Para Eleuterio Carracedo Arroyo (2) la denominación vendría por una parte del árabe burdz (torre: برج) y por otra de Morat, que puede considerarse como un antropónimo, Morato, derivado del latín Maurus (habitante de Mauritania). Indicaría el nombre de la persona a la que perteneció el lugar.

Según el texto del Visor Geográfico de yacimientos arqueológicos de Castilla y León (3), las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en 2005 permitieron identificar «una docena y media de galbos facturados a mano que aunque no podemos adscribirlas a un periodo concreto, recuerdan a las producciones de la 1ª Edad del Hierro», además de muros y otros restos de lo que parece una obra defensiva medieval, una atalaya musulmana del siglo X en opinión de Ángel Lorenzo Celorrio (4) que sería «… una torre de señales ligeramente ampliada y fortificada. De un montón de escombros, que es lo que queda de la atalaya, sale un muro que va a dar a un pequeñísimo cubo macizo que todavía conserva una buena altura y del que, a su vez, arranca otro muro en ángulo recto al anterior y que correspondería a la esquina reforzada de un recinto».

Esta zona fue ocupada por las huestes cristianas de Alfonso I de Aragón que expulsó a los musulmanes, traspasándola después a Castilla. No tenemos noticias de la fortaleza que allí existió, pero teniendo en cuenta su localización, prácticamente en el límite con el reino de Aragón, podemos aventurar que la fortaleza siguió empleándose durante siglos y que jugaría un importante papel en los conflictos entre ambos reinos, especialmente de la segunda mitad del siglo XIV.

La única reseña documental conocida se debe a Fray Toribio Minguella y Arnedo (5) quien la refiere como una aldea de Monteagudo de las Vicarías citada en una demanda fechada en 1309.

No conocemos detalles sobre su posible despoblación y abandono, ni referencias indirectas en el catastro de La Ensenada o por otros geógrafos o investigadores.