textos relativos a la provincia de Soria. Edita Ámbito Ediciones SA y Diputación de Soria, 1993. Imprime Gráficas Ortega SA Valladolid.
(11) ROMERO SALVADOR, Carmelo, GARCÍA ENCABO, Carmelo y CABALLERO DOMÍNGUEZ, Margarita (1985): La provincia de Soria entre la reacción y la revolución (1833-1843). Ediciones de la Excma. Diputación Provincial de Soria, colección Temas Sorianos nº 10, Soria, páginas 215 a 232.
(12) BLASCO JIMÉNEZ, Manuel (1880): Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria, 1ª edición, Soria. Imprenta y Librería de la Infancia, pp.679-80.
(13) BLASCO JIMÉNEZ, Manuel (1909): Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria. IIª edición, Soria. Ed. Tipografía de Pascual P. Rioja, página 593.
(14) VALTUEÑA JIMÉNEZ, Esteban (2008): “Nomenclátor de todas las entidades de población de la provincia de Soria. Censo de Población de los años 1880, 1920, 1940, 1960, 1966 y 2007” en Revista de Soria IIª época, nº 62, página 56.
(15) Variaciones de los municipios de España desde 1842 (2008) documento del Ministerio de Administraciones Públicas. Secretaría General Técnica, disponible para su descarga en https://www.hacienda.gob.es/Documentacion/Publico/SGT/CATALOGO_SEFP/100_Variaciones-INTERNET.pdf )
(16) GOIG SOLER, Isabel (2002): El lado humano de la despoblación. Colección los libros del Santero nº 4. Edita Centro Soriano de Estudios Tradicionales, Soria, página 86.
(17) http://friasjuan.blogspot.com/search?q=Velasco
(18) https://www.ign.es/web/mapasantiguos/index.html
(19) Dícese del mortero realizado con barro, agua y excrementos secos de gallina y/o paloma que al parecer resultaba muy eficaz en construcciones menores de piedra de mampostería como gallineros. Documentado en Soria capital, con ese material se levantaron algunos gallineros en la zona del barrio de San Lorenzo.
(20) FRÍAS BALSA, José Vicente (2000): “La cofradía de la Vera Cruz”, revista Arévacos nº 1, pp.7-9.
(21) PORTILLO CAPILLA, Teófilo (1985): Instituciones del Obispado de Osma-Soria. Edita la Obra Cultural de la Caja de Ahorros y Préstamos de la provincia de Soria. Soria, página 274.
(22) Programa de Fiestas de El Burgo de Osma 1992.
Asociación de Amigos del Museo Numantino